Curucuteando el Arcón

119 años del tránsito de Guzmán Blanco

El 28 de julio de 1899, cuando ya venía desde el Táchira la invasión andina con el general Cipriano Castro a la cabeza, fallecía en su residencia del 25 de la rue de La Perousse en París, cerca del Arco de la Estrella y en el mismo lugar donde hoy está la embajada de Venezuela, el general en jefe Antonio Guzmán Blanco, quien había nacido en Caracas el 20 de febrero de 1829, justo 30 años antes de iniciarse la Guerra Federal en la cual participó al lado del general Zamora. Allí quedó sepultado, en el cementerio de Passy, en su tumba leímos: "General Guzmán Blanco y su familia" y al lado su concuñado: "General Manuel Antonio Matos y su familia", dos lápidas de mármol gris, no lejos del Trocadero y allí permanecieron sus restos hasta cuando el presidente Chávez los hizo traer al Panteón Nacional que él creó y donde pronunció el discurso de orden el Dr. Federico Brito Figueroa, historiador aragüeño. Fue hijo del liberal don Antonio Leocadio Guzmán y doña Carlota Blanco Jerez de Aristiguieta, pariente del Libertador.

Aquí no vamos a traer el currículum vitae del Ilustre Americano, sino a desgranar algunas anécdotas del personaje, comenzando por lo que se rugía en la Venezuela de fines del siglo XIX, que el escritor y diplomático César Zumeta era hijo suyo en la villacurana Tomasa Zumeta, de los Zumeta que se conocían en esa villa desde el siglo XVIII. En efecto, por esos días del nacimiento de don César en Caracas, según es fama en 1862, Guzmán Blanco andaba por La Villa en asuntos de guerra. El rumor lo confirma, pero niega el hecho en su biografía de Guzmán Blanco el académico Tomás Polanco Alcántara. En una investigación que realicé en el Archivo Histórico de la UCV, donde obtuvo su título de agrimensor a los 13 años de edad en 1875, aparece como padre don José Zumeta. No está confirmada la especie, pero quién sabe. En una carta de Tomasa para Guzmán en 1871 le manifiesta: "César es un hijo que usted tiene aquí y sus buenos sentimientos, unidos a mis constantes prédicas darán por resultado que no vivirá sino por usted y para usted". Cuando el río suena piedras trae. Lo cierto es que César Zumeta fue formado por Guzmán, que le dio manutención, estudios, lo envió al exterior a aprender, pero durante el gobierno de su supuesto padre, fue adversario furioso, lo que concitó cárcel y destierro. De ñapa, cuando se planteó en la administración Gómez que se traerían sus restos al país, Zumeta se hizo el loco y engavetó el expediente. Era ministro entonces. La incógnita de la paternidad queda en el aire.

Autócrata, egocentrista, dictador, son algunos de los epítetos que le adjudican. Pero como estadista no tuvo igual en el siglo XIX y buena parte del XX. Acerca de él escribió en sus Memorias su gran amigo y funcionario, el abogado valenciano Francisco González Guinán: "Fuera de Bolívar, que realizó una obra continental que crece con el tiempo y que no admite paralelo entre los hechos humanos, no ha producido Venezuela un magistrado de las condiciones morales, intelectuales, militares y civiles del General Guzmán Blanco. Fue duro en ocasiones con sus adversarios porque éstos no lo comprendieron. Le hicieron una guerra permanente. Le hicieron once revoluciones y cinco conjuraciones, mientras que él ensayó todos los sistemas políticos para conquistarlos, desde la insinuación cariñosa hasta el anhelado perdón". Guzmán Blanco tuvo predilección por dos ciudades de Aragua: Villa de Cura, a la que elevó a capital del Gran Estado que llevó su nombre en 1881 y La Victoria, también capital, donde construyó el acueducto y otras obras. Aunque también iba con frecuencia a Turmero donde era dueño de la hacienda Guayabita y en Cagua era propietario de la hacienda Santa Rosalía, hoy una urbanización. En el distrito Zamora la hacienda Tocorón (antes una obra pía), donde tenía 32 potreros de ceba y siembras que llegaban hasta Guacamaya, en el camino rural hacia Belén. De ella estuvieron encargados, entre otros, el general Isidoro Wiedemann y don Justo Quero, que fue tatarabuelo de quien escribe estas notas y padre de don José Mauricio Martínez, músico bohemio esposo de mi bisabuela Pepita. La hacienda cacaotera de Chuao también le perteneció, por compra amañada que hizo por interpuesta persona a la UCV, a quien se la había donado el Libertador en 1827.

En una de las frecuentes visitas a la hacienda Tocorón se cuenta la anécdota de un viejecito, bien entrado en años que le salió al paso y le manifestó: "General, fui soldado en la guerra de Independencia y estuve cerca de Bolívar" a lo que respondió Guzmán: "Todos dicen lo mismo" y le dio la espalda. No se amilanó el anciano que sabía dónde le apretaba el zapato, y respondió al rompe: "¡Hasta en lo pretencioso te pareces al Libertador!!". El Presiente se viró y se aceró al hombre que recibió dinero y le darían una pensión como prócer de la Independencia. Más sabe el diablo por viejo…

En otra ocasión dio muestras de magnanimidad cuando se acercó a él una señora, en su camino al Capitolio a presidir una sesión del gabinete y le expresó: "Permítame, señor General, hacerle una pregunta"- "Puede usted, señora, hacer la pregunta". ¿Por qué gobernando a Venezuela el señor general Guzmán Blanco, hijo de Antonio Leocadio Guzmán, se encuentra en prisión por asuntos políticos, mi marido el señor Nicolás Anzola Tovar, amigo íntimo y colaborador del fundador del Partido Liberal?". Se volvió Guzmán hacia el general Quevedo, gobernador del Distrito Federal y le dijo: "General Quevedo, tome usted un coche, conduzca a esta señora a La Rotunda y entréguele al señor Nicolás Anzola Tovar. Señora, está contestada su pregunta". "Le quedo a usted muy reconocida". Así actuaba el Ilustre Americano. Su famoso decreto de gratuidad de la enseñanza el 27 de junio de 1870 es un timbre de orgullo para su administración.

oldmanbotello@hotmail.com



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