Criterio de la productividad carece de su fuerza natural; y es cuando la gata se monta en la batea, ocurre que vitales empresas afines al Estado que debieran estar en óptimo de producción, reflejan inoperancia de sus gerencias encurtas de la desidia a falta de la voluntad de prestar soluciones adjuntas al trabajador.
La parcelación corre el hito del adueñamiento político y demarca cambios con mismo tutelaje; hay un circuito cerrado en turnos de apoderamiento: hoy para equis, mañana zeta y el circuito permanece intacto. Cabe destacar que no solo hay totalitarismo de sahariana, también le hay de atavíos comunes mentados civil y entre ambos comparten atmósfera; en todo caso ya esa modalidad viene del acervo transcultural del primer coloniaje y de ulteriores apropiamientos de causa oligárquica derivada del semillero mantuanismo que conserva espacios en los poderes económico-social-político, lo que por ende, posibilita el aval de su representatividad obstaculizante en cambios de una revolución en marcha.
Lo que no se acaba de entender, (quizás por la premisa: bajos niveles políticos) es: ¿cómo es qué en este percance la industria permanece en licencia de los anómalos ideológicos sin menor perturbación en su ejecución arbitraria, cuál es la razón del simulado indulto y en qué beneficia al Estado-Gobierno y cuánto perjudica a la gran masa trabajadora que es directamente la más agraviada por estos hechos? La industria está siendo puente para forjar al nuevo boliburgues, colchoneros de la política sacan partido hilándose de la influencia arribista que impulsa a determinados grupos que se instauran con motes alusivos al falible ideal; persiste la contradicción, ésta gira dentro la confusión, desorienta y cada cambio no provee. Un paso para adelante y dos para atrás, y allí el desgaste agota al tiempo que trascurre improductivo. Se hace cada vez más menester el cumplimiento de transferir al Poder Popular Obrero/Trabajador la empresa.-
