La independencia de América del Sur, conquistada durante la segunda década del Siglo XIX, no se preservó. Ya en 1830, Estados Unidos había logrado comprar a los traidores Santander, Páez y Flores, quienes cedieron nuestra libertad a otra forma de dominio, a otro imperio, que ejerció ese dominio a través de mandatarios subordinados a su poder. Ese es el origen del atraso, del subdesarrollo, de la pobreza que ha caracterizado a nuestros países y no las supuestas incapacidades de nuestras naciones o de nuestros líderes, como ha querido hacernos creer el imperialismo y lo ha logrado en algunos, incluso de entre los más cultos e instruidos.
La lucha que libramos hoy los venezolanos, durante le segunda década del Siglo XXI, es por preservar la segunda independencia, conquistada a partir de 1999, bajo el mando del Comandante Hugo Chávez y que hoy preservamos bajo el mando de Nicolás Maduro. Debemos expresar claramente esta verdad, para que se entiendan los orígenes de nuestro atrazo.
Mis propuestas apuntan a la preservación de esta segunda independencia y luego al desarrollo de nuestras capacidades:
1.- La creación de nuevas industrias es contraria al interés inmediato de Venezuela, pues conduce al gasto de recursos necesarios en otras prioridades y a agravar dificultades aún no resueltas, como a la carencia de recursos humanos hábiles en el manejo de máquinas y herramientas, carencia que fue causada por abandono de esta enseñanza en 1969, durante el primer mandato de Rafael Caldera, quien obedeció a las instrucciones de los órganos internacionales que, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, sirven al imperialismo. Nuestra prioridad hoy debe ser la de fortalecer el plantel industrial establecido, tanto público como privado, sin temor al chantaje de éste, que amenaza con cerrar y llevarse sus industrias, cuando en el mundo se contrae la economía, en tanto que Venezuela ofrece un mercado sediento de productos, que se extiende al Caribe y América del Sur, por inigualables condiciones para la producción y la distribución de nuestros productos
2.- El Presidente Maduro debe exigir a empresas de países aliados, que han sido beneficiadas por el otorgamiento de concesiones y se han establecido en Venezuela, enterar al Estado venezolano de cuantiosos recursos de los que se ha privada la nación, con el soborno de funcionarios venezolanos. Disponerse incluso a rescindir contratos y al no otorgamiento de ningún otro.
3.- Fue un error la contratación de empresas extranjeras para la ejecución de innumerables obras de infraestructura, cuando ya en Venezuela habíamos alcanzado elevados niveles de competencia tecnológica y gerencial. El fomento de la empresa y la tecnología nacionales debe ser una prioridad indeclinable de la Revolución Bolivariana.
4.- La explotación de algunos recursos minerales altamente estratégicos debe ser ejecutada por venezolanos y las necesidades científicas y tecnológicas contratadas sin comprometer la explotación y comercialización de esos recursos.
