Cuando el corazón vale más que el oro

“Cuba es un paraíso para el cubano mi hermano”… Afortunados los cubanos pues allá no
existe El líder Maltín Polar”.

Antes del llamado Campeonato Mundial de Beisbol, estaba yo haciendo una cola en una
institución que tiene comedor para sus empleados y que por supuesto ahí todo el mundo se
colea, demostrando con ese hecho que la Revolución anda coja en ese particular. La
educación no ha llegado a estos “coleados en vivo” mientras detrás de mi dos hombres
charlaban.

Era un par de veteranos. El diálogo trataba sobre el campeonato que se avecinaba. Uno de ellos, de lentes y rostro de “IV-R” decía: “Ahora si se van a joder esos cubanos del carajo, porque ahí no van a poder batear con bates de aluminio y se va a demostrar que no son tan fieros como los pintan”. El hombre, quien además tenía una barriga cervecera que no se la quitaba ni una cirugía plástica, hablaba con odio. Su voz de loro con gripe le brotaba nasal. En el sonido de esa voz, se palpaba la rabia, la ira de un ser que yo no entendía por qué llegaba a esos horribles extremos.

El otro lo escuchaba con emoción. Con los pequeños ojos de ratón de ferretería, dijo: “Van a tener que llamar a Fidel para que los ayude, porque con esos equipos tan fuertes como Estados
Unidos, República Dominicana, Venezuela, Puerto Rico, no creo que vayan a tener mucha vida”. Su interlocutor gozaba de lo lindo. Se frotó las manos, miró a una mujer que tenía un tatuaje cerca de las nalgas y ripostó: “Yo estaba esperando este momento, mi pana.

Ahora si es verdad que se les terminó el pan de piquito a esos cubanos de la mi…”
Mientras caminaba detrás de una señora que olía a alcanfor, a Teodoro, me hice una pregunta: “¿Por qué ese odio? ¿Por qué en la mente de un ser humano puede haber tanta mediocridad? ¿Por qué la grandeza de algunos hace más enanos a otros?
Y comenzó el torneo. “A Cuba le dieron Ko”, tituló un diario deportivo de la avenida San Martín. Como dicen algunos locutores del medioevo: “Se lo gozaron”. En ese diario deportivo, al parecer la ira contra los cubanos también es evidente. Por cierto que un periodista que labora en ese periódico, un día después del golpe contra Chávez, lanzó algunas ofensas al mismo y se envalentonó diciendo que…”Ahora si tenemos cobertura en toda Venezuela”- para decir que la televisora de ese órgano se expandía por todo el país y que la prohibición llegaba su fin. Por cierto, ¿los editores de ese canal le cobraron a dicho periodista la multa que le fue impuesta por el GOBIERNO REVOLUCIONARIO por no acatar la ley?

Muy bien los todopoderosos gringos, están out, los super poderosos dominicanos están out,
los imbatibles puertorriqueños, están out, los “líderes Maletín Polar”, están out y el par de vejetes de la cola, ¿qué dicen al respecto?
No se puede, amigos seniles de la cola, hacer cambiar una realidad por odio. Al escribir esta nota los cubanos se enfrentan a Japón par dirimir el campeonato. Y es que cuando se juega con el corazón y no por el ídem de Washington, las cosas son mejores. Los cubanos no cobran como Bob Abreu, jamás como Maglio, nunca como Sojo, tres líderes “maltín Polar”, ni poseen autos BMW ni mansiones en sitios especiales. No se jactan de aparecer en el mercado de la publicidad, ni se codean con ricachones como el gusano que llevó a los Leones a plaza Altamira. Los cubanos juegan con el alma. Saben que existe una patria en la cual se quedan sus conterráneos esperando que ellos les produzcan alegría.

Los cubanos, aunque no nos guste, por mediocridad y porque la IV les enfermó la mente a los
venezolanos en los años sesenta, y de que algunos obsoletos escuálidos aún mantienen el
criterio de que son “comen niños”, es gente patriota. Entienden que deben darse íntegros en las disciplina en la cual actúen. Saben que la patria vale más que los millones de dólares que producen los “líderes maltín Polar” a esa empresa por prestar su imagen a la misma. Los cubanos habitan en una geografía, donde tal vez se sufrirá como en otras partes del mundo, incluyendo Estados Unidos, pero así mismo entienden su papel como hombres dispuestos siempre a la lucha. Los cubanos están en la final.

Los odios, las mediocridades de la cola del restaurant, la estupidez gráfica del diario de San Martín, no son más que fetidez, que el viento se lleva bien lejos. Como dijo Khayyán: “Cuantos
van tras la gloria en este mundo vano”. E igualmente expresó el Genio de América Simón:
“La gloria está en ser útil a la patria” ¿Cómo te quedó el ojo, Carlos Martínez?¿ Cómo le quedó el alma a la empresa que en aquellos terribles días del paro, hasta le quitó la harina de maíz, los espaguetis, la leche y hasta la cerveza al noble pueblo venezolano?

Yo no odio como los antes nombrados, empero me gusta cuando el hombre demuestra que más
allá de la suciedad cerebral, existe el deber, el amor, la nación. “Dad al César lo que
del César es”


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

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