Pueblo en baile de oligarquía: Víctima del descontrol

El fascismo propicia alto matices y mucho contenido de crueldad inapropiada para seres sin desquicio; apela a la ofuscación, a endeblez del que ignora para embrollarlo en su lascivia, medios y métodos de apropiación de la voluntad del otro mediante el instigo especulativo, son mecanismos de bárbaro-horror, son aprehendientes de psicología aplicada, caotizan a la higiene mental, invaden a la incomprensibilidad para convertirle en hipocondría colectiva, en el sublime manejo de masas invidentes del raciocinio, de noluntades, de rehuir al hecho y no poder.

Por eso, asombra ver que la humildad social llegue a congeniar con el verdugo de su destino, el que le hace creer que aboga por él, por su libertad y jamás logra descifrar de su abismo o acequia de conducta al margen de la realidad, y le envuelve, víctima y victimario a su vez, confuso, de inoperancia de la razón, con fuerza mal inducida y de contraste a su perfil humano, difícil de recuperar toda vez cae en el asedio sutil y su inconsciente se esconde tras la sombra de la psiquis programada.

Salir de ahí, infiere de un extensísimo y delicado tratamiento, mientras más se encuentre dentro de ese, el caudillismo hipnótico, menor la posibilidad para sanar de su anomalía mental.

Quizás peor llegue a ser el uso de esta fatal arma que implosiona el conductual humano al del uso nuclear, es sigilosa, corroe el tesón natural de la convivencia entre seres, que el animal "sin razón" instinta por naturaleza dando respeto a su especie, eso de que: (tigre no come tigre) y luego, (si lo come lo vomita) ley de conservación, me parezco a ti, soy tu igual y la imprudencia consiste en no reconocernos y apuñalar lo humano e inconformar de que nazco, vivo y muero.



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Omar Ignacio Pinto


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