En las relaciones internacionales es una doctrina comúnmente usada para interactuar con un enemigo significativo, a través de un intermediario en vez de tener una confrontación directa. Esta doctrina fue empleada en buena parte de la segunda guerra mundial y durante la guerra fría era una práctica cotidiana entre las principales potencias militares, que controlaban y que aún siguen controlando, el monopolio de las armas nucleares en el mundo. Sin embargo, aunque ya finalizó la Guerra Fría y no estamos viviendo una tercera guerra mundial, en la actualidad las potencias desarrolladas, continúan ejerciendo esta doctrina política para hacer control de daño en los países periféricos y así confrontar indirectamente a las potencias enemigas.
En esta guerra silenciosa donde el enemigo de mi enemigo es mi amigo y el amigo de mi enemigo también es mi enemigo, se puede comprender como Venezuela es víctima de una escalada de ataques anti-rusa y anti-china por parte del Gobierno de los Estados Unidos, para romper con la alianza estratégica entre Rusa, China y Venezuela.
Igualmente, Venezuela es considerada un país estratégico por su cuantiosa riqueza petrolera, ya que tener el privilegio de contar con el acceso, control y dominio de los recursos energéticos para una potencia extranjera como los Estados Unidos, sería una garantía importante para la independencia energética y el fortalecimiento de la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Al respecto pocos recordaran en la actualidad el caso de Ucrania que fue el pretexto de la industria del gas, para hacer realidad su eterno sueño de exportación de fracking, sin importar las repercusiones sobre las comunidades locales o sobre el calentamiento del planeta. Una estrategia que de pronto se convirtió en un asunto de seguridad nacional, para vender en el mercado mundial una superabundancia de gas, que permitía generar la dependencia energética obtenida mediante el fracking petrolero.
Por lo tanto las crisis a veces son sospechosamente creadas para obtener ganancias privadas. Y el sector industrial más hábil para instaurar estas crisis, es el sector global petrolero, el cual lo usan como excusa para derribar las restricciones de exploración en campos petroleros, para avanzar en la producción y exportación de fracking petrolera e igualmente para fomentar los controvertidos acuerdos de libre comercio.
Sin duda alguna, pareciera que la crisis de moda en el mundo es Venezuela, inducida por los principales lobby petroleros entre ellas la Exxon Mobil, la cual tiene el interés, no solamente de controlar las mayores reservas petroleras probadas del mundo, sino que además desea conquistar el monopolio de los mercados internacionales para atraer la inversión de nuevos capitales privados. Estas agresiones se ejecutan conjuntamente con la cooperación de los países gobernados por las oligarquías locales que están subordinadas a las órdenes del imperialismo y que actualmente corren el riesgo de perder su hegemonía política, amenazados por causa de la crisis del sistema neoliberal y por el resurgimiento de los movimientos populares revolucionarios de izquierda.
Es en este sentido que la oligarquía colombiana se suma a los ataques en contra de Venezuela, para solidarizarse íntegramente con la oligarquía nacional venezolana la cual se encuentra gravemente comprometida y presionada por las transnacionales petroleras, que necesitan con urgencia garantizar el acceso, control y dominio de las mayores reservas petroleras probadas del mundo.
Es por ello que los Estados Unidos planean utilizar como intermediario al Gobierno servil de Colombia, para confrontar y atacar indirectamente a la Revolución Bolivariana y así evitar un conflicto directo con Rusia o China, por lo tanto Venezuela debe evitar a toda costa cualquier tipo de provocación o confrontación directa con el amigo de mi enemigo que también es mi enemigo es decir evitar cualquier confrontación con Colombia.
Politólogo y Ms. C. Ciencia Política
Twitter: @tarazonsegnini
Correo electrónico: jgtsegnini28@hotmail.com jgtsegnini28@gmail.com