EL Flaco Américo Silva

El próximo 31 de Marzo, a la memoria revolucionaria le llega un mensaje triste que nos recuerda la caída en combate del Comandante Américo Silva, un combate inesperado dado porque la Guardia Nacional había colocado una alcabala en la vía San Félix – El Pao, en el Estado Bolívar para control de contrabando. Ese golpe no sólo lo sintió el Frente Antonio José de Sucre y la Bandera Roja que siendo él uno de los padres, para ese entonces, combatía en todos los espacios al capitalismo y a los lacayos del imperio norteamericano. Fue dolor para todos nosotros a pesar de que la muerte nace con nosotros y lo sabemos, pero cada vez que se muere un camarada, y más tan prematuramente, queremos no creerlo porque con él se va parte de las fuerzas que con tanto esfuerzo colectivo se ha venido constituyendo una organización revolucionaria, la cual como instrumento del pueblo va abriendo las brechas para que este pueblo se vaya haciendo el sujeto directo de la revolución. Así entendemos nosotros a la vanguardia revolucionaria, como un instrumento del pueblo, un medio, no como la revolución en sí misma, no es un aparato para dominar, sino un arma orgánica para liberar. Así la entendía Américo y muchos de los combatientes que ofrendaron sus vidas por la causa emancipadora, a quienes llevamos en nuestros corazones para recuperar el aliento que ineludiblemente se debilita en las refriegas y batallas con un enemigo que nos aventaja en fuerza y en capacidad de dominio, un enemigo que se apropia no sólo de la riqueza aportada por el trabajador y de las que nos dota la naturaleza, sino también de la conciencia de los pueblos que aún no logra identificarlo como su enemigo. Es por eso que la muerte de un combatiente de las características de Américo Silva, nos aflige, decir lo contrario es auto engañarnos, no son lágrimas cualquiera, son lluvias que expresan el sufrimiento.

La tenacidad de Américo, ha sido descrita por quienes estuvieron a su lado; no se detenía ante los avatares y combates perdidos, era estímulo para no flaquear. Tenía la capacidad de captar esos momentos en los cuales hay que actuar para alentar los ánimos. Se recuerda el caso de la "Toma de Cumanacoa" en el Estado Sucre en los carnavales de 1968, cuando al frente de un grupo de hombres del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre, lanzan una acción en plena elección de la reina del pueblo, con un impacto tal que el espíritu de los revolucionarios se sintieron estimulados para seguir la lucha en medio de sucesivas divisiones, deserciones, presiones de los principales cuadros del PCV y el MIR por abandonar lucha armada, que se levantó con mucho entusiasmo pequeño burgués por quienes posteriormente fueron los principales detractores de esta forma de lucha. En ese momento vivíamos horas donde se evidenciaba el debilitamiento progresivo del movimiento revolucionario. El PCV, ya no era compañero de camino de la guerra revolucionaria, la coexistencia pacífica se había impuesto en su seno y lo había transformado en UPA (Unión Para Avanzar = Retroceder), las ordenes de la burocracia de la URRS eran tajantes para todos los Partidos Comunistas del Mundo. El PRV – FALN, resultado de las vacilaciones generadas por la posición del PCV se debatía en fracturas internas. El dinámico MIR, se estaba convirtiendo en pedazos y las contradicciones grupales y sus intereses lo carcomía. La represión arreciaba en las ciudades y en los campos generando la muerte de importantes hombres y mujeres de la revolución, al movimiento estudiantil se le acorralaba con allanamientos a Universidades, Técnicas, y se multiplicaban las detenciones. Era una situación difícil. Pero, allí estuvo la audacia del Flaco Américo para poner una chispa para re – calentar las ganas revolucionarias; con su acción en el Oriente del país, llamaba a no entregarse, a levantar la lucha, a fortalecer las organizaciones revolucionarias y los vínculos con el pueblo. Nosotros sentimos ese llamado de nuestro Comandante y no mentimos, si les decimos que fuimos alegres a la recuperación del ánimo perdido.

Antes, en 1967, en el desembarco de Machurucutu en Barlovento, la actuación de Américo Silva evitó que la tragedia fuese mayor en esta acción que estaba previamente delatada. El ejército enemigo esperaba a los desembarcantes entre quienes venía Américo y los internacionalistas camaradas cubanos; esta situación de cerco, no amilanó al Comandante y asumió el combate y su sapiencia campesina para cubrir la retirada hasta que se contactó con el Frente Guerrillero "Ezequiel Zamora".

Sin embargo, Américo Silva no era exclusivamente valentía y heroísmo, era el dirigente obrero, el orientador campesino, el padre conciente de la ausencia de sus hijos y de su querida Argelia Velázquez. Era el amigo cariñoso, solidario y desprendido de los bienes materiales, era una cargamento humano, obtenido de su condición de hijo que desde temprano tuvo que asumir la responsabilidad dejada por la temprana muerte de su padre y abandonar los estudios para trabajar con el fin de que sus hermanos menores pudieran continuar sus estudios. Se convirtió a los doce años en un adulto y se vistió en el casi padre sustituto de quien se había ausentado y al lado de esa gran mujer que fue su madre, sumó los esfuerzos para que la familia Silva siguiera con paso medianamente seguro. Américo, es hijo de esta realidad social llamada capitalismo en la cual se ve en un extremo la opulencia y en el otro la pobreza, a él, le tocó vivir en el extremo donde viven todos los hombres y mujeres trabajadores. A la edad en que un niño está jugando con sus amiguitos, Américo, hijo – hermano – padre y desde un portón donde vendía lo que su madre elaboraba, comenzó a despertar, tal vez con la pregunta ¿Porqué hay tanta pobreza en un país con tantas riquezas naturales como el petróleo?. Después descubriría el carácter de clase de la sociedad capitalista, el porqué de la lucha de clases, ahondando en su interrogatorio de joven con sus entrañables amigos y paisanos Simón Saez Mérida y Trino Barrios. Supo temprano que por mucha riqueza que sea creada por los trabajadores en el capitalismo, estos siempre estarán en la pobreza o muy cerca de ella, mientras quienes no trabajan, los burgueses, siempre estarán en la riqueza o muy cerca de ella. Son las dos caras opuestas y evidentes del capitalismo y esa realidad no puede ocultarse, por muchas fachadas que le pongamos. Se templó junto a su madre, con la obligación de no amilanarse ante las dificultades que le pone el capitalismo a los pobres, lo cual muchos ingenuamente denominan "mala suerte". Esa familia fue lo que Américo expresó en su práctica, Simón Saez Mérida que conocía la vida de Américo y su familia, nos describe mejor este confrontamiento diario contra esa embarazosa vida de quienes no tienen más camino que vender su fuerza de trabajo para no morir de hambre: "Algunos en iguales circunstancias, se deprimen, se derrumban y se hunden en la mendicidad y el servilismo. Pero esta familia reaccionaba diferente. Vivía, trabajaba y combatía dentro de una gran rebeldía, de una gran dignidad. La madre marcaba el ejemplo: febril en su lucha por la subsistencia, pero orgullosa y hasta altanera en su pobreza...Y lo encomiable dentro de este marco de lucha y de cólera, la práctica solidaria hacia los demás. Orgullosos y desafiantes frente a los poderosos del pueblo, fraternísimos y solidarios con los débiles y humildes. No es una sensiblería destacarlo, sino la más pura verdad. Y entre el grupo resalta, y lo probó de sobra después, Américo. Todo eso era un buen indicio para el desarrollo de una conciencia solidaria, de una conciencia crítica, de una conciencia revolucionaria."

Como pareja y padre, envolvió a Argelia y a sus tres hijos con el manto del amor que sabe dar un revolucionario a la pequeña manada que le toca construir. Como nos dice la misma Argelia, esa extraordinaria mujer que se quedó con él para siempre, "La historia de la vida de Américo Silva, es como una lámpara encendida que perdura en el tiempo. Está allí con la claridad suficiente para permitirnos hurgar en ella y apreciar el papel de este luchador latinoamericano como hombre integral y revolucionario."

Los pocos momentos que pudo compartir con sus 3 hijos por su condición de revolucionario en condiciones severas de clandestinidad, los aprovechaba para transmitirles su cosechada ternura e intercambiar juegos, combinadas con cuentos y canciones acompañado por un cuatro o una guitarra. Sus hijos en sus recuerdos aún guardan la figura del Américo padre que venía y se iba itinerantemente, y cuando alguien se refiere a su padre por su reconocía valía, se sienten orgullosos de haber nacido de ese hermoso par de seres que fueron Argelia y Américo como pareja y como revolucionarios. Cuando Argelia conversaba de Américo nos dejaba grabado ese Américo que nació, creció y murió amontonando solidaridad y amistad para repartir entre sus camaradas, sus amigos y entre todos a quienes se acercaban a ese ser humano que supo serlo de una manera humilde, sencilla y sin más aspiraciones que la de ser un revolucionario digno de llamarse revolucionario, sin pretensiones de jefe o de llegar a tener privilegios que estén por encima del pueblo trabajador. Era ese camarada, llano, sincero, capaz de decir lo que sentía y pensaba, pero también capaz de oír la crítica proveniente de quienes le acompañaban en la lucha. Tenía gran sentimiento de unidad entre los revolucionarios y eso pueden ratificarlo quienes participaron en discusiones con él con propósitos de unir las fuerzas revolucionarias. El sectarismo no fue vicio de Américo Silva, porque comprendía que el espíritu cerrado de grupo, causaba mucho daño a la revolución por su carácter excluyente, por su poca capacidad de autocrítica y porque conducía al alejamiento de los trabajadores como principal sujeto social de la revolución socialista.

A pesar de su enorme compromiso con la revolución, no estaba allí por ocupar puestos de mando, cosa que lo demostró en su carta escrita desde el Frente Guerrillero Antonio José de Sucre como respuesta a un reclamo que se le hizo por no escribir para ese "disparatado" debate que se libraba entre las distintas fracciones del MIR en el año 1969 (Dirección del MIR, Dirección de la Juventud del MIR y la Jefatura militar del Frente Antonio José de Sucre). Calificamos de disparatado ese debate, porque asistíamos como militantes a un intercambio de documentos (muchos lo llamaron "Guerra de Documentos") los cuales estaban más orientados a los ataques personales y la justificación de los respectivos errores de las fracciones, que a una discusión que condujera a la superación de los errores, a la ubicación de la situación por la que se atravesaba y a buscar salidas que condujeran a la recuperación y fortificación del movimiento revolucionario. Cada fracción actuaba como una secta con sus respectivos justificativos expresados en muchos documentos, era una situación de documentos que iban y documentos que venían, convertida en un círculo vicioso y agotador. Cada uno quería su camino deslindados desde ya hacía algún tiempo y así ocurrió.

Américo fue preciso desde el mismo inicio de la carta dirigida a la militancia del MIR en general:

"Yo Américo Silva, ratifico ante el pueblo y ante toda la militancia que no soy un intelectual, que soy un hombre del pueblo (manque le duela a mis enemigos). Que no tengo más que algunas ideas generales sobre economía, sobre leyes, sobre el arte, política etc. Tengo, (modestia al pipote) de nueve a diez años de actividad permanente e ininterrumpida en la lucha revolucionaria venezolana. Sé lo que busco y como conseguirlo...Las circunstancias en su mayoría ajenas a mi voluntad, han ido colocando a un grupo de hombres a la cabeza del movimiento revolucionario. Esto no fue ni ha sido un plan. Ha sido el producto de la dinámica de este proceso. Yo estoy consciente de que no estoy a la altura de un dirigente nacional revolucionario, pero las circunstancias me han conducido hasta estas responsabilidades y las he asumido. Aprovecho esta oportunidad para comprometer mi nombre ante toda la militancia y el pueblo y expresar que no he tenido ni tengo interés personal en ser dirigente del MIR. Dejo totalmente claro que renuncié al cargo de Dirección que tenía en el MIR y que actualmente sólo soy un militante de esa organización, además juro que no aceptaré ningún cargo de dirección dentro del MIR.

Si se creara o constituyera una nueva organización revolucionaria, juro estar dispuesto a colaborar y a cumplir cualquier tarea. Los compañeros que conocen los entretelones de este 'drama' y que me han apoyado y me han propuesto para cargos de dirección en el MIR, saben que no miento y que me perdonen por defraudarlos (…) mal pueden pedirme mis compañeros, enemigos y amigos, que plasme en documentos ideas sobre diferentes problemas que están en discusión, con el mismo lenguaje y estilo de otros compañeros. Dejo claro que no estoy dispuesto a entrar en el juego de intercambio de documentos por cuanto tengo consciencia de que por esta vía no se consiguen los objetivos. La elaboración de una línea justa debe salir de la discusión franca y abierta de los revolucionarios. He sostenido reiteradamente que estoy dispuesto a sostener reuniones con todos los compañeros, gente del FLN, del PRV, MOSAN y con la gente del partido para ir recogiendo a través del intercambio de ideas, en reuniones, las conclusiones más sanas para salir adelante y allí en colectivo, los compañeros que estén en capacidad de sistematizar por escrito estas ideas, que vayan de forma gradual conformando una línea general para el movimiento revolucionario. Esta es mi posición, esta es mi decisión y disposición. Esta es la causa por la cual no he hecho un documento firmado por mi sólo. Sé lo que busco y sé como conseguirlo. (Extractos de Carta a la Militancia. Américo Silva. 1969).

Con esto Américo se distanciaba de cualquier resabio pequeño – burgués del arribismo que tanto daño hizo y hace cuando se presenta en una organización revolucionaria. Daba muestra de su conciencia proletaria, adquirida cuando trabajo para la Orinoco Mining y pulida en su lucha revolucionaria, en la cual desarrolló las diversas actividades que se daban en el MIR y en la Bandera Roja revolucionaria. Estaba dispuesto a ocupar cualquier puesto de combate y eso para él ya era un privilegio. Estos son los ejemplos a seguir por parte de las nuevas generaciones revolucionarias: héroes revolucionarios verdaderos, porque la práctica revolucionaria consecuente los hace, no héroes de pacotilla, autoproclamados desde las oficinas de un ministerio, aprovechándose de la memoria que se va perdiendo a veces por el tiempo, otras veces, porque interesados en hacerse pasar por abnegados revolucionarios instrumentan mecanismos para que la historia verdadera se pierda.

Américo Silva nos deja un legado, tal como lo han hecho miles de revolucionarios de Venezuela y el mundo. Este 31 de Marzo del 2017, a los 45 años de su caída en combate decimos como él: "La Lucha de los oprimidos por el socialismo, contra el capitalismo y su máxima expresión imperial es diversa y arriesgada y no termina ni con la traición de un desclasado ni con la muerte de un guerrero."

HOMENAJE A AMÉRICO SILVA (45 AÑOS DE SU MUERTE). HOMENAJE A LA MUJER EN SU DÍA (8 DE MARZO). HOMENAJE A CARLOS MARX (134 AÑOS DE SU MUERTE).

VIERNES 31 DE MARZO 2017 - CUARTEL SAN CARLOS – 2 PM.

CONSEJO NACIONAL DE ANCIANAS Y ANCIANOS REVOLUCIONARIOS DE VENEZUELA (CONANCIARVE) FRENTE POPULAR ASAMBLEARIO. ASOCIACIÓN CIVIL PARA QUE LA MEMORIA NO SE PIERDA.


 



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José Bonilla A.


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