Hay descuideros que se van sin ser juzgados

Suele ocurrir; y lastimosamente, se va haciendo costumbre y el delito pasa por debajo de la mesa de la justicia, lo que despierta en incompresibles, el osar por emular mismas acciones deshonestas a falta de precedentes de probidad. Hay quienes pueden testimoniar presenciales desfalcos cometidos a la cosa pública en los que casi nunca auditorías posteriores dan razones ni mucho menos el señalamiento de sus culpables, fenecen en el tiempo del repetitivo olvido.

Se emplea en cada transición todo un rito burocrático que acumula infinidades de informes con posibles amaños que dejan mal asentado deslinde de culpas, omisión y responsabilidades unilaterales en muchas de sus veces de impúdicos ocultos hechos punibles. Se maneja con receloso cuidado lo de la conveniencia que mide el grave impacto político, alevosía que echa a tierra cualquier posible jolgorio; y entre uno que otro profesional paisano o miñón, tal y como el gato, cubren con arena la ñoña, pero la fetidez se mantiene en ambiente y rompe la mucosa del oliente. De tal forma que aunque el que se va como el que viene tapareen sombrías cosas, consigan resistencia para que cumpla el sutil olvido y no triunfe la norma de la moral. Tampoco es que esto es el todo universal ni aplicable a la generalidad; pero, de que vuelan-vuelan y de que los hay los hay. Y en aras de sustraer viejos preceptos para corregir bien o erradicar mañas, es que se hace pertinente en cuanto a empresas de Estado, el fiel funcionamiento de los CPT que transfieran potestades no sólo a miembros de ese organismo, que no ha de claustrarse dentro de poderes absolutos sino más bien abrir la participación a fin de colegiar el protagonismo que nunca permita se formen los descuideros y que el cambio edifique un inexorable equipo de irrompible proba honestidad para así ir forjando de temple-acero revolucionario al neo trabajador socialista de firme convicción ideológica, de eficacia y de eficiencia.

Pero el ejemplo ha de estar a las puertas de la dirigencia, sin esa figura todo se desvanece, y hay que recordar que ya es tiempo de transferir competencias y el trabajador es la elemental palanca para el despegue hacia una productividad con tecnología propia, del audaz invento y del prudente cambio social-laboral.



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Omar Ignacio Pinto


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