Con la Dolarización se Profundiza la Crisis y Perdemos la Independencia

En el contexto del proceso electoral en marcha, el economista Francisco Rodríguez, asesor económico del candidato Henri Falcón, propuso la adopción del dólar estadounidense como moneda de curso legal en sustitución del bolívar, argumentando que esa medida detendrá "en seco" la hiperinflación. Según su propuesta, la dolarización permitirá avanzar hacia la estabilización de los precios, la recuperación del salario y la reactivación del aparato productivo, a través de la aplicación de un programa económico enfocado en reducir el déficit fiscal, mediante la reestructuración de la deuda pública, la apertura a las inversiones extranjeras directas en el sector petrolero y el inicio de un proceso de privatización que incluye a PDVSA y sus filiales, coincidiendo en ello con los planes desnacionalizadores del petróleo y la minería que adelanta el Presidente Maduro. Para validar la dolarización, concebida como una terapia tipo "shock" y que le daría el impulso a la economía venezolana para iniciar su recuperación, se toma a Ecuador como un caso supuestamente emblemático por tener una economía rentística petrodependiente igual que Venezuela y además se utiliza como prueba fehaciente de que esa estrategia funcionaría para reducir la inflación, estabilizar la economía y, sobre ésta base, recuperar la senda del crecimiento.

Se trata de una propuesta que adolece de una gran inconsistencia de raíz, porque se fundamenta en una visión cortoplacista con un sesgo economicista limitado a la política cambiaria (anclaje cambiario en el USD), invisibilizando sus impactos e interdependencia con las políticas monetaria, fiscal, financiera, comercial y productiva, además de las otras opciones que se han aplicado en la región con relativo éxito. Tampoco se dimensionan sus consecuencias en el corto, mediano y largo plazo en la esfera sociopolítica y los cambios que genera en las bases programáticas y normativas del ordenamiento jurídico y constitucional. Hasta el punto, que este cambio en el patrón monetario debe ser debatido y decidido por el Poder Originario. Por ser un tema complejo, multidimensional y de tanta trascendencia, que incluso requeriría la transformación del Estado y de la Constitución, debe ser objeto de un debate nacional, de un tratamiento políticamente responsable y no pretender pasarlo como un asunto meramente técnico o como una suerte de prescripción "quirúrgica" o de "mal necesario" para "sanear la economía", cuando en realidad lo que está implícito en su implementación, es la claudicación de la soberanía al condenar a Venezuela a ser una neocolonia primario-exportadora atada al carro de un imperio decadente, sin opción de constituirse en una Nación independiente con futuro.

En este orden de ideas, la dolarización en lugar de ser una opción para impulsar la superación de la crisis sistémica por la que atraviesa la sociedad venezolana, debido al colapso del modelo rentístico-extractivista, por el contrario, conducirá a su agudización y agravamiento, con impacto en las generaciones presente y futuras, por las razones siguientes:

  1. La dolarización se ofrece como la estrategia más segura, para detener la emisión de dinero inorgánico por el BCV, mediante la externalización de la emisión y gestión monetaria, al adoptar unilateralmente el dólar estadounidense como la moneda de curso legal. Con esa medida, en la práctica el Estado subrogaría en la Reserva Federal de EEUU las competencias que en política monetaria, cambiaria y financiera tiene, constitucionalmente, nuestro ente emisor, el Banco Central de Venezuela, el cual quedaría virtualmente eliminado como ente rector de la política monetaria. Detrás de esta decisión estaría el reconocimiento expreso de que los venezolanos, no somos ni seremos capaces en el futuro, de gestionar nuestra economía y por ello, inexorablemente deberemos someternos al tutelaje norteamericano, subordinarnos a sus intereses y a su "destino manifiesto". Sin eufemismos, significaría la claudicación "fast track" de nuestra independencia y soberanía.
  1. Una vez concretada la dolarización, la liquidez monetaria solo dependerá de la capacidad de la economía venezolana de captar divisas y particularmente dólares, a través de sus exportaciones primarias que en un 99% proceden de la exportación de hidrocarburos, sesgo que no cambiará con la adopción de la moneda estadounidense, sino que por el contrario se profundizará. Será así, por el carácter importador de lo que queda del parque industrial venezolano, afectado por una larga e intensa recesión continuada, históricamente enfocado en el mercado interno, carente de capacidad propia y de una cultura productiva para lograr los niveles de competitividad que le permitan exportar bienes y servicios no petroleros hacia EEUU y otros mercados, incluso de la región latinoamericana. Aún en el supuesto de que esa medida estimule el flujo de capitales, atraídos por la supuesta "seguridad" que le brinda a los inversionistas el hecho de que las transacciones se hagan directamente en dólares, eso no significa que cambiará la tendencia histórica de las inversiones a concentrarse en los sectores de máxima rentabilidad y valor estratégico, que son precisamente los extractivos en el petróleo y la minería. Uno de los factores que ha determinado la existencia de un aparato industrial parasitario de la renta petrolera, carente de una dinámica autónoma para crecer y desarrollar capacidad exportadora, ha sido precisamente la sobrevaluación de la moneda determinada por la alta productividad de la industria petrolera, respecto de otras actividades económicas. Se ha demostrado históricamente que la existencia de un tipo de cambio sobrevaluado, con ocurrencia generalmente en los ciclos de auge de precios del petróleo, estimula las importaciones de bienes y servicios no petroleros en detrimento de la producción nacional. La dolarización consiste en el establecimiento de un cambio fijo permanente o anclaje cambiario en el dólar, la cual redundaría en un equilibrio cambiario con respecto a la economía estadounidense en beneficio de esta última, al otorgarle una ventaja comparativa, adicional a sus enormes ventajas competitivas, que brindaría una unión monetaria asimétrica a una superpotencia industrial, como EEUU. Por lo tanto, debido al carácter primario-exportador de la economía venezolana, la dolarización consolidará la tendencia a la sobrevaluación de la moneda respecto de las economías de la región, afectando negativamente su competitividad para expandir y diversificar la producción nacional hacia América Latina y El Caribe y por supuesto, también hacia EEUU y las economías industrializadas que gozan de un alto nivel de competitividad respecto de la nuestra. Al renunciar el país al uso de los instrumentos básicos de la política económica para impulsar la productividad y la diversificación de su aparato productivo, de hecho, renunciaría a ejecutar una política económica independiente para superar el modelo rentístico petrodependiente, cuyo colapso es la causa de la crisis que hoy transitamos. Por ello, la dolarización no es una salida a la crisis ni en el corto ni en el largo plazo. Es más de lo mismo y profundizaría el modelo extractivista primario exportador en crisis, elevándose las presiones recesivas y la desindustrialización del país.
  1. Se pretende plantear la dolarización como la panacea para detener el crecimiento acelerado de la inflación, presumiendo que no existe otra opción disponible con igual eficacia y presentándola como una acción del ámbito estrictamente tecno-económico, invisibilizando su carácter multidimensional y su impacto político y social. La tesis de la dolarización no es nueva, surgió en la década de los 80-90 como la "solución mágica" para los países que adolecían de hiperinflación o de una alta inflación, en el contexto del programa de globalización neoliberal diseñado por el "Consenso de Washington" y de la crisis de la deuda externa que afrontaron algunos países latinoamericanos. Muy pocos Estados la adoptaron. En América Latina y el Caribe, solo Ecuador (2000), El Salvador (2001) y Panamá (1904) tienen economías dolarizadas, pero en el caso de esta última no fue una decisión soberana porque fue impuesta por EEUU como "garantía económica" por la construcción del canal. Brasil, Argentina, Perú y Bolivia desecharon esa opción y optaron por políticas monetarias y cambiarias soberanas, logrando estabilizar e impulsar el crecimiento de sus economías sin comprometer su soberanía monetaria. En el caso de Ecuador, se pretende endosarle a la dolarización los logros de la revolución ciudadana encabezada por Rafael Correa en materia de crecimiento económico, omitiendo que fue principalmente el auge de los precios del petróleo el factor impulsor del crecimiento económico, tal como ocurrió en muchos países latinoamericanos que disfrutaron de los altos precios de los commodities o materias primas en la década 2004-2014. Para Ecuador la dolarización está funcionando hoy como una "camisa de fuerza" que inmoviliza al Estado en su rol de gestor de políticas públicas orientadas a estimular la demanda interna como palanca para impulsar el desarrollo productivo y la diversificación de las exportaciones, de tal manera que, ante la caída de la renta petrolera, solo le dejan como alternativa incrementar el endeudamiento externo, profundizar la privatización, la reducción de las garantías sociales y la desregulación laborales, que es precisamente la ruta de la globalización neoliberal, cuyas consecuencias nefastas ya han experimentado los pueblos de la región.
  1. La adopción del dólar como la moneda de curso legal trae consigo la anexión de facto del país al sistema financiero estadounidense, debido a que la banca y las empresas venezolanas podrán ser financiadas y reguladas por la banca estadounidense y por esa vía también, por el Departamento del Tesoro, vale decir por el gobierno de los EEUU. Eso conduce a la injerencia directa en Venezuela de los órganos de administración, control y regulación financiera de EEUU, cuyas políticas, condicionalidades y normativas tendrían preeminencia sobre cualquier regulación o legislación interna. De esa manera, también será el sistema judicial de EEUU competente para judicializar los ilícitos relacionados con el tema económico-financiero. Para colmo, como la dolarización así planteada sería asumida unilateralmente por Venezuela, no hay responsabilidad de la Reserva Federal de EEUU, en relación con el impacto que puedan generar sus ejecutorias y las asimetrías económicas realmente existentes. Así mismo, cuando se produzca una crisis financiera, como la que tuvo como epicentro Wall Street en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria, el país tendrá que absorber directamente los efectos de la misma, sin oportunidad de aplicar políticas contracíclicas para atenuar su impacto económico y social. Desde la perspectiva financiera, la dolarización también conduce a pérdida de soberanía en esa materia, develando además la complejidad e interdependencia de la variable cambiaria con el subsistema económico como parte del sistema político del Estado Nación. Otra consecuencia no menor que traería la dolarización, es que Venezuela se convertiría en objetivo de primer orden para el blanqueo de capitales ilícitos, que obligaría al desarrollo de una capacidad especial para enfrentar las distorsiones propias de ese flagelo con impacto internacional.
  1. Una unión monetaria unilateral como la que se propone entre Venezuela y EEUU, dos países de economías entre la que existe una brecha tan enorme[i], inexorablemente tenderá a que el gigante se engullirá al pequeño, asimilándolo como un mercado periférico proveedor de insumos y mano de obra barata, al cual quedará atado sin disponer de ningún grado de libertad para zafarse y emprender un proyecto económico autónomo. Una unión monetaria de este tipo no es comparable con la unión económica multilateral y no solo monetaria como la europea, porque esta fue el resultados de largas negociaciones y concesiones de los más desarrollados, principalmente Alemania y Francia, hacia los más rezagados como España, Portugal y Grecia, de la cual resultaron procesos de convergencia estructural a partir del reconocimiento de las asimetrías, además de que se migró hacia una moneda común nueva basada en instituciones financieras comunes con participación de todos los Estados parte del tratado. Por cierto, después de casi tres décadas de existencia, persisten las tensiones internas en la zona euro producto de las asimetrías estructurales, tal como se evidenció en la crisis de la deuda de Grecia, Italia y Portugal a raíz de la crisis financiera que las afectó como secuela del estallido de la burbuja inmobiliaria en Wall Street. Con una unión monetaria como la que se propone con la dolarización unilateral, la dinámica de la economía venezolana estará rígidamente determinada por el papel que le asigne directamente el centro hegemónico desde Washington, con términos de intercambio cada vez más viles, al renunciar a dotarse de una economía con dinámica propia, basada en las potencialidades del país y en un nuevo modelo productivo diversificado con capacidad exportadora.
  1. Una unión monetaria unilateral con EEUU como la que plantea la dolarización, le daría un envión a la geopolítica neocolonial del imperio en la región y a su estrategia de impedir la concreción del proyecto bolivariano de la unión de las naciones latinoamericanas, impulsado históricamente por Venezuela y consagrado en la Constitución. Al gobierno de Trump le viene como anillo al dedo una dolarización venezolana, para utilizarla como un ariete para terminar de derrumbar la arquitectura de integración regional construida en los últimos tres lustros, en la cual emergieron como instituciones relevantes la UNASUR y la CELAC. Esta última reuniendo por primera vez a los 33 países desde México hasta Argentina sin la presencia de EEUU y Canadá. Como contrapartida se fortalecería el proyecto panamericano monroísta, afianzando a la OEA como el "ministerio de colonias" que el cipayismo malinchista de Luis Almagro ha reivindicado abiertamente con su actuación al frente de la misma. Ese proyecto inspirado en el paradigma de la doctrina imperialista del "destino manifiesto ", que supone la caracterización de América Latina y El Caribe como el "patio trasero" de EEUU, tiene como ejes fundamentales la dominación colonial en lo cultural, económico y militar. Esto último, cada vez se hace más visible con la expansión de sus bases militares y el incremento de su capacidad de despliegue territorial a través del emplazamiento en Suramérica de los Comandos de Control Aéreo y el despliegue de la Cuarta Flota desde el Comando Sur, camuflado bajo la falsa bandera de la "lucha antinarcótico y anti-terrorista" en defensa de la "seguridad regional", que es un eufemismo de su "doctrina de seguridad nacional", expresada con mucha claridad en la sentencia de Monroe (1823): "América para los americanos", replicada por El Libertador con la frase que casi 200 años de historia de saqueo e intervenciones imperialistas se han corroborado: "Los EEUU parecen destinados por la providencia para plagar a la América de miserias en nombre de la libertad".
  1. Según el relato tecnocrático neoliberal, el "shock" de la dolarización se producirá con el anclaje cambiario en el dólar y la consecuente restricción de la liquidez financiera al detenerse la emisión de dinero sin respaldo en la productividad de la economía, con la sustitución del ente emisor venezolano por la Reserva Federal (FED) de EEUU. Supuestamente al desaparecer el vector que causa hiperinflación, la inflación descenderá abruptamente cuando los agentes económicos recuperen la confianza en la moneda y progresivamente los precios tiendan a estabilizarse al establecerse un nuevo equilibrio en el mercado. Según esta teoría monetarista neoliberal adoptada por el "Consenso de Washington", al estabilizarse los precios, bajarán las tasas de interés y se iniciará la recuperación económica. Sin embargo, en el caso emblemático de Ecuador, aun cuando su economía no sufría de hiperinflación se aplicó el "shock dolarizante" en el 2000, pero la inflación en lugar de disminuir el primer año creció 45% y el siguiente (2001) todavía estaba en 40%, lo cual demuestra que el automatismo y los efectos inmediatos pronosticados por los mentores de la dolarización no se cumplieron en ese país, aunque a partir del tercer año efectivamente se fue reduciendo la inflación. Esta experiencia demuestra que la dolarización per se no es suficiente para vencer la inercia inflacionaria y que tal como se demostró en Brasil (1994), sin dolarizar su economía, mediante el "plan real" fue posible salir de la hiperinflación, abatir la inercia inflacionaria, recuperar la estabilidad monetaria y el crecimiento económico sostenido.
  1. Proponen la dolarización como condición inicial y expedita para desencadenar el proceso de estabilización de la economía, a partir de un control de cambio fijo mediante la adopción del dólar como moneda de curso legal para abatir la hiperinflación, generando confianza en los inversores y creando las condiciones para reiniciar la senda del crecimiento económico. Se le atribuye a esa medida propiedades mágicas y universales, que parten de una interpretación simplificada del fenómeno económico y de su especificidad sociohistórica, pretendiendo despojarlo del sesgo que le imprimen los intereses de clase en juego, de los impactos que tendrá en el ámbito sociopolítico y de su incidencia en el enfoque estratégico para lograr el equilibrio fiscal y concretamente, en la definición de los ganadores y perdedores así como, las variables de ajuste del déficit fiscal que sigue a la dolarización. Esas variables de ajuste, entre otras son, el endeudamiento externo, la reducción del gasto público y la reestructuración del Estado, la carga tributaria, las privatizaciones, la reducción de subsidios, las inversiones públicas y el salario.
  1. Para hacer la dolarización atractiva para los trabajadores y beneficiarios de los programas sociales, se ofrece "dolarizar el salario" y la aplicación de subsidios planos en dólares para toda la población adulta y joven. Esta es una oferta engañosa porque se refiere al salario nominal y no al salario real, el cual independientemente de la moneda en que se exprese, su valor se mide por su poder adquisitivo tomando como referencia mínima la Cesta Básica, lo cual se resuelve con la indexación, tal como está previsto en el artículo 91 de la Constitución. Eso significa que se puede lograr un salario real elevado, suficiente y estable sin necesidad de dolarizar la economía. Con ese señuelo se intenta distraer la atención de los trabajadores, de los impactos sociales y políticos "colaterales" que traerá la aplicación del programa neoliberal que está detrás de la dolarización, en materia de desempleo, desregulación laboral y entrega de la soberanía.

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[i] El PIB de EEUU es 62 veces el de Venezuela

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