La cuestión del método

El magnicidio es un mecanismo propio de los sistemas, estados o naciones no democráticas.

Era el método por excelencia, alterno al método natural, para resolver el problema principal en la vida del estado: el cambio o la sucesión, bien del Faraón, bien del Cesar, bien del Emperador, bien del Rey, bien del Zar o del Dictador.

En la historia de los estados imperiales de Oriente y Occidente la solución al problema de la sucesión es decididamente arbitraria, es la muerte del jefe del estado. Muerte como acto necesario en el plan conspirativo que alcanzaría al primogénito varón y a toda la línea de sucesión , dado el carácter vitalicio y hereditario del sistema de gobierno y de la transición.

Vale decir y convenir que tal solución, por arbitraria, no es la más idónea, dado que quien sucede en el mando puede no ser un buen gobernante. Condición que igual aplica en el caso de sucesión por muerte natural o abdicación.

En la constitución política de los estados democráticos de occidente, se consagran leyes y sistemas electorales como mecanismos adecuados para los procesos de cambio que emanen de la dinámica y contradicciones propias del sistema. Igual vale decir que este método de cambio tampoco garantiza sus resultados. No siempre elegimos el mejor. Adicionalmente, estos sistemas electorales expresan ante todo la voluntad de los actores políticos y factores del poder, estos es, no son democráticos en si. Ejemplo de ello, el Pacto de Punto Fijo estableció las bases para la transición democrática en Venezuela, una vez derrocada la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en enero de 1958. No obstante el mismo excluía la participación del Partido Comunista de Venezuela, dado que en sus tesis programáticas y líneas estratégicas esta organización asumía el propósito de "destruir el estado burgués"

En suma, desde el punto de vista práctico el método para la sucesión o cambio poco importa.

El Estado venezolano por definición constitucional es un estado democrático, de derecho y de justicia. No obstante, también desde el punto de vista práctico es un estado fallido, esto es, un estado incapaz de garantizar los derechos ciudadanos; estado forajido en tanto actúa al margen de la ley, viola la constitución, no hay estado de derecho, pervierte las instituciones y hace una ficción de la separación de los poderes públicos. Al envilecer el poder electoral, cometer fraude a la ley electoral y corromper la participación ciudadana coadyuva a legitimar acciones magnicidas.

Estas acciones, fallidas, servirán a los gobernantes para excusar su fracaso y reprimir y en caso de tener éxito en su propósito no habría garantías de sus resultados consecuentes.

Si sabemos que encontraría a la oposición democrática descolocada, la misma que no supo, no pudo ni quiso cumplir los acuerdos suscritos que le hubiesen permitido enfrentar en mejores condiciones la coyuntura electoral, regional, presidencial. Nos deja la interrogante que pregunta por quien supliría temporalmente la vacante absoluta de la presidencia de la república, el presidente de la AN o ANC . Completaría el periodo actual y se convocarían elecciones en enero de 2019? Se propiciarían desenlaces violentos, se escalaria el estado de excepción y Diosdado Cabello asumiría la jefatura de gobierno, sin limites temporales.

Agosto de 2018

jloreto.ocp@gmail.com



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