La casa de los alacranes (III)

Tomado del libro ¨el sable y la espada¨, CAMINO AL PODER Año (2.009) De Luis A. Santos Lemus.

La partidocracia lastimó profundamente el tejido social del país, haciendo de la corrupción un arte de la cultura del engaño y la tramposería. Se impuso la figura de las comisiones, los testaferros y empresas de maletín, y en el pueblo las dádivas, las láminas de zinc, del bloque y del ripio, estas prácticas hicieron a la gente miserable en el alma.

La corrupción tocó todas las instancias del estado, desde el gran jefe hasta el más humilde portero se pervirtieron en esta conducta inmoral. La oligarquía venezolana ha sido una clase PARASITARIA del Estado, se creó una especie de ida y retorno de capitales, entre ella y las elites políticas de Acción Democrática y COPEI.

El desarrollo de una violencia sistematizada y orientada a la perpetualidad del poder, generó respuestas de movilización popular y lucha estudiantiles contra todo atropello, acentatuandose un proceso autoritario y militazación del país. Los tribunales militares se transformaron en instancias últimas de sanción contra dirigentes gremiales, estudiantiles y populares. La figura de rebelión militar se aplico indiscriminadamente contra sectores campesinos y a todas aquellas personas que promovieran, ayudaran o sostuvieran cualquier movimiento armado para alterar la paz interior de la República. Así los habitantes de Capiricual, Carabobo, Las Minas, Querecual, Cerro Piedra, El Hatico y Barbacoa, caseríos del Oriente del país sintieron la feroz mordida de la llamada Dirección de Inteligencia Militar (D.I.M.), en su afán de sembrar el terror, a punta de culatazo, y patadas, arrasaban con lo poquísimo bienes y los hombres que se encontraban presentes en el momento de la acción militar, dejando a los niños, mujeres y ancianos al desamparo. A todo campesino sobreviviente de la tortura se le abrió juicio por rebelón militar.

Miles de muertos, miles de torturados, miles de desaparecidos y miles de violentados es el saldo en sangre de los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Calderas y Carlos Andrés Pérez principalmente.

Los monstruos ejecutores en primera persona de tantos crímenes siguen disfrutando de buena salud, conviviendo con gente decente, o ejerciendo el poder como su oficio de siempre.

Es la violencia de la clase dominante aplicada por el Estado burgués en el ejercicio de su perpetualidad. Se abrieron posibilidad para que la oligarquía nacional reforzara su poder en el manejo de los recursos fiscales en la promoción de su propia actividad financiera; así, el Estado garantizaba el dominio de clase, y a la vez, le sirve de palanca vigorosa en su crecimiento económico. El estado puso en mano de la clase dominante la riqueza del tesoro publico para dar impulso a un proceso productivo basado en la industrialización de algunas áreas de servicio, a la vez, ejercía con eficiencia la aplicación de la represión.

El proceso político venezolano, que tiene su punto de partida en los procesos electorales de 1.998, se viene desarrollando dentro de un marco caracterizado por la confrontación directa y abierta de los grupos económicos contra un proyecto social que amenaza sus privilegios y derechos. Un plan contrarevolucionario puesto en marcha desde el mismo instante en que la oligarquía visualiza al nuevo gobierno como un enemigo mortal a su interés de clase. Todas las mascaras de demócratas cayeron, dando paso consiente a una ultraderecha dispuesta a poner en practica las fatídicas lecciones del fascismo.

Cinco años de intensa lucha de clases, donde se combinaron acertadamente actividades legales con prácticas terroristas, acciones parlamentarias con actitudes de desconocimientos a la institucionalidad. Otrora consignas del pueblo trabajador fueron asumidas por los poderosos, alimentando el espíritu de las concentraciones y toma de calle, se utilizaron todos los medios de luchas y se transitaron todas las vías de la sedición. Sin embargo, en correspondencia ante una situación tan peligrosa, la izquierda se limito a dar declaraciones y manifestaciones en defensa de las políticas gubernamentales; no hubo la propuesta de crear mecanismos populares de combate para enfrentar la contrarrevolución en marcha. La izquierda en conjunto no supo reconocer la realidad de los hechos, y actuar en consonancia con lo que vieron o ignorarlo. La esperanza de un pueblo entrapada entre la conciliación de una izquierda perezosa que hizo una pésima lectura de la historia.

La izquierda no se reconoció en el Chile de Salvador allende o en Nicole Ceaucescu en Rumania, o en Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Panamá, o en Guatemala. Ahí, donde la experiencia fortaleció al fascismo. La Izquierda no se reconoció así mismo.

El once de abril, fue el momento perfecto para la plena realización de un esfuerzo redentor, la oligarquía invoca su libertad en nombre de todos, disponiendo de la libertad ajena como una extensión de su propia verdad, y avanza con la multitud a conquistar el poder, su modo de vida y sus privilegios.

A pocas horas del asalto a palacio, la oligarquía retrocede recogiendo la bandera, y decide, que la rebelión es muy peligrosa, podría generar un conflicto apocalíptico de consecuencias impredecibles, sumamente difíciles de manejar, y optan poner su destino en mano de ventureros especialistas en técnicas de tumbar gobiernos.

No era necesario reforzar con hechos de extremo terror a una multitud que estaba saturada de odio y dispuesta a combatir. El crimen al azar, al mejor estilo hitleriano, a lo Nerón para culpar al otro, fue una traición contra el juramento colectivo de fidelidad en la lucha.

La oligarquía domesticada en el uso del Estado que todo lo resuelve, recurre a un grupo de oficiales que le garantizaría ¨el retomo al sitial de honor del que nunca debieron bajar ¨. Estas muertes necesarias daban paso a la tarea militar última y definitiva. Como Saturno, los malditos devorando sus propios iguales.

Once crímenes y setenta y ocho heridos al filo del fusil abrieron las puertas del infierno.

La traición, es parte del proceso dialectico de la violencia en este particular episodio humano. Se escogieron a los hermanos de arma, a los compadres, a los que trascienden sus relaciones humanas a lugares de familia. Se escogió al General Guaicapuro Lameda, Francisco Uson Ramírez, Carlos Molina Tamayo, y Manuel Rosendo. El Golpe militar fue posible, independientemente del gran esfuerzo de la acción mediática, a la deslealtad de un grupo de militares que sucumbieron a la tentación del poder.

Con el logro de la rendición del Presidente, se desataron las pasiones fascistas contra funcionarios del gobierno, militares y contra la embajada de Cuba, los demonios recorrieron el país con la fortuna para el pueblo de que la victoria le fue breve, un poco más de cuarenta horas.



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