Ruralidades

Los garimpeiros de La Paragua

No es cuento. Lo que complementa al introito de éste artículo periodístico, lo dijo uno de los intrigantes más “bulleros”, de esos fanfarrones que gritan la aparición de minerales preciosos en nuestra Guayana. De los desgraciados acontecimientos en la selva de La Paragua, el “bullero” declaró que “tiene pruebas que hay 13 personas más desaparecidas que presenciaron los asesinatos… éstas personas fueron montadas en los helicópteros, les quitaron la vida y las diseminaron en la selva…” (Nueva Prensa de Oriente 2-10-06).

Mal; mal, para el voluble y embustero personaje. A toda mentira se le detecta alguna contradicción. En éste caso, si el farsante por una parte dice que tiene pruebas y de seguidas “…vamos a investigar”, no puede pretender que los venezolanos lo privilegiemos ni siquiera con el derecho a la duda. Es más, este embustero arrodillado, no debe abrogarse la raíz indígena. Es ofensivo a nuestros hermanos kariñas, que se le endilgue el ascendiente de un hombre que saltó la talanquera de la valentía de nuestros compatriotas indígenas. De un hombre que una vez asimiló la firmeza de la juventud comunista, cuando ésta lo rescató de la mala vida que sufren esos muchachos que fueron arrinconados y descerebrados por los gobiernos adecos y copeyanos.

Un hombre que no tiene el coraje de informar con franqueza los verdaderos motivos por los cuales pernoctaba en cualquier parte, incluidos cementerios, encubre la crueldad de aquel sistema contra la juventud, cuando prefiere decir que “tuve que dormir en un cementerio para escapar de la persecución política”.

Embustero. Cuando a nosotros nos perseguían y encarcelaban, el ahora garimpeiro no era político. Quizás empezó en la política cuando los jóvenes comunistas lo rescataron del limbo de esos camposantos. Lo que no supo aprovechar, a pesar de su incorporación al movimiento de los Matanceros lograda a través de sólidos contactos. El hombre no aguantó dos pedidos del jerarca adeco Leopoldo Sucre Figarella y unos garrotazos con manguera inflada para que “esos ñangaras crean lo de mi sacrificio por los trabajadores”.

Ahora, ese mismo personaje salta de nuevo a la palestra a “defender” a los mineros, cuando ya el gobierno del presidente Hugo Chávez, los está rescatando de la esclavitud, a la que por decenas de años los han sometido los avaros del oro y sus garimpeiros armados. Nunca antes, el voluble traidor, se había percatado que sus colegas de hoy, los garimpeiros internacionales, entran a la selva venezolana en plan de asesinar a nuestros hermanos indígenas, de manera de quitarlos del medio y así no tener quien se les oponga en sus perversas maniobras para robarse nuestros valiosos minerales, con lo que, de paso, dejan a los verdaderos mineros venezolanos en la más espantosa miseria, cuando no enterrados con todo y montaña, en esos grandes cráteres en que convierten la selva.

Esos muertos por la canalla, nunca antes tuvieron dolientes como no fueran madres, esposas e hijos; como sí los han tenido hasta hoy los envalentonados garimpeiros por parte de sus cómplices, por supuesto. Y en cuanto al desgraciado acontecimiento de La Paragua, uno entiende lo que dijo el presidente Chávez: una desproporción fusil-escopeta. Pero el primer mandatario, consciente militar que es, no habló respecto a quién o quiénes hicieron los primeros disparos. Seguros estamos que, como nosotros, el presidente de todos los venezolanos, incluido Andrés Velásquez, esperará las experticias acompañadas de informaciones de buena fuente, para pronunciarse respecto de dónde vinieron los primeros tiros.

Por su parte, el traidor traicionado, con sus aspavientos para que lo escuchen en la embajada de Norteamérica, no se escucha a sí mismo cuando vocifera y adelanta juicios de hechos no comprobados. Él no estuvo en el sitio de los acontecimientos. Su alharaca dice mucho de la desesperación de un hombre quebrado. La indiferencia de los amanuenses del imperio, le crean insomnio. Es que los avaros capitalistas y sus vasallos tradicionales, exprimen a los advenedizos. Y ya éste, es un evidente de la mentira. A hombres así los desechan los comandos de la cizaña.

Así paga el diablo a quien le sirve de rodillas.


pedromendez_bna@yahoo.es




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Pedro Méndez


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