La paz: una obligación política

Analizar las causas políticas que nos han conducido a la actual situación es el objeto de este artículo. Esas causas tienen que ver con la conducción política de nuestra sociedad, es decir con la forma como se ha desarrollado la política en los últimos 10 o 15 años, en donde todos hemos participado por acción u omisión, y donde todos tenemos que ver con esa conducción política del país: todos somos entes activos en la sociedad, todos somos actores políticos con responsabilidad.

La política lo es todo: y los seres humanos -políticos por antonomasia- nos conducimos en el mundo político, en el cual vivimos y flotamos allí como peces en el agua. El asunto del origen de la actual situación - peligrosa y extrema- tiene que ver, desde luego con lo político. Más allá de la condición estructural y sistémica de la economía nacional, altamente vulnerable y dependiente de diversos factores tanto internos y externos, que sabemos, tiene su incidencia en la actual situación problemática; más allá de las particularidades propias de nuestra sociedad, y nuestras tradiciones, producto de nuestro mestizaje étnico, social y político; y más allá de las coyunturas actuales en el ámbito internacional, delicadas al extremo, que del mismo modo inciden en la situación, he querido analizar las causas que nos han colocado en esta suerte de patíbulo indeseado, poniendo la lupa en el accionar político de los venezolanos durante esta última década, y lo primero que hay que acotar como elemento de análisis es la polarización. Ahora bien, la polarización es un resultado normal en el desenvolvimiento político de cualquier sociedad o nación, pero aun cuando de algún modo, en cualquier circunstancia, siempre va a haber personas que opinen de un modo y otras que lo hagan de modo contrario, lo malo es que la polarización acumule altos decibeles de ruido, producto de la acumulación de cargas, con lo cual la polarización, se torna peligrosa por decirlo de alguna manera por efecto de la intensidad de las cargas. A mi modo de ver nuestro gobierno ha contribuido a esa acumulación de cargas.

Cuando en las elecciones del 06-12-98 ganó la fórmula del proceso de cambios liderados por el comandante Chávez, la clase política desplazada con sus aliados y asociados, los puntofijistas, quienes han sido y son parte del paisaje político venezolano, se armaron para combatir la propuesta del líder de la revolución: que es ni más ni menos que un cambio revolucionario a perpetuidad de la Nación-Estado venezolano, lo cual se empezó a materializar de modo inmediato con la aprobación de la Constitución del 99 y que se fue perfeccionando en el tiempo, gracias al látigo de la contrarrevolución, y que alcanza su proyección definitiva, luego de una serie de pruebas de fuego iniciales -golpe de estado, sabotaje petrolero, reacción imperial, etcétera- con la declaratoria del Rumbo al Socialismo, al que se apuntaba la sociedad toda. En términos marxistas eso es en píldoras digeribles: el proceso de la lucha de clases, en el cual la burguesía venezolana va a ser desplazada en lo político y lo económico por un proceso que terminara en la Dictadura del Proletariado.

Este proceso extraordinario, que en el caso venezolano se ha venido desarrollando hasta ahora en relativa Paz y en Democracia, ha estado signado por el lado de nuestro oficialismo por un ventajismo institucionalizado en dos ámbitos, el primero en lo material: que se manifiesta en el uso de recursos básicos para las ejecutorias políticas, y el segundo, en el ámbito del conocimiento sustantivo que ha venido detentando de manera monopólica nuestro gobierno y que se caracteriza entre otras cosas por el monopolio de elementos simbólicos, intelectuales y estructurales donde destaca el novísimo constitucionalismo revolucionario, surgido a partir de la promulgación de la Constitución del 99, terreno en el que la denominada oposición ha sido totalmente nula y ha demostrado una supina ignorancia.

Para explicar lo anterior, es necesario acotar que el gobierno siempre ha estado dos o tres pasos adelante en la guerra política que se ha desarrollado producto de proceso de lucha de clases con respecto a la oposición, porque el sector gubernamental domina los elementos material y de conocimiento que son factores claves en esa guerra particular y simbólica que se lleva a cabo. La oposición para compensar esta desventaja estratégica, ha apelado al empleo de la violencia sistemática como táctica. Desde los inicios del conflicto hasta el presente, cuyo punto de inflexión el golpe de estado de 2002, esa táctica de violencia ha cobrado cientos de vidas humanas en el pueblo venezolano. El pueblo venezolano ha puesto los muertos, es el pueblo el sufrido en la contienda, pero el pueblo debe y saldrá favorecido luego que de concrete la suma integral del proceso político en progreso, el saldo a favor debe ser en desarrollo, felicidad, justicia social, orden, estabilidad política y ética. La oposición política venezolana no ha sido capaz de articular una propuesta decente y creíble que esté debidamente sustentada en elementos simbólicos, estructurados que se nutran de posturas filosóficas capaces de hacer frente al mapa de navegación que presentó el presidente Chávez desde el principio, el cual ha sido glamorosamente coherente y que ha tenido su asidero en las esperanzas del pueblo, al que le llegó con sencillo lenguaje y cálido acercamiento. La oposición que tenemos en Venezuela y que hace falta como complemento de un sistema político nacional, lamentablemente, no ha presentado ni siquiera una oferta electoral sería que pudiera despertar interés en el pueblo y sumar para el capital político nacional, pero manipulando a un sector radicalizado, ha sacado su provecho político en base a la violencia el chantaje y la traición a la patria. Por su parte el gobierno ha manipulado el tema diálogo de una manera que ya es inaceptable, poseedor como sabe de ventajas sustantivas en ese terreno, el gobierno no ha usado la mesura ni el espíritu de altura para trabajar el tema del diálogo político y por tanto, es responsable por omisión de la escalada del conflicto. Eso aunque suene duro hay que decirlo.

Pero la situación actual ya con decenas de muertes, ha alcanzado unos ribetes dramáticos e inaceptables y hay que decir de modo claro que ni el ventajismo material y político-ideológico del gobierno ni la violencia indiscriminada de la oposición audaz y atrevida deben continuar. No se puede dejar que se siga deteriorando más la vida socio-política e integral de la nación. El juego opositor se nutre con muertos y el gobierno nuestro no puede seguir en la misma onda política, porque el conflicto avanza hacia un estadio no deseado por nadie. Es necesario poner un freno. La convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente es una jugada magistral del gobierno que preside el compañero Nicolás Maduro.

La Asamblea Nacional Constituyente se la ve como apropiada, necesaria y pertinente y está cabalmente aplicada desde el punto de vista legal y constitucional, en ese sentido es incorrecto todo lo que han dicho para desacreditar su impecable convocatoria, la cual se hace conforme a lo establecido en la letra del capítulo III correspondiente del título VII de la CRBV. La ANC es un mecanismo de protección previsto en la CRBV para salir de una crisis peligrosa en la que pueda estar la sociedad venezolana, la cual proporciona una salida ya sea transformando al Estado, creando un nuevo ordenamiento jurídico o redactando una nueva carta magna; la convoca y la ejecuta el pueblo de Venezuela conforme a los artículos 2, 70, 348 y 350, los cuales se refieren a la residencia del poder constituyente en el pueblo, los modos de participación en lo político del pueblo y la forma de convocar y de ejecutar el mecanismo de Asamblea Constituyente. Pero posibles beneficios que se deriven de su aplicación están aún lejos de verse, y el trayecto hasta su elección e instalación están aún distante. El gobierno tiene la más grande responsabilidad en la conducción de un proceso constituyente que puede ser salvador o enterrador. Hace falta mucha sabiduría, ponderación, previsión, ecuanimidad, y espíritu de unidad en estos momentos.

Venezuela es un país privilegiado en todo sentido, y es tierra de utopías, nuestra historia es aleccionadora y nos debe guiar en estos momentos, hay muchos ejemplos en nuestra historia que podemos tomar como referentes y como inspiración, yo creo que hay que aplicar la inteligencia, coraje, y humildad en la política, consejos y conceptos que vienen del arte de la guerra de Tsun Su. Nosotros podemos ganar la batalla política y alcanzar nuestra dictadura del proletariado en Paz. Aquí somos pocos, casi todos nos conocemos, la mayoría del pueblo es cristiano, todos debemos ser bolivarianos, no hay necesidad de transitar una guerra funesta de la que nos arrepentiríamos siempre, estamos a tiempo de lograr un destino bueno para todos, nuestro gobierno tiene una gran responsabilidad, el pueblo siempre va a apoyar la causa de la justicia y la libertad. Tenemos la libertad y a partir de ese bien inestimable legado de nuestros mayores, podemos conquistar los otros bienes a que somos acreedores. La paz es totalmente posible y es una obligación.

Correo: richardgilbertocastro@gmail.com



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