Hablando claro

La odisea de un pensionado

Si buscamos la palabra perfecta para ponerle nombre y apellido al gravísimo problema de los que ya doblamos la esquina y vamos para la otra los días que se tiene que ir al banco a que le entreguen "la cantidad que les dé la gana" los "días de pensión" como dicen mis panitas los "viejitos", la palabra perfecta es: ODISEA, serie de penalidades que pasa alguien para llevar a cabo algo.

Es un viaje de larga duración que no se le puede llamar sin retorno porque se vuelve a la casa no sea sabe a qué hora. Un día, 15 horas y hasta dos días con el lomo prendió en el sol es el tiempo que se pasa a las puertas de un banco para cobrar la pensión, los que pueden retirar dinero en efectivo, yo no, porque con mi tarjeta no se puede, soy "el hijo de la pandera, q.e.p.d.".

En verdad es una serie de penalidades que hay que pagar con plantón como castigo. Dificultades que estoy seguro que su juventud ningún viejito pasó por ellas. Cada mes los abuelos dejan un pedazo de la vida que les queda en las puertas de un banco. Los están "matando" y nadie presenta una solución que de verdad resuelva. Como que a nadie le importa si vive o no. Se llega hasta la burla, el irrespeto, la desconsideración.

Mi caso en lo personal de alguna manera tendré que resolverlo porque necesito dinero efectivo. Miento si digo que había ido a un banco a cobrar porque no puedo hacerlo con mi tarjeta de débito; pero la necesidad me obligó a vivir en carne propia las calamidades y la odisea de todos los meses de los que dieron su vida bregando de sol a sol.

Mi esposa sufriendo de la columna, tratamiento médico y reposo absoluto. Yo en las mismas condiciones por un accidente tránsito que me dejó padeciendo por una fractura en la columna vertebral pero estoy una ñinquita mejor que ella. Me vi en la obligación de acompañarla haciendo la cola mientras ella esperaba sentada al lado en un restaurant.

No fuimos el 20 porque suponíamos que era un despelote como todos los meses. Decidimos ir el 21, llegamos a las 8 y 50; allí comenzó mi plantón en el medio del sol hasta la una de la tarde que tuvimos que abandonar por cansancio y una cita médica a las 2 de la tarde. Volvimos el viernes 22, nos presentamos a las 7 y 20 de la mañana, la senté en una silla y allí comenzó mi lomo a llevar sol nuevamente como cuando era conuquero.

Desde esa hora hasta las 11 y 50 que logré entrar y ubicarle una silla a mi esposa hasta la 12 y 45 de la tarde que abandonamos la entidad bancaria. Fueron 9 horas interminables con mi dolor que a juro tengo que aguantarlo. No puedo estar parado en su solo sitio. De allí un taxi hasta el Seguro Social a una cita médica a la 1 y 30. Muchos me han dicho que eso fue suerte, que muchos llegan a las 4 de la mañana y cobran a las 3 de la tarde o el otro día si a caso.

Imperdonable y no hay solución alguna. A nadie le interesa el pedacito de vida que pierde un pensionado cada mes en el sol y muchas veces sin echarle un bocao al buche. Inventaron que la solución es la bendita transferencia, pago electrónico, que si el mensaje de texto. Esa no es la solución. El 80% de las personas no están en condiciones de solucionar con esa propuesta, la solución es dinero en efectivo. El 80% no tiene teléfono inteligente ni bruto, tampoco computadoras en su casa. El 80% no sabe hacer transferencias entre ellos yo, y quien lo sabe necesita dinero efectivo, no un dinero virtual que no soluciona las necesidades del día a día.

La cómica es mi caso. No puedo retirar dinero efectivo por taquilla. Que retire 10 mil por cajeros que nunca tienen dinero; y si así fuera no puedo ir 17 días continuos a perder el pedacito de vida que me queda en el medio del sol 40 horas por lo menos. Necesito pagar pasaje, comprar al carretillero, una empanada en la esquina, un refresco al bodeguero, un desayuno en el kiosco, una patilla, una lechosa, un melón, en el frutero, o lo que me dé la perrísima gana, pero no puedo, porque mi tarjeta es solo para comprar donde haya punto de venta y eso me tiene más que enfermo.

Esa es la tragedia, esa es la odisea, esa es la canallada que sufren los "viejitos" cada mes a las puertas de un banco y a nadie le importa un pito. Nadie soluciona. Siempre la mentira y el engaño por delante.



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Pedro Alfonzo Rojas

Antiaco, columnista, premio regional de periodismo de opinión 2016, telegrafista, tipista, montador, diagramador, coordinador, gerente de producción, editor de noticias TV; y sobreviviente de las violaciones de derechos humanos y laborales en gobierno de AD.

 pedrorojas56@hotmail.eso

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