Históricamente y aparte de la trillada clasificación de honestos y corruptos, que por cierto trasversaliza todas las categorías de los homo sapiens y homo brutus, la sociedad contemporánea se ha dividido en grupos sociales de las más extrañas condiciones. Desde una atrevida aproximación empírica cuasi marxista, se pueden distinguir los siguientes grupos:
1. Los que propician los avances de la humanidad en la Ciencia, el Arte y la Filosofía. Como también los emprendedores que luchan desde las más variadas disciplinas por las causas justas de los olvidados, de los eternamente excluidos. En esta primera categoría entran los históricamente incomprendidos: Bolívar, Ghandi, El Ché, Allende, Luther King, Lumumba, Mandela, Chávez.
2. Los de espíritu conservador que se oponen a sangre y fuego a los cambios que los primeros propician, protegiendo intereses de clase y generalmente ligados a grandes consorcios económicos, muchos de ellos transnacionales. Los que no tienen patria. Su razón de existir es el dólar y por él son capaces de cometer cualquier atrocidad, incluso destruir la nación que les vio nacer.
3. Aquellos adocenados de clase media o infortunados seres con ínfulas de grandeza, que en un afán de parecerse a los del segundo grupo, siguen ciegamente a sus líderes, fantoches de televisión. Su Meca es Miami y defienden con guarimbas el mundo de frivolidad y consumismo que esa vida les significa, sin percatarse que tal mundo es una simple alucinación, "una pompa de jabón y la inercia" como diría Dostoievski, en el que sus sueños no pasan de ser un triste acto de onanismo.
4. Los que se hacen llamar "apolíticos", que al igual que los "indiferentes", son o terminan siendo en realidad miembros entaparados del tercer grupo pues sus intereses son exactamente los mismos.
5. Los Nadies de Galeano, los que descubrieron con Chávez que la marginalidad no es una condición de la fatalidad, un destino mágico religioso o del azar sino un monstruoso engaño inventado por aquellos que por siglos han sido los dueños del poder: ESTADO-IGLESIA-MERCADO.
La humanidad vive tiempos de revolución, solo queda que cada uno encuentre el grupo al que en realidad pertenece y es seguro que la vida le será más llevadera. La razón de ello, primero, porque se tendrá claridad de por quienes luchar y segundo, ya no habrá de cargarse con el fardo a cuestas de las falsas posturas y la mentira que gangrena mentes y corazones y que metamorfosea a los seres hasta convertirlos en un elemento baboso con hedor a inhumanidad.
