Ahora sí es verdad que la vaina se está poniendo fea, y bien fea. Más fea de lo que muchos piensan. Las vivencias hacen que uno escriba la paja que juega garrote. Esto se está poniendo color de hormiga de la brava. Escribo este pajerío porque estoy viviendo en carne propia, veo cómo se está viviendo en carne ajena, los que les queda una ñinguita de carne porque se está quedando en el hueso. Nos estamos secando y no es precisamente por traición a al comandante Chávez, sino de tanto caminar buscando unos centavito en efecto y nada.

Casi todo el mundo está en las mismas condiciones en las que estoy yo. Caminando y dando cabezasos de arriba abajo, de banco en banco sin ningún resultado positivo. Cansao, desesperao, flacuchento, caminando ocho y diez kilómetros diarios porque no hay efectivo ni para pagar pasaje. Caminar y caminar para nada. Los bancos pelaos, los taquilleros viéndose las caras, "no hay efectivo, no hay efectivo" y pa’tras.

He vivido en lo poquito que me queda de carne propia momentos desagradables, momentos de cansancio, momentos de desespero. Tengo que echar, no el cuento porque es una realidad, sino la tragedia de varios días comenzando el lunes 8 hasta hoy, estoy mamao.

Resulta que tengo unos centavitos en al Banco Bicentenario que no dan ni para comprar un pollo pero que son míos. Desde ese lunes ese Banco no ha entregado un céntimo a quienes hemos ido día tras día a retirar unos cuatro reales para salir de aprietos entre pasajes y gastos obligados. El lunes 8 nada, el martes 9 nada, el miércoles 10 nada, el jueves 11 no fui pero regresé el viernes 12 y nada; y debí venirme a pie echándole bola más de una hora caminando; eso cansa, eso da verraquera.

Sábado y domingo lo pasé sin un céntimo en el bolsillo. No pude ir al mercado porque me sacan los ojos con los benditos puntos. Si en efectivo un arroz lo puedo comprar en 55 mil bolos en efectivo, con el punto tengo que pagar 120 mil. Nos están desangrando, nos están secando, nos están desapareciendo, nos están llevando y no son los diablos.

En esa avenida donde funciona el Banco Bicentenario funcionan varios bancos. Patica pa’ que te tengo agarre avenida arriba. En el Banco Plaza ni un centavo, más arribita Banesco, limpios de bola, solitarios, el personal con caras largas y cortas. Seguí pa’lante a paso de vencedores y llegué al Banco de Venezuela, por cierto el Banco de mi pensión pero que no puedo retirar nada porque como soy el hijo de la panadera, mi cuenta es sólo para compras. Todos los cajeros sin medio y la gente dando carajazo como locos.

Con la mamazón de un loco sentía que podía aguantar un buen rato más echándole bola y llegue al Banco del Caribe. Allí como que pasó el diablo desnudo. "No hay efectivo, no hay efectivo". ¡Qué vaina, carajo! Animo, Pedro Rojas, dale duro a las patas y sigue tu rumbo a probar suerte. En la acera de enfrente el Banco Mercantil, al lado el Banco Exterior, luego el Banco del Tesoro y de ultimito un banco que llaman Banco Plus y allí se esfumaron las esperanzas. Limpio e’ bola y mamao arranqué a darle la noticia a mi pana que es mi esposa quien me estaba esperando para solucionar en algo. "Aquí estoy, la misma vaina desde el lunes 8 sin un centavo en el bolsillo. Esta vaina me tiene cansao y medio obstinao".

Y no es para menos. Y a todas estas están tratando el caso como algo normal. No se le busca alternativa. A la final a mí no me interesa ese poco de bancos, mi interés es el Banco Bicentenario, donde tengo mi "riqueza", mi "fortuna", pero tengo que escribir este pajerío porque no me aguanto. Esto ni me lo merezco yo ni ninguno de los que andan dando carajazo buscando unos centavitos porque la mamazón es inaguantable. Esta vaina está grave, sumamente grave.