¿Conspira la oposición bajo el signo cívico-militar?

Pecar con mucha frecuencia de incauto e inocente, es muy poco aconsejable en plena guerra signada como económica; pero, pecar y seguir pecando con guerra avisada es de por sí, muy tonto y poco político. Demostrar al enemigo político flaqueza aun escudada tras figura del inocentón disfraz y haciéndole reflejar con impericia, confunde mucho. Destacado está que la oposición conspira abiertamente en lo cívico-militar; y no tiene por qué asombrar ni tiene porque ser sorpresa.

Dirigentes de mucho renombre y de alto quilate burgués no disimulan su anti-patria ni que su vil propósito coincide con el anhelo de cada gobierno que asume al poder en E.E.U.U. Y desde luego "el emporio industrial venezolano" está convicto y confeso; su asiduo aporte al golpe y/o magnicidio es de fiel evidencia, ha permitido como parte cívica penetrar cierta ala militar que al igual que ella sufraga a la desestabilización, asalariada en divisa extranjera con depósitos paradisíacos. Persistir en no reconocer tal realidad, incursas de 5tas columnas que desde Chávez están cómodamente instalada en el poltrón-diván revolucionario; dígase como en especial, Ramírez y otros/as lo certifican. El temor a que todo florezca a la luz pública ha enredado el asunto, porque el pueblo descubre todo y lo denuncia, pero suele ocurrir que las influencias superan; la voz del él no silencia, pero no es oída al momento, su verdad al pasar del tiempo termina por darle la razón al ser descubiertos los embrollos políticos ya soberanamente preanunciados.

Pero algo más que gritos de advertencia y de preaviso ha dado el pueblo y pide confrontar anómalas situaciones políticas envueltas en una franca conspiración, reclama y repudia, pide no sigan habiendo infructuosas reuniones con ese factor industrial-comercial-"distributivo" que apuesta al descalabro, al derroque por la vía violenta e inconstitucional y del cual, él, exige, reclama y demanda lealtad patria ante sus abiertos desmanes presenciados desde la maniobrada opinión pública mundial. Reprocha solicitar sanciones y sea invadida la patria y que se le apliquen estrangulantes medidas socio-económicas.

La clase pudiente se considera impune, burla ley, burla constitución y se sabe nunca juzgada, nunca alcanzada por el brazo de la justicia, salvo casos excepcionales y libres de corroer las instancias propuestas para revolucionar; ello va de simple a lo complejo.

El pueblo pide para sí abrogarse el derecho constitucional que le sigue siendo usurpado por lo constituido. Ello implica lo de adentro y lo de afuera, lo de muy arriba y lo de abajo, que obstruye transferencia y transición al Poder Popular, que mitiga y asecha desde su posición endógena donde cala la conspiración bajo el signo cívico-militar con doble cara, de rostro felón; caballos y yeguas de Troya que galopan a contra ritmo de la revolución. Se presta la crítica oportunidad para desenmascarar todo aquel y toda aquella. Y no se ha de perder de atrapar el hilo histórico; necesita la revolución de una buena batuqueada, necesita desoxidar lo confuso entre el ideológico visto desde el paraban de cuatro cuerpos y la quintuplicada de una nueva república asida de la conciencia de su pueblo.



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Omar Ignacio Pinto


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