El Ministro Jesús Farías: el etapismo anticomunista y la subordinación de las clases trabajadoras a la burguesía

En las organizaciones de las clases trabajadoras constituidas en territorios del capitalismo mundial entendidos como semiperiféricos (Rusia) o periféricos (América Latina), en los siglos XIX y XX, se desplego una discusión alrededor de la interpretación de las especificidades de las formaciones económico-sociales, por un lado un sector sostuvo que eran precapitalistas, semifeudales y/o neocoloniales al contrario en el otro lado otro sector planteaba su condición de capitalistas y dependientes. La aparente particularidad precapitalista, semifeudal y/o neocolonial suponía que previamente a la construcción del socialismo se necesitaba un desarrollo económico autónomo del capitalismo local que permitiera transcender la subordinación al imperialismo, a las burguesías importadoras y el atraso impuesto por la llamada oligarquía agraria y minero exportadora. Esa tarea rotulada en ese discurso casi siempre como liberación nacional sería concretada por un frente de clases integrado por la denominada burguesía nacional, la clase obrera, el campesinado y la pequeña burguesía progresista (intelectuales). Posteriormente en un tiempo nunca definido, al culminar dicha etapa, las clases trabajadoras podrían romper la supuesta alianza solamente táctica con la denominada burguesía nacional y en el marco de la lucha de clase contra clase construir el socialismo. Un supuesto proceso revolucionario con dos etapas: liberación nacional y después socialismo. El etapismo implicaría en consecuencia el sometimiento de las clases trabajadoras a la denominada burguesía nacionalista, es decir, la perdida de toda su independencia de clase. Otros, en cambio, argumentaban y argumentamos que la condición capitalista y dependiente de las formaciones económico-sociales periféricas implica organizar de forma paralela la liberación nacional y el socialismo, directamente por las clases populares entre ellas con un gran protagonismo la clase trabajadora, ante la existencia de burguesías locales subordinadas a la acumulación de capital mundial. En palabras de Ernesto "Che" Guevara, en su Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, "las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución". Resumidamente no hay ninguna burguesía nacionalista, ni industrial, ni no monopólica, ni como quieran adjetivarla que en términos objetivos tenga contradicciones antagónicas con el capital transnacional, son su furgón de cola.

En términos concretos, en la retórica oficial de la llamada Revolución Bolivariana hallamos la heterogeneidad entre un supuesto proceso revolucionario por etapas o que imbrique en el mismo momento histórico la liberación nacional y el socialismo. En la actual coyuntura caracterizada por la aplicación de un ajuste económico reaccionario que descansa en la contracción unilateral de las importaciones de insumos productivos y bienes de consumo final para cancelar vencimientos de deuda externa y pasivos de Pdvsa y a su vez garantizar la fuga de divisas de la burguesía local y la repatriación de ganancias de las transnacionales, el etapismo se constituye en el discurso institucional del aparato del Estado administrado por el bloque político chavista. De esta manera, la ejecución de una política de atracción de inversiones extranjeras que se materializa a través de la constitución de las Zonas Económicas Especiales y la profundización brutal del extractivismo en proyectos del Motor Minero como el llamado Arco Minero de Amazonas, se articularía en esa retórica etapista a la primera etapa: el desarrollo de una economía productiva, diversificada y que ensanché la canasta de exportaciones. No se niega en el discurso oficial la conveniencia de la transición o construcción del socialismo, sin embargo se afirma que todavía no hay bases materiales consolidadas y una cultura de trabajo que ayuden a superar la condición de rentista e improductiva de la economía nacional. Por ello, según los altos jerarcas chavistas, se necesitaría desarrollar las fuerzas productivas nacionales, sin importar la reproducción de relaciones sociales de producción capitalistas. La contradicción entre el socialismo y una política de concesiones hacia la inversión extranjera se intenta suturar trasladando al futuro la superación del capitalismo, dejando la señalada tarea para una coyuntura histórica en el que haya circunstancias económicas propicias, distinta a la actual determinada por una crisis económica. Contradictoriamente la crisis del capitalismo dependiente, extractivista y parasitario venezolano, que reaparece a partir de 2009 y solo fue encubierta por el incremento vertical del precio del petróleo entre 2001 y 2008, no sería la oportunidad idónea para aplicar medidas como la estatización del comercio exterior y de la banca, una reforma tributaria progresiva, la suspensión del pago de la deuda externa y un plan nacional de producción con control obrero y popular en empresas con un alto nivel de escala económica, que faciliten comenzar una necesaria transición al socialismo.

Entonces, en medio de la aplicación del ajuste económico reaccionario, según el bloque político chavista la actual crisis del capitalismo venezolano se resuelve con una mejor administración capitalista, una solución técnica, que en su imaginario conservador solo puede realizar un representante personal del llamado sector privado nacionalista, el denominado en la retórica oficial como empresario patriota Miguel Pérez Abad, Presidente de Fedeindustria y actual Vicepresidente de Economía del Presidente de la República Nicolás Maduro. En esa tarea, de trasladar la crisis a las espaldas, estómagos y bolsillos de las clases trabajadoras venezolanas mientras se entregan territorios de los pueblos indígenas al capital transnacional como en el llamado Arco Minero de Amazonas con tal de conseguir más dólares con los cuales seguir pagando la deuda externa, se integra el Ministro para Comercio Exterior e Inversión Internacional Jesús Farías, un antiguo militante del Partido Comunista de Venezuela que hasta ahora se sigue asumiendo como marxista, en lo fundamental con la burda excusa del etapismo. Repite, una y otra vez, con total descaro que primero debemos desarrollar las fuerzas productivas y después construir el socialismo. Sin embargo, el etapismo como ya dijimos es solo una excusa para esconder el carácter profundamente reaccionario de las políticas económicas actuales, entre otras cosas porque no hay ninguna burguesía nacionalista, ni industrial, ni no monopólica, que permita un desarrollo económico independiente, solo tenemos en Venezuela un conjunto de empresarios que atesoran riquezas en el exterior obteniendo contratos, dólares subsidiados, créditos blandos, bonos de la deuda con alta rentabilidad y preferencias tributarias del aparato del Estado. Pero, además, el etapismo es un discurso totalmente anticomunista que claudica imponiendo a las clases trabajadoras su subordinación a la burguesía en su conjunto, evitando que luchen con independencia de clase por mejores condiciones de vida y la organización de nuevas relaciones sociales de producción, porque para los etapistas como Jesús Farías: nunca hay condiciones materiales ni una correlación de fuerzas para construir el socialismo, en realidad debemos mantenernos eternamente calmados defendiendo al gobierno chavista mientras esperamos seguramente en la fila de un centro de comercialización de alimentos, medicinas o bienes de higiene personal que nos avise desde su oficina cuando podemos luchar por nuestros intereses de clase.



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Omar Vázques Heredia

Militante comunista y profesor universitario

 @omargvazquez

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