¿Tiene razón Vladimir Villegas?

La tiene al haber respondido en tono alterado por lo que escribimos para Aporrea hace varios días, en eso no hay problema. Sobre otros aspectos es conveniente aclarar algunas cosas.

Una: Como se sabe, se trata de un periodista que ocupó altos cargos durante el gobierno de Hugo Chávez y ahora mantiene una presencia permanente dentro de la opinión pública a través de la televisión. Por lo tanto, quienes estamos expuestos a la eventual influencia que ejerce, tenemos el derecho de alertar a los demás para defendernos si la consideremos dañina, tramposa, sustentada en medias verdades con fines de expresa manipulación. Que el personaje se indigne y adjetive por las opiniones que tenga un desconocido acerca de lo que él dice, es su legítimo derecho, pero es el mismo del público para rechazar las patrañas comprobables de su propia palabra.

Dos: En su respuesta, el periodista hace unas denuncias que de ser ciertas, por supuesto que son condenables, deben ser sometidas a investigación y a severa sanción; pero ello no puede significar a priori, que el infame proceder de unos carceleros o sus jefes se le atribuya a la política del Estado venezolano actual como lo pretende Vladimir. Los órganos policiales cometen abusos en todos los países del mundo, el asunto clave está en la acción implacable de un gobierno para minimizarlos y castigarlos siempre que ocurran, como ha sido la norma de estos años desde Chávez hasta Maduro, con sanciones casi inmediatas en la gran mayoría de los crímenes cometidos contra la población. En todo caso, de la aclaratoria inequívoca que dé el gobierno a esta denuncia concreta, o a otras de igual naturaleza, dependerá su futura credibilidad en este campo.

Tres: Mientras tanto, miles de los crímenes cometidos durante la cuarta república, que Vladimir Villegas reconoce de reojo en su escrito, no fueron producto de excesos policiales aislados, sino de una política del Estado venezolano, alineado con el plan de seguridad y defensa implantado por Estados Unidos para toda la región. En aquella época no se trataba sólo de individualidades policiales, sino de organizaciones criminales abiertas y clandestinas sufragadas y dirigidas desde los gobiernos de AD y COPEI con asesoría estadounidense, para la aniquilación planificada de aquellos luchadores sociales que pudieran haber representado peligro para el sistema de explotación capitalista. El periodista quiere hacer ver que durante la cuarta se respetaba a los presos y familiares, mientras que en la quinta no. Alguien que indague un poquito de la historia contemporánea de Venezuela, podrá observar que se trata de una perversa manipulación, digerible fácilmente por una audiencia que en alguna medida puede desconocer el pasado reciente de su propio país, sobre todo los jóvenes, inducidos lentamente a la esquizofrenia para acabar con un "gobierno asesino", fabricado desde los medios de comunicación.

Cuatro: La otra maniobra se basa en la utilización del concepto de presos políticos. Quiere hacer ver que los opositores son presos de conciencia, y no por haber cometido delitos, comunes o políticos, pues silencia el motivo de sus detenciones. Si un universitario de la oposición quema una guardería y va preso, no lo califican de incendiario sino de un estudiante secuestrado por el gobierno; cuando un oficial de la Fuerza Armada es detenido por robar en su cuartel, deja de ser un ladrón para convertirse en soldado disidente, si acepta repetir en público las recetas anti chavistas de siempre; el político que habla en una plaza para intoxicar de odio a sus adeptos que los lleva a ocasionar muertos y destrozos, no es considerado un instigador a la violencia pues al ser encarcelado, se convierte en la reencarnación de Nelson Mandela, pero a diferencia del verdadero, el devenido mártir yace en un cuchitril con mini gimnasio, internet wifi, jardín organopónico y parrillera eléctrica. El propósito es arropar con el manto de la disidencia intelectual a toda una caterva delincuencial para mostrar al mundo que esto es una dictadura y que el país debe ser "socorrido" por países democráticos como Estados Unidos, Colombia o Brasil (¿?). Claro que hay presos políticos, pero no por sus ideas, sino por cometer crímenes con motivaciones políticas, como poner bombas, incendiar edificios, asesinar personas, destruir la naturaleza, todos con el objetivo de derrocar al gobierno violentamente, al que le cuestionan el derecho a defenderse de tales agresiones; porque son tan cobardes que cuando los detienen por sus acciones, se presentan como pobres víctimas con ayuda de los propagandistas de los medios de comunicación privados.

Sobre tales asuntos, consideramos importante al menos hacer un requerimiento y una sugerencia. 1. Que los órganos oficiales aludidos aclaren cuanto antes de forma pública e incuestionable, las denuncias que el periodista hizo en su escrito en aporrea del 12/09/2017; guardar silencio sería reconocer esos crímenes; no castigarlos, ser sus cómplices. 2. Que los que atienden a personajes mediáticos de este tipo tengan cautela. En la Venezuela de hoy abundan los que se esconden detrás de una profesión u oficio para enmascarar sus verdaderos objetivos al servicio de las clases dominantes, como el de falsificar la historia para engañar, dominar y volver a los pueblos contra sus verdaderos aliados.

 Correo henryarroyo@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2394 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter