Binóculo Nº 230

La Ley de Telecomunicaciones

En mis tiempos de estudiante universitario –hoy casualmente me recordaban algunos colegas que cumplimos 30 años de egresados- tuvimos muchas discusiones en torno al tema comunicacional. Había por supuesto posiciones distintas sobre cómo abordar el problema y hasta qué tópicos tocar primero. Y había, sin duda, conocimiento de la materia, desde los componentes jurídicos hasta los componentes políticos y los debates que debían generarse. Había incluso una coincidencia al tema entre los compañeros que debatíamos: la profunda necesidad de la colectivización de la comunicación y, en el caso de algunos en donde me incluyo, el papel protagónico del pueblo en el ejercicio del periodismo que ya se llamaba alternativo.

Había quienes teníamos conocimiento de las experiencia, tanto de todo el proceso de comunicación popular desarrollado por brasileros y colombianos –sé que había en Argentina pero no la conocí- en la década de los 60, como nuestras propias experiencias en la militancia política en la Venezuela de mediado y finales de los 70 con gente como el camarada Alfredo Maneiro, el poeta Claudio Cedeño y una enorme cantidad de periodistas populares repartidos en casi todo el país. Yo tenía una cámara que era toda de plástico, muy elemental. Con ella aprendí y enseñé, no solo a tomar fotos, sino a revelarlas. Dirigía un periódico que se llamaba "Avanzada Popular" que salía, allá en Catia, cuando los recursos lo permitían. Por esos tiempos leí, fiché y debatí un libro que se llamaba "La prensa obrera y el movimiento sindical" de Emiliano León. Interesado por el periodismo, estudié las reflexiones de Trotsky sobre la prensa y sus conceptos extraordinarios. No olvidemos que fue Trotsky quien entendió primero la necesidad del medio de comunicación para darle forma a eso que se llamó la Revolución Rusa, razón por la que montó una rotativa en un tren y fue ciudad por ciudad imprimiendo Iskra (La Chispa), por cierto, periódico que se financió con el millón de dólares que aportó Rockefeller a la revolución. Todos conocieron esa hazaña como "El tren de Trotsky". Y fue por supuesto, una condición sine qua non leer "¿Qué hacer?" del viejo Lenin, libro que los dogmáticos comunistas nunca entendieron, como tampoco entendieron a Marx, ni a Mao, ni a los grandes teóricos. Siempre ha sido el problema de pensar con gríngolas.

Toda mi generación de estudios de periodismo, allá en la UCV, tenía una preocupación, una visión, un análisis, un conocimiento, una decisión, una propuesta. Sabía lo que decía y cómo abordar el problema de la comunicación en Venezuela.

Todo este cuento viene a colación por ese bodrio que acaba de aprobar la Asamblea Nacional y que llamó Ley de telecomunicaciones.

Yo diría que es una ley dividida en dos partes. 1) Su contenido está cargado de una serie de absurdos que no se corresponden con la realidad del país, como esa de que el Presidente de la República solo puede hacer una cadena a la semana de solo 20 minutos; más un montón de tozudeces por el estilo que no voy a detenerme a explicar. 2) Hay una muy peligrosa intencionalidad que en mi opinión no es otra cosa que traición a la patria, como ese regreso al manejo único del espectro radioeléctrico por parte de las corporaciones y de los lobies de políticos al servicio del enemigo, cuando éste debe ser de monopolio exclusivo del Estado, al igual que la electricidad, el agua, las autopistas, la telefonía, la educación, la salud. Es el Estado el albacea de todas esas propiedades que le pertenecen al pueblo venezolano.

Y hay también una evidencia por parte de la oposición de la más profunda ignorancia en la materia. Leyendo la ley, se infiere de inmediato que le pidieron a la Cámara Venezolana de la Radiodifusión que redactara los contenidos; y obviamente a personeros tan inefables como J.J. Rendón, Carlos Croes, Nelson Bocaranda, Marta Colomina, aunque no a Patricia Poleo porque ellos mismos la consideran una mediocre. Lo han dicho en varias oportunidades.

La ley vigente, que no ese bodrio, ni siquiera es una propia, sino una modificación de la primera Ley de Telecomunicaciones de 1940. Esa fue la ley que pervivió por 50 años, a pesar de los cuestionamientos que se le hacían desde mucho tiempo atrás. La aparición del Consejo Nacional de Telecomunicaciones en 1991, le da un impulso tanto al espectro radioeléctrico como al concepto de concesiones que se mantenían en poder de los poderosos en conchupancia con los políticos de la Cuarta República. Diez años después, con Chávez en el poder, es cuando se impulsan normas de contenido y de responsabilidad en el manejo de telecomunicaciones, muy timoratas en mi opinión.

Y es a partir de allí cuando aparecen muy tímidamente algunos conceptos sobre el manejo de la comunicación, en donde se colaron muchos revisionistas haciendo apenas reformas a las propuestas comunicacionales. Hasta Chávez fue más avanzado en esas propuestas cuando impulsó las radios comunitarias, proyecto al que por cierto se le viene poniendo cianuro desde hace tiempo a fin de que fenezca sin pena ni gloria. Porque toda esa transformación debería tener que ver con la visión, con la formación revolucionaria y con la construcción de la revolución. La comunicación requiere de un nuevo concepto, con una multivisión y un pluricontenido en donde estén presentes todos los grupos sociales. Eso amerita un debate profundo. Ciertamente el avance entre lo que había y lo que hoy tenemos, es gigantesco. Ni se parece ni tiene nada que ver con el panfleto que acaba de sancionar el Parlamento.

Chávez siempre tuvo una profunda preocupación por el tema comunicacional porque entendía que era la forma más avanzada para comunicarse con el pueblo y que el pueblo se comunicara con su gobierno. Y fue una de las personas que más cuestionó la incapacidad de los entes responsables de proyectar el trabajo del gobierno desde el punto de vista comunicacional. Este ha sido el gobierno que más periodistas ha tenido en toda la historia del país. El MINCI debería ser un poderoso laboratorio de producción comunicacional. Sin embargo, no ha podido articular nada que se corresponda con las necesidades del país.

De vuelta al punto, esa ley aprobada por la AN, no es ni siquiera un intento para debatir una redefinición de lo que ya existe. De hecho, es un montón de incoherencias que se parecen más a la irresponsabilidad, que en mi opinión es el comportamiento antipatriota, que a la utilización de un sector extremadamente sensible, delicado y estratégico para el proceso político que vivimos y que algunos esperamos convertir algún día en una revolución.

Lo que hoy existe en materia comunicacional desde el punto de vista de la ley, es a mi juicio, muy tímido. Porque en 1998 cuando el camarada Hugo gana las elecciones, había 250 radios FM privadas. Hoy hay 470, lo que quiere decir que se duplicó, en plena "revolución". La ventaja es que adicionalmente hay 16 públicas, en donde la mayoría no son más que panfletos mal concebidos y mal conceptuados y 240 comunitarias, algunas funcionando bien, pero la mayoría abandonadas a su suerte.

Sin embargo, y a pesar de las críticas, negar el avance en esa materia sería una estupidez. Y permitir que esa reata de ignaros de la Asamblea Nacional, tenga posibilidad de ponerle mano a un sector tan fundamental, esa sí sería, sin duda, una traición a la patria. En realidad, dentro de nuestro proceso hay bastante al servicio de ellos.

Caminito de hormigas…

A pesar de las críticas, la dirigencia opositora está más preocupada en una candidatura presidencial que en el proceso mismo. Pero debe ser una candidatura fantasma, digo yo. Siguen sin entender… Vecinos de las quintas de Naguanagua me refieren que a pesar de las denuncias, esa urbanización se sigue hundiendo. Ningún ente público asume posición… Los chinos insisten en que Venezuela les pague la deuda externa con la refinería de Aruba… La Alcaldía de Los Guayos está quebrada… Cuando desenreden completo el tema de corrupción en la policía de Naguanagua, encontrarán hasta banda de asesinos enfrentados a sus propios compañeros. Uno de ellos es el escolta de la jefa de esa policía. Todos están embarrados. Ignoro por qué el alcalde no se asume posición al respecto.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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