El importante mensaje a la nación del conductor de victorias. Calladitos se ven más bonitos

No siento especial predilección por escuchar al presidente Nicolás Maduro, valoro mucho mi tiempo como para desperdiciarlo tan fútilmente. Sin embargo, como venezolano que amo a mi patria y me preocupa la situación del país no dejo de estar alerta ante cualquiera posibilidad de solución para la severa crisis moral, institucional, política, y económica que sufre nuestra querida Venezuela.

Por alguna extraña razón los venezolanos seguimos guardando un mínimo de esperanzas de que, en un instante de suprema iluminación, nuestro presidente obrero, conductor de victorias, y paladín de la paz, pueda girar el bus, colocarlo en reserva, y devolver al país a la ruta democrática. Y no es que treinta millones de venezolanos seamos ingenuos, o estúpidos, más bien pecamos en nuestra buena fe, y todavía creemos que la cúpula madurista es un gobierno común y corriente, como cualquier otro en el mundo civilizado, definitivamente se nos olvida que, los que destruyeron la patria de Simón Bolívar son seres sin ningún tipo de escrúpulos, a quienes el país solo les sirve como refugio para evitar su ineludible destino carcelario, al que están condenados todos los criminales que han sacrificado a sus pueblos por su hambre omnímoda de poder. Todavía pensamos, que los asaltantes del erario público nacional pueden tener en algún momento un gesto de coherencia y sindéresis, suficientes para devolvernos las libertades fundamentales que amerita la democracia para poder subsistir. Preñados de buenas intenciones seguimos esperando el milagro que se resiste a llegar, a pesar del coro de oraciones, aunque se nos pelen las rodillas en el intento.

El pasado domingo reconozco que volví a caer en la trampa, la curiosidad termino venciendo a mi estricto sentido de la lógica que me indicaba continuar deleitándome con el juego de estrellas de la NBA en compañía de mi pequeño hijo, por el contrario, pulse el control de mi TV para conocer de primera mano la sorpresa que nos iba a anunciar nuestro flamante y aventajado presidente; con algo de suerte esperaba ser testigo de excepción de un sincero llamado al dialogo, donde se fijaran los acuerdos necesarios para rescatar algo de nuestra atropellada institucionalidad, y que el país pudiese este año tener unas elecciones transparentes que nos permitan salir de la pesadilla que estamos viviendo, o tal vez, simplemente, el surgimiento de algunas medidas para controlar el tsunami económico que arraso con el poder adquisitivo de los venezolanos, sin embargo, una vez más, mi capacidad de asombro se quedó corta ante la desfachatez que pude observar justo a las 8:55 de la noche.

No sé cuantos segundos o minutos tarde en reaccionar, en primera instancia pensé que la torpe actuación de los mimo jerarcas representaba la antesala de la alocución presidencial, que luego del ridículo espectáculo tendríamos el mensaje con los anuncios prometidos, la sorpresa me termino sorprendiendo más de lo esperado, de repente todo había acabado, la cadena nacional de radio y televisión consistía en una dinámica sesión de aprendizaje de Maduro y su corte de su nuevo curso de lenguaje de señas, querían sorprendernos con sus avances, nos querían decir sin palabras que ahora no necesitan abrir la boca para seguirnos jodiendo, que sin hablar pueden continuar burlándose de la paciencia de la gente, que ya está llegando a niveles de erupción colectiva, simplemente querían ratificarnos que Venezuela es su gigantesco circo, y nosotros, su público, estamos obligados a aplaudir sonoramente desde la gradería.

No puedo describir con palabras la indignación que se apodero de mí, ya ni siquiera pude concentrarme en el espectáculo deportivo que acaparaba mi atención minutos antes, me imagino que el mismo sentimiento recorrió el país de extremo a extremo, solo una pregunta quedo revoloteando en mi cabeza, ¿Cómo es posible que un gobernante pueda llegar a tal nivel de cinismo?, en una situación como la tragedia que atraviesa Venezuela lo menos que se puede esperar es que el gobierno asuma una actitud responsable, y presente soluciones para tratar de enmendar el problema, que por lo menos lo intenten; aunque, creo que en este caso continuo pecando de optimista.

Pero lo más lamentable de la sorpresa del domingo es la sistemática burla al pueblo, ni siquiera hacen el esfuerzo por disimular, cada acto de la cúpula gobernante nos demuestra la total ausencia de sensibilidad, de amor al pueblo, de responsabilidad, y lo peor es que esas acciones nos acercan cada día mas a la debacle absoluta, al fin de la democracia, y la destrucción del país. La sorpresa del domingo contiene un mensaje, mas subliminal, pero contundente, para la cúpula ya no importan las palabras, el clamor del pueblo es un eco vacío que se pierde en el infinito, la vieja práctica política de escuchar a la gente para ellos ya no tiene ningún valor, las palabras son una amenaza, el silencio colectivo es la nueva estrategia perfecta, condenar a Venezuela al mutismo absoluto, que nadie alce la voz nunca jamás es su objetivo final. El lenguaje de señas no maltrata los oídos, calladitos se ven más bonitos.

leisserrebolledo76@gmail.com



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