Barullos entre burócratas despiertan sospechas en la "sinceridad política", por cierto, no existente o de ninguna credulidad por parte del pueblo. La tonada le toma a los envueltos en jaleo un acomodaticio pretendido de otra mentira o del tira y encoje en el que fuiste tú y el bumerán queda en medio de la duda, pero ¡ojo! Que las "dudas" son de ellos, el pueblo está clarito y no necesita de taparear con marramuncias, se reserva él, el derecho a juzgar, porque lo que está a la vista no necesita anteojos; además, evidencias, dejan claras huellas de los irrefutables hechos probados que condenan conductas impropias de un revolucionario.
Pero la política todavía es praxis de los viejos esquemas de la politiquería que todavía también permanece como táctica-estrategia en aquellos/as venidos de la deformación política del IV Punto Fijismo, de sus zangaloteros del oportunismo, que suponen que ya casi en 19 años de revolución este pueblo sigue siendo el mismito pendejo electoral al que se pueda seguir arengando, sino con bellas frases incomprensible, con la inútil demagogia y la presión de la disciplina solamente aplicable a bajos estratos ideológicos; válgase decir, al militante común, al cual se le considera idiota en eso de la interpretación de los hechos palpables.
Tiros por la culata no asienta cabeza en ciertos políticos que haciendo siempre de las suyas aspiran mantenerse en roles de inadecuado protagonismo. Pero en nada beneficia a la revolución frenar lo inocultable y hacer de perogrulladas que el pueblo jamás acepta, que quizás omita, pero que nunca olvida, mas, sabe cobrarles con creces políticas; porque entre cielo y tierra, no hay nada oculto, eso, se lo asegura el pueblo bolivariano, chavizta y revolucionario.
La mejor solución está en no ocultar verdades por muy duras que éstas sean, afrontarlas y quedar siempre bien pardo con el soberano pueblo que premia la verdad y que no admite y castiga la mentira.
