Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, así les arda a muchos de los que son y han sido sus detractores, que difícilmente encontramos en la historia Venezolana un gobernante más capacitado y mas incansable luchador por Venezuela que Hugo Rafael Chávez Frías. Pero como todo ser humano cometió numerosos errores que impidieron el éxito total de su gestión para poder hacer de Venezuela un país ejemplar a nivel mundial. Sin duda alguna, muchos de esos errores, hubiesen podido ser evitados o corregidos a tiempo, de haber contado con colaboradores cercanos, o del sector de la oposición a su gobierno, si estos hubiesen sido menos egoístas, envidiosos, mezquinos, y más honestos y predispuestos a colaborar para mejorar las condiciones de vida del pueblo venezolano. Pero sucedió, que los de su entorno fueron útiles solamente para adularlo, organizarle marchas, concentraciones y eventos proselitistas, etc. Nadie, salvo muy contadas excepciones, se atrevía a criticarle nada, ni a sugerirle algo con respecto a la toma de decisiones importantes en su gobierno, es decir, solo fueron útiles para convertirlo en caudillo y es claro que una persona no puede por sí sola, gobernar un país y menos aún, construir el socialismo. Para esto es indispensable además, el concurso de los trabajadores, profesionales, estudiantes, militares, etc. Por otra parte, los dirigentes opositores se fijaron como única meta, obstaculizar todas las acciones del gobierno y derrocar al presidente, incumpliendo con la más importante y sana función de una oposición política verdaderamente nacionalista, como lo es denunciar o resaltar los errores cometidos por el gobierno para que sean corregidos en bien del país. Es evidente que esa absurda conducta de la oposición venezolana la hace además responsable directa de la grave situación que actualmente está viviendo el pueblo venezolano.

No podemos esperar que el presidente del país, por sí solo, cumpla todas las funciones y resuelva todos los problemas, el país somos todos. Lo hacemos entre todos. Con mayor razón dentro del socialismo.

Después de cierto tiempo de estar ejerciendo el gobierno. Después del asesoramiento de connotados expertos nacionales e internacionales, además de acumular cierta experiencia en el arte de gobernar, Chávez le propuso al pueblo venezolano encaminarse por el modelo socialista. Un modelo que ya parecía enterrado en la historia, pero que ofrecía, después de ciertas consideraciones y reformas, la posibilidad cierta de ser una alternativa al modelo capitalista para gobernar a Venezuela.

Es así como el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, convocó un domingo de enero de 2007 a los empresarios privados, pequeños productores y pueblo en general, a participar en la construcción del Socialismo Venezolano, aclarando que este modelo incluía un sistema de economía mixto.

Durante la transmisión del Aló, Presidente 264, desde el estado Cojedes, Chávez llamó a todos los venezolanos, y en particular a estos sectores, a despojarse de los temores infundados en torno a que el Gobierno Nacional tuviera intenciones de irrespetar la propiedad privada. Señaló que el modelo socialista de Venezuela sería original y no debía ser comparado con ninguna experiencia anterior, ni siquiera la cubana, porque cada territorio, cada tiempo y cada pueblo tienen sus particularidades que los hacen muy distintos.

«Cuba es Cuba y Venezuela es Venezuela. Bolivia es Bolivia en su tiempo y su espacio. Digo todo eso para ratificar el llamado a construir el socialismo del siglo XXI. Socialismo con particularidades. Una de ella es un modelo de economía mixta. No negamos la propiedad privada», afirmó.

En tal sentido, recordó que ese derecho está consagrado en la Constitución Bolivariana aprobada en 1999. «En Venezuela estamos construyendo un modelo propio: un modelo de economía mixta. No negamos la propiedad privada, sólo que ésta debe estar cada vez más en función del bienestar social», enfatizó.

Explicó, asimismo, que también existe la propiedad social, constituida por aquellos recursos estratégicos, como el petróleo, la energía y la agricultura, que no pueden ser privatizados, sino que deben ser administrados por el Estado.

Hasta este punto, la idea del Nuevo Socialismo, o el Socialismo de Siglo XXI parecía excelente, pues consideraba la inclusión de la propiedad privada como parte integrante del sistema económico del país, como nunca antes se había considerado dentro del modelo socialista.

El grave error de Chávez en la implementación de ese nuevo modelo socialista consistió en haber permitido y fomentado la asociación del capital público con el capital privado.

Otro grave error de Chávez fue el haber creído que el socialismo lo podía construir una sola persona, al no haber involucrado directamente a la mayoría de la población en dicha construcción. Pero, por ahora, analizaremos el primero de ellos.

Está bien que el capital privado forme parte de la economía venezolana. El capital privado sí, pero que los capitalistas traigan sus dólares, sus maquinarias, insumos y tecnologías para producir en Venezuela. Que aquí les compraremos lo que necesitemos y les reconoceremos precios justos, competitivos, sin trabas, sin subsidios, sin preferencias; con derecho a exportar sus excedentes, etc. Pero el estado no deberá ser socio de ellos. Esa alianza se convirtió en la principal causa de la corrupción en el país y la mayor oportunidad para fugar capitales, generando el monstruoso desfalco que sufrió la nación venezolana. Pero, lo peor de todo es que esa política económica, que posiblemente Chávez la hubiera tratado de corregir posteriormente, el actual gobierno la ha profundizado hasta el extremo de asociarse con más de ciento cincuenta empresas mineras transnacionales para explotar el Arco Minero del Orinoco, así como crear empresas mixtas petroleras, y Zonas Económicas Especiales para favorecerlas, violando abiertamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. No obstante, el gobierno sostiene que le tienen montada una guerra económica y que para combatirla es necesario cambiar urgentemente la CRBV, de manera inconsulta.

El estado ha debido conservar sus empresas lo más independientemente posible del capital privado y a su vez, la empresa privada sin ninguna injerencia en el estado.

De manera similar se hubiera debido proceder con las empresas comunales, aunque, los gobiernos locales, regionales y el gobierno nacional estarían obligados a colaborar con ellas en procura de su mejor desempeño. En estas condiciones, Venezuela hubiera contado con una economía mixta, conformada fundamentalmente por Empresas Públicas, Empresas Comunales y Empresas Privadas, independientes entre sí.

Juntos, pero no revueltos.

Todavía es posible y conveniente este modelo económico.

Las Empresas Públicas serán Estratégicas, en la medida en que sus actividades tengan importancia nacional, como por ejemplo: grandes empresas relacionadas con la alimentación, salud, agua, electricidad, telecomunicaciones, comercio exterior, banca, petróleo, transporte nacional, etc., las cuales deberían tener una administración central y serían rigurosamente administradas y auditadas constantemente en todos los niveles.

Por otra parte, tanto las Empresas Públicas como las Empresas Comunales pertenecerían colectivamente a la población. Estas empresas no podrían ser vendidas a inversionistas privados nacionales ni extranjeros por ningún motivo. Ni podrían ser privatizadas.

Fue a raíz de esa política de asociación del sector oficial con el sector privado, que la corrupción se incrementó en casi todos los sectores improductivos del país, como el sector comercio, el sector militar, las aduanas, el Seniat y todos los funcionarios públicos. Se extendió como una epidemia por todo el país, dentro y fuera del gobierno, en los partidos políticos del gobierno y la oposición. El control de cambio junto con el dólar preferencial hicieron posible que muchos familiares y parientes de funcionarios de los gobiernos locales regionales y del gobierno nacional e instituciones oficiales se enriquecieran con suma facilidad e impunidad, producto de negocios turbios, dando nacimiento a una nueva clase económica a la que han denominado boliburguesía. Favoreciendo el enorme desfalco a la nación con la complicidad de empresarios nacionales y empresas transnacionales dejando completamente arruinado a nuestro país. Desestimulando y entorpeciendo todo intento de producción nacional. Hoy Venezuela, después de haber tenido recientemente ingresos de muchos cientos de miles de millones de dólares, es un país arruinado, sumido en una crisis económica, social, alimentaria, política, ética y paremos de contar para no terminar llorando.

Todas estas calamidades que estamos padeciendo se incrementan aún más por la torpeza de nuestros dirigentes, por la improvisación de sus medidas, por la ínfima producción agrícola nacional y la falta de estimulo al trabajo productivo, por el despilfarro exagerado del gobierno, por la dependencia absoluta que tenemos del comercio exterior, por la manipulación mediática que ha servido para que los dirigentes políticos de uno y otro bando callen con respecto a la contaminación y destrucción del país que está generando la aplicación del decreto del Arco Minero del Orinoco, que viola abiertamente nuestra Constitución Bolivariana.

No satisfechos con toda esa barbarie, ahora amenazan con reformar caprichosamente la Constitución para acomodarla a sus perversos planes, con el argumento de que con ello mejorarán la economía del país y nos traerán la paz.

¿Aceptará el pueblo venezolano esta nueva agresión?

¿Aceptará el pueblo que un pequeño grupo de venezolanos le cambie impunemente su Constitución?

En realidad el pueblo venezolano también es responsable de esta situación, pues ha permitido a esa clase dirigente actuar a sus anchas y hacer de este país lo que les ha venido en gana. Pero, ya es hora de enmendar la plana.
Primero que todo, tenemos que dejar de ser tan tolerantes con los funcionarios públicos. Dejar de aplaudirlos tanto. Ellos tienen que cumplir lo que prometen en campaña electoral. Desde el más bajo nivel hasta el presidente de la república tienen que entender que son empleados públicos, que son servidores públicos, que el pueblo es quien debe ser obedecido y temido. Que el pueblo es primero. Que el pueblo es el Soberano, que él es quien manda. Que el SIBCI (Sistema Bolivariano de Comunicación e Información) debe estar al servicio del pueblo y no al servicio de un partido político cuando llega al gobierno. En fin, que los privilegios se acabaron.

El Comandante Chávez prometió meterle la lupa a PDVSA para atacar la corrupción. Lo hizo, y hasta logró destronar la "famosa" Meritocracia. Pero tal parece que la lupa se rompió, o se la robaron, y el cáncer de la corrupción ha revivido y se ha extendido por todo el país, siendo actualmente la mayor y más peligrosa enfermedad que estamos padeciendo. Ahora se hace necesaria, una Auditoría Pública Ciudadana a fondo en todo el país, que extirpe el cáncer definitivamente; pero como hemos observado, para lograrlo es absolutamente necesaria la participación de toda la población. El socialismo se construye entre todos. No es obra de una sola persona.

El capitalismo no es una solución para Venezuela ni para ningún otro país. Mucho menos esa absurda mezcla de socialismo con capitalismo. Venezuela debe retomar el camino del socialismo, pero corrigiendo los errores cometidos y deslastrándose de tantos dirigentes ineptos y traidores. Continuar el verdadero legado de Chávez: "Socialismo o nada". Sin estar inventando repentinamente una nueva constituyente.

¿Quién ha dicho que hacer una revolución es fácil?