Chavismo

Hasta el momento en que escribimos estas notas, el bolsón de realidad , las experiencias subjetivas, las emociones y las prácticas que se reclaman desde esta apelación, se encontraba en un acelerado proceso de fragmentación, recomposición y en algunos casos reinvención. En su seno surgían distintos antagonismos y voces confrontadas, con el factor dominante.

El chavismo es hoy un devenir que va haciendo distintas y opuestas líneas de fuga que serán decisivas, a la hora de concretarse algunas de las tendencias del porvenir. Se ha dicho que el chavismo es un período histórico, un arco de tiempo, en el que una especial constelación de fuerzas sociales y políticas ha posibilitado la construcción de un nuevo bloque histórico, meta-estable, con determinada unidad y correspondencia entre las estructuras socioeconómicas (las clases y sus fracciones) y las sobre-estructuras políticas e ideológicas en general. Esa constelación sociopolítica o bloque histórico resulta de la crisis orgánica de un anterior bloque histórico y de su sistema hegemónico y de dominación: bipartidismo, "puntofijismo" o sistema populista de conciliación entre elites. Comprender esa crisis orgánica cuyo desenlace provisional fue el chavismo, da elementos para comprender éste último fenómeno, crisis orgánica que ha conformado una transición histórica entre sistema de hegemonía aún en disputa.

De modo que el chavismo es un campo en disputas y lucha del bolivarianismo a partir de la centralidad de Hugo Chávez como rostro dirigente de tal corriente histórico-social. Movimiento aluvional, basado en una heterogénesis de la sociedad abigarrada, su heterogeneidad socio-estructural y desigualdades socioculturales, en el cual confluyeron una multitud democrática desanclada del puntofijismo, militares nacional-progresistas, núcleos militaristas de derecha, sectores de izquierda con guiones del leninismo organizativo (y del socialismo real), conjuntamente con sectores socialdemócratas y socialcristianos descontentos con sus organizaciones matriciales. Tales expresión de corrientes y tensiones dan paso a estados de conflicto, donde operan permanentemente pactos y reacomodos que lo van redibujando en su propia temporalidad.

El chavismo no es una cosa instituida ni propaganda oficial, es fundamentalmente proceso nacional-popular, una composición social, étnica y de clases en movimiento, con ritmos, meandros, velocidades, bifurcaciones, estratos, memorias, formas de conciencia e intereses en pugnas. Es imposible cosificar el chavismo en un afán mediático de etiquetamiento caricaturesco, ni de defensores ni de adversarios. Sin embargo el chavismo más que una ideología en stricto sensu es un cumulo de tejidos visibles e invisibles que configuran una sociabilidad empática y una sensibilidad política emocional: composición de cuerpos, afectos y enunciaciones: "Es una totalidad discursiva en movimiento que prueba y ensaya distintas formas organizativas desde donde actuar y, como tal, leer al mercado, la sociedad, el estado y a la contradicción capital-trabajo. Entender que el chavismo no es un partido, es el primer anclaje de un chavista". (Juan Barreto).

Cuando se habla de chavismo se está hablando de manera correcta, se está hablando del rostro del sujeto conceptual de la Revolución Bolivariana. A nosotros eso nos parece muy bien. Estamos hablando del nombre propio que pone rostro a un proceso múltiple. La línea de visibilidad o rostricidad. Rostro que va más allá de los partidos y organizaciones estructuradas formalmente, que significa para la mayoría del pueblo la esperanza; un discurso y una práctica ético-política. No es otra cosa que un sujeto o personaje conceptual. Cuando uno habla, por ejemplo, de Mahoma o de Cristo, uno sabe más o menos de qué está hablando. Igual que cuando hablamos del Che. Los seres humanos podemos encarnar ideas-fuerza, imágenes movilizadoras y valores-cemento, y el nombre de una persona puede ser sujeto, adjetivo o sustantivo, de manera que es correcto hablar de chavismo. El chavismo es el nombre propio que pasa a ser nombre común. Chavismo es rostricidad de un sentimiento nacional-popular (una subjetividad política) que se expresa más allá de los partidos.

También el Chavismo ha sido objeto de apropiaciones oficiales, de propagandas verticales y pedagogías políticas alienantes. He allí la tensión de lo instituido y lo instituyente del Chavismo, que no puede ser contenida y sujetada a una sola nomenclatura. Dijera el maestro Derrida, "se trata de una subjetividad proliferante" y en términos de E. Balibar, "un magma". De allí el surgimiento y la emergencia de tantos y tan diversos movimientos que bullen a borbotones reactivando el tejido social en una mezcla. El chavismo también va más allá de los movimientos, pues logró instalarse en la dimensión espiritual del campo de representaciones ideológicas de toda una comunidad de sentido y significación. Convirtiendose en una comunidad de habla, por eso en alguna medida a pesar del desgaste y las contradicciones que presenta a partir de la desaparición física de Hugo Chávez sigue siendo voz de los considerados sin-voz, rostro visible de los invisibilizados y excluidos.

A diferencia de las ideologías tradicionales de la izquierda occidental, el chavismo cruza otras fibras más allá de lo racional-instrumental y moviliza a distintas capas sociales, logrando la visión de clases y bloques sociales desde el nacionalismo radical de izquierda, superando las viejas tesis ortodoxas. El chavismo restituye la relación ético-política por encima de cualquier economicismo. podría decirse con propiedad que el chavismo ha tenido varios momentos que en otros escritos hemos calificados como el ciclo popular constituyente (periodo en el que Chávez se encontraba vivo) y los distintos momentos abiertos con el fallecimiento del compañero Chávez, en donde el chavismo comienza a anquilosarse a mostrar fracturas y a presentarse como ambiguo y zigzagueante, con predominancia de las corrientes clientelares y patrimoniales y despóticas que fortalecen el modelo de Capitalismo de Estado, Dependiente y Rentista, ahora con agregados extractivistas eco-destructores (Arco Minero), basado en corrientes reformistas, populistas y fracciones de derechas que han incluso llevado a cabo políticas entreguistas de banderas centrales del Proyecto Nacional Simón Bolívar, de reducción de los espacios civiles democráticos, de anulación de la democracia popular bolivariana, de la participación y protagonismo popular, de la dialéctica entre revolución democrática y la democracia revolucionaria.

El chavismo ha estado amenazado por una usurpación burocrático burguesa (Jesús Puerta dixit): "Lo de las alianzas con la "burguesía nacional" y la búsqueda de las "clases medias", plantea un grave riesgo. El socialismo del siglo XX nos enseña que existe siempre, en todo proceso revolucionario, el fuerte peligro de una usurpación de la revolución por parte de una capa burocrática, formada en parte por los cuadros de la organización revolucionaria, que se separa de los intereses de las masas y termina formando una nueva burguesía, cuya acumulación es parasitaria; es decir, producto de la corrupción y el usufructo de los bienes públicos. En Venezuela, ese proceso degenerativo tiene mayor estímulo en la renta petrolera."

El chavismo, como gobierno, es un apalancamiento necesario más no suficiente de un bloque histórico "popular-nacionalista", "antiimperialista", que utiliza los recursos del estado petrolero para mantener una mayoría de masas, que a su vez crea las condiciones para neutralizar cualquier reactivación de corrientes conservadoras o reaccionarias en el seno de las FFAA, lo cual constituye uno de los riesgos fundamentales en ausencia del liderazgo de Chávez.

Con la desaparición física de Chávez y la delegación en la figura de Maduro, el principal peligro es la degeneración burocrática-burguesa o no lograr conservar la mayoría electoral. En esas condiciones se exacerba la lucha por el control hegemónico del significante. A esto se añade la estrategia de la burguesía tradicional vinculada de manera parasitaria al Estado y al capital trasnacional, que emplea como nueva táctica el desabastecimiento, el ataque a la moneda y la presión internacional. Lo que no niega la responsabilidad de un gobierno que no atina a un plan económico que favorezca a las grandes mayorías nacionales.

La economía hoy es la clave del mantenimiento del acumulado histórico chavista, lo que podría evitar la profundización de una crisis orgánica, empujada además por un cerco del imperialismo, y que puede desembocar en una recomposición política desfavorable a las conquistas históricas obtenidas. De modo que el chavismo se encuentra enfrentando distintas disyuntivas que confrontan su constitución diversa. Algunos hablan del fin del chavismo como una etapa histórica y el comienzo de una nueva que algunos han denominado Madurismo, que sería la flexibilización, la ambigüedad y el debilitamiento de la propuesta original de Chávez a favor de una nueva construcción semiótica con implicaciones político-ideológicas. Otros por el contrario apuestan al rescate y la reivindicación ideológica de Chávez suponiendo que hay un Chávez originario, en todo caso de la lucha por el control hegemónico y la construcción del Chávez porvenir depende en buena medida la suerte de este concepto como idea fuerza.

hecjusm@yahoo.es



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