Cada día es una experiencia más de esas que no vivíamos desde hace muchísimos años por allá por las montañas donde nacimos. Caminar era una necesidad. Si no había carretera mucho menos había carro que no fuera el de Fernando, un ratico a pie y otro caminando. También viene a mi memoria un amigo que al llegar se le preguntaba que si te dieron la cola y contestaba: nada de eso me vine caminando a pie. Hemos llegado a los tiempos de otrora no porque no hay carreteras ni carros sino porque vivimos mamando y locos sin un centavo ni para pagar un pasaje.
Les cuento una vaina que me sucedió hoy (ayer). Uno de los tantos días que uno amanece con el indio atravesao y sin medio en efectivo en bolsillo. Donde vivo no conozco casi a nadie porque no es mi costumbre visitar casas ajenas, así me lo enseñó mi vieja. Tuve que pagar el costo de un delito del cual yo no tengo la culpa. Me tocó echarle bola caminando a pie todo por la mamazón y el efectivo que ha sido un verdadero castigo.
Resulta que arranqué las 3 y 5 de la tarde de hoy (ayer) en el carrito de Fernando, un ratico a pie y otro caminando a paso largo porque la vaina no era ahí mismito. Son 3 kilómetros y medio aproximadamente los que me clavé a paso rápido para cortar el tiempo. Me preguntarán que a qué?, bueno a meterle un fiao a un hermano mío que vende queso al otro lado de la ciudad pero billete tras billete porque yo creo que ni cuenta en el banco tiene para la bendita transferencia que no sabe lo que es eso.
Me la eché de deportista. Me creí uno de esos pendejos que salen a caminar echándosela de gran vaina con un frasco de agua fría en la mano y van trago a trago. Yo arranqué sin agua y sin un carajo que no sea las ganas echar el fiao porque no tenía efectivo ni para pagar un pasaje que son 2 mil bolívares la ida y 2 mil la vuelta. Mi hermano sabía a qué iba pero nunca se imaginó que llegaría a pie. ¿Por dónde te viniste? Por derecho, me vine caminando a pie. Estás loco, me dijo. Descansé le eché el fiao y arranqué pa’ tras.
Fueron 7 kilómetros que tenía años que no los caminaba y mucho menos a echar un fiao; además porque mi hermano vende un queso calidad a 160 mil, mucho más barato que por donde yo vivo que se la echan de ricos y tiene un costo de 260 mil el kilo. 7 kilómetros por 100 mil de diferencia vale la pena pero hay que echarle bola.
Qué alguien me diga cómo soluciono este peo. Que alguien me diga si este problema del efectivo no es gravísimo y peligroso. Que si la bendita transferencia. Cómo carajo le pago yo dos mil bolívares por transferencia a un chofer que está echando el hígado por la boca de tanto trabajar para medio comer y sin teléfono; y el mío que es un perol que me costó 39 bolívares.
Esta mamazón me ha hecho vivir experiencias de esas que a uno le calienta la sangre por la impotencia; por la forma cómo se burlan del pueblo. Sudé la gota flaca ida y vuelta. Ahí tengo el kilo de queso. Mañana me las paga, pero tengo que salir a dar carajazo a ver cómo carrizo le consigo ese efectivo a mi hermano que se condolió y me dijo: tranquilo, chico, me lo traes cuando consigas, porque con dos o tres caminaítas como esta de hoy vas a desaparecer.
Por eso es que hay que escribir paja y más paja, para que se sepa lo que se sufre cuando el de a pie tiene que andar a pie, caminando a paso gigante para cortar el tiempo, mientras los ricos, esos que están enquistados a las alturas siguen diciendo que la solución es la transferencia, que aquí no pasa nada. Ojalá que nunca les pegue el sol de frente como me pegó hoy echándole bola 7 kilómetros para echar un fiao, además el queso es de primera y vale la pena.
