Señor Presidente, la grave situación del país, promovida por el extremismo opositor, está escalando indetenible. Decenas de venezolanos están siendo asesinados por las bandas opositoras; atacan y destruyen todo a su paso, ya no guardan las formas el liderazgo opositor, ni esconden sus intenciones. El objetivo evidente es asaltar el poder ya, sin elecciones, sin diálogo, sin acuerdos mínimos. La orden que han recibido de la potencia del norte, con el apoyo de varios gobiernos cipayos de la región, Colombia, Perú, Argentina, Brasil, México, Chile, entre otros, es presionar mediante la violencia subversiva, hasta que ya sea irreversible e incontrolable la situación. Cada día, cada hora, cada minuto que transcurra es precioso para los extremistas; no los detiene nada, ni los cuerpos de seguridad, ni las instituciones, ni la justicia, ni los llamados a sentarse en una mesa, ni las concentraciones del pueblo chavista.
Los dirigentes del complot interno, Freddy Guevara, Julio Borges, María Machado, Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, y quienes les apoyan desde AD, Voluntad Popular, Primero Justicia, Causa R, y Vente Venezuela, echaron todas sus cartas de muerte y destrucción a la mesa; ahora llamarán muy pronto a un paro general, y para ello ya están en conversaciones con Fedecámaras y empresarios que buscan, a cualquier costo, su derrocamiento. Si bien usted tiene el apoyo del Alto Mando Militar, columna vertebral de la revolución bolivariana, ya el pueblo venezolano, o la mayoría de él, está en un proceso de angustia, de desesperación; a la ciudadanía ya se le hace insoportable este panorama, no hay paz verdadera, mucho temor se apodera de los venezolanos.
Con calles y avenidas trancadas por esos psicópatas no permite ir a trabajar, o ir a un centro de salud, o a cualquier actividad normal. Se nota un profundo desgaste en la voluntad de las personas, el terror en las mentes, en el espíritu. Y la guerra a través de las redes sociales es brutal, auspiciada por los extremistas, que aumenta de manera insoportable los temores, el miedo, la incertidumbre, la desesperanza. En artículo anterior proponía, humildemente, medidas radicales, a fin de parar de una vez por todas esta vorágine de violencia opositora; entre otras, decretar estado de sitio, todos los componentes de la FANB en su conjunto protegiendo todos los espacios a nivel nacional, en pueblos, ciudades, arterias viales, infraestructura vital, detención de los promotores del complot y, en última instancia el toque de queda.
El objetivo es detener la escalada con los líderes extremistas enjuiciados y tras las rejas, y, evitar que grupos de terroristas salgan a la calle a asesinar y destruir. Esas medidas, por un tiempo prudencial, hasta tanto se logre la estabilización del país. Desconozco si usted leerá este artículo; en cualquier caso, lo expongo pues estoy profundamente angustiado al ver nuestra patria deslizándose hacia una fatal confrontación, que al estallar será incontrolable, auspiciada internamente, por una derecha criminal. Atentamente.