Sobre la ineficiencia

Por qué perdimos esta batalla, y cómo podemos perder la guerra

SINÉCDOQUE: EL KARMA DE LA BOMBONA DE GAS.

A raíz del 6D, todos hemos leído o escuchado distintas interpretaciones que intentan, desde distintos ángulos, analizar la derrota electoral sufrida por nuestra revolución. Yo mismo he tratado de contribuir en esta tarea. No obstante, quizá nada explique mejor el porqué llegamos a esta derrota, que lo que ocurre en estos momentos en Barlovento, y en el país en general, con la compra de una simple y vital bombona de gas de PDVSA.

Uno ve esto, conversa con la gente y, sencillamente, no queda otra que entender, a partir de un caso muy particular como es el abastecimiento de gas licuado, que no es sino un caso entre decenas de otros, hasta qué punto la corrupción, la ineficiencia, el negociado, el enriquecimiento fácil, etc., etc., peor que una maldición bíblica, está destruyendo desde dentro a nuestra revolución como hace el gusano en la manzana.

El caso es que, desde hace ya un tiempo, por razones que al parecer tienen que ver con que los consignatarios de los sitios originalmente autorizados para el abastecimientos de bombonas de gas comenzaron (cuando no) a cobrar sumas adicionales por el servicio, situación que fue denunciada por la población y dio lugar a la brillante idea de eliminar todos esos puntos de abastecimiento que fueron sustituidos por un sistema de reparto directo en camiones que tienen el logo de PDVSA GAS. Pues bien, desde entonces el abastecimiento ha ido haciéndose cada vez más ineficiente. Como todo lo nuevo en el país, los primeros días funcionaba más o menos bien, pero, qué coincidencia, en la medida en que se fue acentuando la guerra económica de la oposición, este servicio se hizo cada vez más ineficiente. Las cosas han llegado a un punto en que la gente tiene que averiguárselas para ir hasta la planta de Caucagua a abastecerse. Vi en Higuerote gente literalmente acampada con sus bombonas en lugares a pleno sol esperando por horas a que pasará el camión. Decenas de bombonas en cada sitio. Pregunto a alguien a cuanto venden la bombona (se supone que tienen un precio regulado de Bs. 5) y la respuesta es, "tienen que pagarla al precio que les pida el camionero, o pagan o se quedan sin gas". Vi, asimismo, gente con sus bombonas en una moto persiguiendo al camión. La gente de Chirimena tiene que pagar hasta Bs.100 por bombona para que un camión particular vaya cada tanto hasta Higuerote a buscar bombonas. El dueño de una pequeña venta de empanadas me comentaba que él no puede depender para su negocio, bastante humilde por lo demás, de los camiones de PDVS, y tiene que asegurarse el suministro de gas pagando un viaje a la planta de Caucagua que le cuesta cerca de Bs. 1.200 para llenar unas cuatro bombonas. Seguro esto se repite en todas partes de Miranda.

Si todo esto es ya indignante, para lo que a nuestra revolución y su futuro interesa, son sus comentarios finales lo más grave: "Lo mejor es que vuelvan a privatizar el servicio, antes uno tenía un convenio y el camión le traía hasta su negocio regularmente las bombonas". Para él, es esta la única forma que conoce para que las cosas medio funcionen y sepa a qué atenerse en materia de precios y suministro.

La persona que esto comenta no es un "empresario" aburguesado y oligarca, es una persona del pueblo, que se ve que trabaja con su compañera en una cocina mínima y sin adecuada ventilación, un local bastante reducido, trabajo al que ayudan, los días de fin de semana, otros miembros de la familia.

Frente a todo esto no queda otra cosa que decir como Cambronne al final de Waterloo:

–¡Mierda!

Ninguna palabra expresar mejor que esta la rabia e impotencia que debe sentir cualquiera a quien le importe esta revolución chavista, frente a tanta falta de sentido común, a tanta ineficiencia, a tanta corrupción impune, a tanta falta de valores y a tanta falta de todo…

Porque, para comenzar, con todo lo que está pasando a nivel internacional con los precios del petróleo, no es posible que una bombona siga costando Bs. 5. No tiene sentido. Y no estoy diciendo que deba venderse a precio de mercado capitalista. Por ahí comienza el problema. Por el asistencialismo clientelar demagógico y populista.

No es posible que con todo lo que le cuesta al país los subsidios al gas y la gasolina, además del costo de mantener a esa "caja negra" que volvió a ser PDVSA tan pronto paso a manos de los "tecnócratas chavistas", no se pueda controlar y administrar eficientemente a unos concesionarios de locales de distribución de gas para que presten un servicio decente y eficiente sin que los vivos de siempre se aprovechen para robarle a la gente. Más de un local de PDVSA Gas, fabricados o remodelados e inaugurados con gran pompa y logos rimbombantes, están por todas partes cerrados.

Sin ir más lejos, es la misma desidia e ineficiencia que vemos cada día en las carreteras de nuestro amado país, donde no hay una sola estación de servicio PDV que funcione decentemente. No hay una sola donde la obligación de tener un servicio de baños que funcione de manera eficiente se cumpla, no hay una sola en que se brinde a los usuarios un servicio de restauración medianamente coherente. Todas son un abandono, todos los baños son una calamidad inmunda. Todas son una especie de ruina que se cae a pedazos y que evidencian que, desde su inauguración, jamás han recibido el más mínimo mantenimiento.

Porque no es posible que, encima de que no resuelven el problema de los distribuidores, la solución, y me refiero a nivel general, siempre termine siendo crear un nuevo sistema o un nuevo organismo, que a la larga esta igualmente destinado a funcionar igual o peor de mal que el anterior. Es este un mal que agobia a nuestra sociedad y que ya Aquiles Nazoa denunciara en su célebre Ralefica del negro y el policía: "Policía con cachucha, policía con pumpá, policía con sombrero y de cabeza pelá,…". Nuestro gobierno chavista es culpable de repetir exactamente este mismo esquema viciado cuartorepublicano. Nunca se resuelven las cosas, nunca se analizan los problemas y se buscan las soluciones, siempre la solución es inventar a priori una nueva institución para sustituir a la anterior, nueva institución que luego hace lo mismo y reproduce los mismos vicios, pero con nombre y logotipo nuevo. Para resolver el problema de la administración de dólares no hay que hacer que CADIVI funcione bien, hay que crear otra, que al igual que la anterior, termina por no funcionar, y cuando esta colapse, vamos creando otra, porque en el fondo, no hacerlo así significaría tener que investigar y establecer responsabilidades. ¿Dónde están los responsables del escándalo de los manejos de CADIVI, los que a través de influencias y comisiones de todo tipo asignaron miles de dólares sobre bases chimbas, a corporaciones de maletín, que nadie nunca se ocupo de fiscalizar, o que no interesaba investigar ni preocuparse luego de si traían o no al país lo que se suponía importarían?

Planteada la situación en estos términos, la única explicación posible para que no se estudien y resuelvan los problemas y se solucione lo que deba solucionarse, es que el "negocio" no es solucionar el problema sino aprovechar el problema para inventar otro que permita, por ejemplo, crear una empresa nueva que signifique comprar una nueva flota de camiones y nuevas instalaciones que redituarán a algunos pingües comisiones. Eso es todo. Así se resuelve todo en el país desde los tiempos de adecos y copeyanos y así ha seguido siendo todo o casi todo gracias al oportunismo de una plaga de burócratas entronizados en todas partes bajo el manto rojo rojito de nuestra revolución.

Finalmente, uno no puede no preguntarse: ¿Dónde está a todas estas el "Protector de Miranda", que se supone que es de allá.

Esta misma pregunta se la formulé a mi empresario de empanadas que, por cierto, hacen a mi juicio las mejores de Higuerote, su respuesta fue: "Si estuviésemos en elecciones, estarían aquí regalando de todo."

Surge entonces su planteamiento de fondo. Según nuestro pequeño empresario la solución es: "hay que privatizar", opinión que, en otros términos, viene a decirnos que el chavismo y su supuesto "socialismo" no sirve. Sin restarle peso a la guerra económica de la oposición, es este mismo razonamiento, multiplicado por millones, una de las razones centrales por las que perdimos la batalla del 6D.

Frente a ello, la pregunta que surge es:

¿EXISTE REALMENTE UNA DIFERENCIA INTRINSECA EN TERMINOS DE EFICIENCIA ENTRE EL SISTEMA CAPITALISTA Y SOCIALISTA?

Vistos desde la perspectiva de los elementos constitutivos del proceso de producción de bienes, el sistema socialista viene a ser sólo la consecuencia del carácter cada vez más social de la producción industrial basada en la división técnica del trabajo dentro del sistema capitalista de producción. En este sentido, la única diferencia estriba, fundamentalmente, en las relaciones de producción características de uno u otro, es decir, en la propiedad de los medios de producción, que en el capitalismo están en manos del capitalista y son, en esa misma medida, el factor que impide el desarrollo pleno de las potencialidades implícitas en el carácter cada vez más social de la producción, relaciones de propiedad que van asociadas al carácter asalariado del trabajo obrero y a la apropiación por parte del capitalista del valor de la producción que este realiza en el tiempo de trabajo que sobrepasa el tiempo necesario para generar el valor de su propio sustento, propiedad que en el socialismo pasa a ser propiedad social de los medios de producción, y el trabajo es retribuido según la fórmula de Marx: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!", dentro de un esfuerzo planificado para armonizar entre necesidades individuales y colectivas. Fórmula que parte del reconocimiento de una condición inicial humana marcada por el énfasis en la desigualdad de aptitudes que fomenta la división entre trabajo intelectual y manual del capitalismo.

La única diferencia entre la supuesta eficiencia (que tampoco es tal) de las empresas privadas, que operan con un "patrón" vigilante de sus intereses de explotador, y una empresa social o de Estado, es que, en el primer caso, al patrón le duele en el alma cada centavo que invierte y cuida que su inversión le retribuya al máximo cada céntimo invertido, y estará atento a exigir que cada quien cumpla con su contrato de trabajo, porque de ello depende su ganancia.

Siglos de desarrollo civilizatorio basados en la explotación del hombre por el hombre hacen que veamos esta explotación basada en el interés individual de enriquecimiento a costa de los demás, como algo natural y como la única forma en que las cosas parecen funcionar, como bien lo demuestra la opinión de nuestro pequeño empresario.

En el segundo caso, una empresa socialista funciona a contrapelo de toda esa cultura civilizatoria basada en la explotación del hombre por el hombre: funciona sobre la base de la solidaridad y la colaboración humana.

Funciona sobre la base de que los bienes producidos mediante la colaboración especializada o no de quienes participan en las distintas instancias del proceso de producción son, ante todo, resultado de la creación y la colaboración humana y no solo mercancía, cuyo principal valor para el capitalista es producir plusvalía, mercancía que siendo creación del trabajador, como tal le es ajena desde siempre a su creador.

Funciona sobre la base de que los medios de producción ya no son propiedad de un capitalista, sino propiedad social, propiedad de la sociedad en su conjunto, es decir, en definitiva, de todos. Por tanto lo que se produce a partir de estos medios de producción de propiedad social no es para beneficio de una persona en particular, sino para desarrollo colectivo, incluido el beneficio a obtener por mi participación en esta producción.

En el caso de la producción socialista, nuestra tarea es doblemente difícil.

En su propósito de alcanzar un desarrollo integral de las fuerzas productivas del país, la misión que enfrenta una revolución socialista es mucho más compleja, no sólo debe cargar con todo el peso de la deuda social acumulada durante siglos sobre la mayor parte de la población explotada y marginada del país sometido desde siempre a la dominación colonial y neocolonial, sino que para ello debe comenzar por luchar para transformar las ideas y convicciones del individualismo, la competitividad basada en el enriquecimiento a través de culto al dinero, el eficientismo basado en la producción de ganancias económica, y el consumo como meta de la realización individual, inculcadas por los sectores dominantes en esta misma población, ideas que son la base sobre la que se sustenta su hasta ahora secular dominio.

Es evidente que detrás de esta idea hay una gran dosis de utopía. No creo necesario defender aquí el valor de la utopía ni tener que recordar la forma intensamente poética con que Eduardo Galeano nos explicaba el para qué sirve la utopía.

Frente a estos dos modelos, así como frente al aparente pragmatismo y realismo del primero, y el supuesto idealismo irrealista del segundo, sólo quedan dos actitudes posibles: O se asume, como pretenden siempre los capitalistas, que es el egoísmo y el afán de lucro personal la fuerza que mueve el mundo, y que el socialismo es una idea romántica que no ha funcionado ni funcionará nunca. O asumimos que la "utopía socialista", como utopía real que de hecho es, no es incompatible con los valores de la racionalidad y la eficiencia, sino todo lo contrario, es el capitalismo, para el cual la única eficiencia que vale es la del productivimo capaz de maximizar la plusvalía, el que ha demostrado hasta la saciedad una irracionalidad que ha llevado y lleva actualmente a la humanidad a las peores guerras, masacres, miseria y hambrunas, y al planeta al borde del colapso.

Ser revolucionario implica, entre otras cosas, optar evidentemente por esta utopía real. Ello por tanto significa que nuestro deber es entender esta utopía concreta, de un mundo posible basado en relaciones de producción donde los medios de producción tengan un carácter social, dentro de las más estrictas formulas de racionalidad y eficiencia social. Si ello es así, es nuestra obligación –al igual que él capitalista que vela celosamente por su interés individual y se asegura que exista toda una superestructura jurídica y política que proteja sus intereses–velar tanto o más celosamente por el interés común, asegurándonos las leyes y las políticas que protejan ese interés.

Por lo mismo que el carácter del ser humano ha sido forjado durante siglos por el interés egoísta del individualismo, nuestra racionalidad y eficiencia debe estar basada en nuestras convicciones socialistas y amparadas por una vigilancia doblemente exigente del cumplimiento de los deberes y derechos de cada quien. No puede haber socialismo sin exigir a cada quien el cumplimiento eficiente de sus responsabilidades frente a la sociedad. Frente al interés y los derechos colectivos debe haber una responsabilidad doblemente exigente del cumplimiento de los deberes individuales y colectivos. Se puede rectificar, se debe rectificar, pero para tener derecho a rectificar cuando fallamos hay que reconocer primero los errores y ser capaces de someternos a la crítica y a la evaluación pública de los otros. El problema de nuestros dirigentes, al menos de la mayoría, es que se pagan y se dan el vuelto ellos mismos.

POR DONDE EMPEZAR SI NO QUEREMOS PERDER LA GUERRA

Nuestros dirigentes, que no dejan de citar a cada paso al comandante Chávez, olvidan ostensiblemente su primer ejemplo, aquél por el cual se ganó el respeto y el apoyo popular, en un país donde nadie reconocía sus acciones ni asumía, para bien o para mal, la responsabilidad pública que de ellas derivan: su ejemplo del 4F.

Los revolucionarios debemos exigir que, comenzando por nuestros dirigentes, hasta el último funcionario y hasta el último militante, seamos responsables de nuestras actuaciones de forma transparente y pública.

Volviendo a nuestro caso, si no queremos perder ahora la guerra, todos los revolucionarios y la sociedad en general debemos exigir, en este –pero también en cualquier otro caso similar – que los responsables de la administración, en este caso de PDVSA Gas, respondan ante el país y ante los ciudadanos en general por lo que está pasando con la distribución de gas de bombonas, así tan solo eso esté sucediendo en Barlovento y así sólo se trate de un problema de ineficiencia. Se debe exigir que sean investigados y despedidos si amerita todos los que estén involucrados, mientras más alto sea su cargo mayor debe ser la sanción. Se debe exigir incluso que haya responsabilidad penal para los responsables, y en lo concreto, se debe acabar de una sola vez con el karma de la distribución de gas. Este tipo de situaciones son en buena parte las responsables de nuestra derrota el 6D. Este tipo de situaciones deben ser consideradas contrarias al interés socialista porque socavan las bases mismas del ideal socialista. La impunidad y la falta de responsabilidad ante los hechos es una de las principales lacras a combatir.

Ello nos lleva a la pregunta más importante. Luego del derrumbe de todos los planes de nuestro gobierno en materia de producción y, sobre todo, en la comprometida situación política en que nos encontramos luego del 6D, ¿se puede plantear un plan de recuperación y desarrollo de la producción nacional sin partir por asumir plenamente y como una cuestión de fondo el problema de la cultura de la ineficiencia generalizada de nuestro gobierno, de la administración pública y del país en general?

No perdimos la pasada batalla electoral sólo por la guerra económica de la oposición, la perdimos en gran parte porque no hemos sido capaces de combatir la corrupción que terminó por carcomer todos los esfuerzos que se hicieron por desarrollar la producción, y porque hemos sido ineficientes en casi todo.

Finalmente, a propósito de las famosas 3R del comandante, pronunciadas luego de nuestra primera derrota electoral en el 2008, después de 11 triunfos comiciales, consigna que ahora quiere rescatar Aristóbulo: Se equivocaba nuestro comandante y se equivoca Aristóbulo. No basta con las tres R. Hacen falta en cada caso las 3E. No hay REvisión, REctificación y REimpulso, si la R no va acompañada de la E de EFICIENCIA, sólo que en REvolución, la E no sólo debe significar eficiencia, sino que debe significar EFICIENCIA REVOLUCIONARIA.

Miembro del PSUV



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Alfredo Mariño Elizondo

Miembro del PSUV.

 marinoa@cantv.net

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