A todo extremista político

Le está vedado pensar con claridad y con respeto por su interlocutor. La desproporción y el desborde son sus caminos; pero igual le pertenece el grito, el insulto, la grosería, la vulgaridad.

Todo extremista político tiene la vara de la miseria escondida o bien en su mano derecha o bien en su mano izquierda. Una mano en donde oculta el arma y el martillo para asesinar a todo aquel que piense distinto a ÉL.

Emocionalmente inmaduro, nunca podrá soportar (sin enojarse) que lo contradigan. No podrá evitar la frustración y la emprenderá con palabrotas y violencias verbales (también físicas y psicológicas) contra todo aquel que pueda contradecir sus verdades.

Un ÉL que será todo aquel que pueda contradecir sus argumentos manidos, pueriles, sustentados en la mala información, la ignorancia supina y el análisis descabellado.

Hijo del fascismo, de la intolerancia, de la violencia, del odio, la amargura, la rabia; nunca conocerá la serenidad, el deseo de comprender al Otro, más aún lo que busca es desaparecer al contrario, extinguirlo, volverlo humo y cenizas. Acabar con el foco de la contradicción.

Absurdo ese: inmenso y grande. Cuando la vida es contradicción. Unión de los contrarios y vida en contradicción. Al día le sucede la noche. En hombre no puede estar sin mujer y viceversa, y es lo normal. Está la materia y la antimateria. Lo seco y lo húmedo; lo duro y lo blando. La tierra y el cielo. El cuerpo, el espíritu, el alma.

Aprender a vivir en la contradicción y con la contradicción hace falta, es necesidad. La democracia directa implica que la opinión de muchos, expresada en el voto, sea la que gobierne lapsos de tiempos precisos en un país.

La práctica de la no democracia directa, a través de la dedocracia que es la cooptación y elecciones de segundo grado, es la forma en la cual siempre se han impuesto líderes de cofradías, que no representan a nadie sino a intereses grupales de mafias, que por lo general están a espaldas del sentir y de la opinión de la gente.

Solo la democracia directa, sin medias tintas, participativa, protagónica, en ejercicio libre, secreto y soberano, garantiza la sincronía entre líderes y población.

Esto vale para las dos campanas del espectro: derecha e izquierda. Veamos, dijo un ciego...

 

canachelarosa@gmail.com



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