Capitalismo, universidad y voto paritario

El capitalismo es -grosso modo- la doctrina económico-política, de acumulación originaria de riqueza, es decir, del capital, por una minoría conocida como burguesía, gracias al control de los medios y modos de producción que esta clase o minoría posee, lo que le permite que la riqueza generada, es decir, la ganancia, se la apropien, mediante la explotación de la clase de trabajadora, que vende su fuerza de trabajo a bajo costo y no es beneficiaria de la plusvalía o ganancia.

Para controlar los medios de producción, esta clase social, la burguesía, se ha apropiado originaria e históricamente, de los medios de producción, por la fuerza, es decir, los primeros burgueses y la nueva burguesía, han asesinado, robado, estafado y usurpado, propiedades, tierras, minerales, bienes, riquezas, capitales, fábricas y todo cuanto represente la infraestructura para explotar la materia. Esto de lo que se han apropiado, luego se ha convertido en herencia, que es la mejor legitimadora de capitales, que con el paso del tiempo, de un bisabuelo, abuelo o padre ladrón y usurpador, su heredero es un noble señor, con una herencia malhabida. Dicho en otros términos: nadie nace con riqueza y abundancia desigual respecto de sus congéneres, sinque haya sido usurpada por sus padres y/o antepasados.

Pero esta acumulación originaria de riqueza y control de los medios de producción en pocas manos, no es posible, en un estado nacional o república, si no existe un marco legal que la legalice y legitime. Para ello, quien tiene el poder económico, quien ha controlado los medios de producción por la acumulación originaria de riqueza, ha creado su propia legalidad, que conocemos como "modos de producción", a través de leyes que le legitimen tal estado de cosas, lo que conforma toda una institucionalidad, al servicio del Estado burgués, es decir, de quienes en realidad son el verdadero poder en un estado capitalista, por encima del poder funcionarial, de un presidente, un diputado, un gobernador, un alcalde y, en general, de todos los supuestos poderes, como el ejecutivo, legislativo y judicial, que dependen de la principal determinación (es decir, de la macroestructura), la económica.

Lo antes expuesto, no es más que una sucinta relación general, que está profunda y ampliamente, expuesta por Karl Marx, en su obra fundamental, El Capital, publicada en 1867, quien en su crítica de la economía política, define y describe exactamente el capital, cómo opera y cómo se muta o reacomoda, lo que hace que hoy, esta magna obra mantenga su vigencia y, paradójicamente, sea el libro de cabecera de los apologistas del capitalismo, de sus formas y reacomodos, como el neoliberalismo.

Y frente al capitalismo, tanto Marx, como Vladimir Ilich Lenin, nos han planteado el cambio en las relaciones de producción, es decir, en la relación existente entre los medios y sus modos. Para ello, indefectiblemente, hay que cambiar el Estado burgués, que derivó del mercantilismo que era la expresión económica avanzada de la monarquía, hasta que fue sustituida por el Estado burgués en un reacomodo, que quitó cabeza de reyes y reinas, para preservar los intereses de los de sus clase, es decir, de quienes fueron artífices de esa acumulación originaria de riqueza. Si en la monarquía la clase explotada era conocida como los esclavos, siervos y vasallos, sus descendientes, igual de pobres, son los que engrosaron la clase trabajadora, igualmente explotada. Se dice explotada porque quien transforma la materia, quien trabaja y quien genera la riqueza es ese grueso de la población. Por tanto, son el verdadero y único sector productivo. Pero, la plusvalía o ganancia, va a manos de la minoría, la burguesía, razón por la cual, el mejor calificativo de esta clase, sin ánimos de insultar u ofender, es el de parasitario.

He allí, pues, lo que es el capitalismo, que proviene del mercantilismo del siglo XVI y XVII, extendido hasta mediados del XVIII, hasta que con la caída de las monarquías y surgimientos de estados nacionales, se consolidó la nueva doctrina político-económica, en la que lo económico priva sobre el resto de las demás determinaciones, conocida como el capitalismo. Y, con éste, surge su corpus doctrinario, su ideología y su legalidad. Para ello, en el siglo XII y XIII, surgen las primeras universidades medievales, venidas de un proceso de oscurantismo, desde los monasterios, pasando por las academias secularizadas, en las que se forma y rehace la burguesía, regentada por la iglesia católica, en la que se enseñaban, fundamentalmente, las artes liberales del trívium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (artimética, geometría, astronomía y música), a las que luego agregaron Teología, Derecho y Medicina, basados en la concepción católica y aristotélica del mundo y del hombre.

Estas universidades, que sirvieron de soporte ideológico y palanca del desarrollo capitalista, se fortalecieron en la secularización de los estados nacionales y de la consolidación del capitalismo, por cuanto mantuvieron su estructura organizativa, sus miembros del claustro y sus nociones del "élite" expresadas en sus profesores, que iluminaban o formaban a lo que antes llamaban "alumnos" (sin luces), que después devinieron en "estudiantes", también concebidos como una élite, solo en cuanto pilar fundamental de los modos de producción del capitalismo. Nada más y sin igualarse a esos profesores de intención medieval, al servicio del capitalismo, que es lo mismo que decir, del Estado burgués, razón por la cual, las universidades que llaman "tradicionales", no son más que reproductoras y formadoras de fuerza de trabajo al servicio del Estado burgués.

He allí, las razones por la cuales, muchos de esos "Illuminati" de hoy, en la Venezuela contemporánea y actual, creyéndose herederos de los de la Baviera de 1776, nisiquiera saben lo que significa afirmar que "la universidad está al servicio del Estado burgués", porque la ignorancia también se aprende. Estos Illuminati aún están anclados en los anacrónicos conceptos de saber, sabiduría, ciencia y verdad, retorcidos ahora, con poses postmodernas que juntan fetichismo con ciencia, reelaboradas en las posturas (como condición) e imposturas postmodernas (como poses de moda), afirman a pie juntillas, de manera absoluta y absolutista, que "la universidad no es democrática", con tanta certeza científica, como la verdad de fe, de que el dios de los católicos es "uno y trino", es decir, que "padre, hijo y espíritu santo, son un solo dios".

Estos defensores de la universidad al servicio del Estado burgués, como se creen "élite", pues siempre fueron ellos solos, consideran que solo existe "comunidad académica" y si existiera "comunidad universitaria", pues seguirían siendo ellos solos, por cuanto para ellos, el resto de los miembros, obreros, egresados, estudiantes y empleados, son accesorios, porque la alta "episteme" solo le es dada, como otra verdad de fe, a esa élite esclarecida.

Por otra parte, en estas universidades, concebidas a la manera medieval, de manera vertical, como estandartes de ese estado de orden, la formación de sus estudiantes, preferiblemente, de sus alumnos, consiste en formar los profesionales que sirvan a este "orden natural de las cosas", según ellos, pues no reconocen otra forma que la del capitalismo y por tanto al servicio del Estado burgués, lo que justifica que los profesionales formados, han de ser, para mediar en esas relaciones de producción prestablecidas, es decir, para garantizar que la rueda del capitalismo gire normalmente y que los trabajadores en general, se esfuercen y pongan su fuerza de trabajo, que genere la mayor t tasa ganancia posible, que termina en manos de esa clase dominante, la burguesía.

Es por esto, entre otras razones, que hoy vemos países con un alto crecimiento económico, pero con una muy superior clase social de pobres, por cuanto han vendido su fuerza de trabajo al más bajo costo y la explotación se ha refinado aún más, gracias a esos profesionales preparados en este tipo de universidades y puestos al servicio del Estado burgués. Pero, esto que se afirma en este escrito, ni se enseña, mucho menos, se explica y menos aún, se permite reflexionar en este tipo de universidades, porque es como cuando se imponía el ritual de la misa en latín en todas partes del mundo, porque se consideraba que mantener un velo de ignorancia y misterio en cuanto al significado de las palabras en latín, preservaba el legado y el control social del la iglesia católica en su feligresía sumida en la ignorancia y el terror. Aún hoy, en Venezuela priva el terrorismo de la ignorancia institucionalizada en estas universidades como verdad absoluta, verdad de fe incuestionable, razón por la cual, para ellos, la burguesía y sus serviles universitarios, "la universidad no es democrática".

Y contra la libertad que nos ofrece la "democracia universitaria", los vasallos de la ignorancia aprendida y los apologistas del capitalismo, se retuercen en sus miserias con fruición, hasta que de sus entrañas, surgen consejas, como expresión estética del capitalismo ramplón criollo, de que "la universidad es meritocrática", como remedo de la llamada "meritocracia" a la que apelaban los golpistas del año 2002, que pretendían preservar y restaurar el status quo de la vieja empresa petrolera PDVSA, coreado por un grupo nefasto conocido como "La gente del petróleo".

También, hay otros más refinados en sus poses, que increpan a quienes forzamos por la democratización de la universidad venezolana y nos atrevemos a decir que la misma ha de estar al servicio del Estado Comunal. Ellos nos retan a que les digamos –pero, sin escucharnos- en cuál país del mundo existe un tipo de universidad democrática, en cuáles fuentes bibliográficas nos basamos y si nuestros autores consultados, cual péiper de veinte cuartillas del indizados o indexados, forman parte o no del canon académico. Imagínense, arguyen sus intelectuales inorgánicos, semejante osadía, eso de que un obrero, un empleado, un estudiante, elija al "rector", con el "Voto Paritario", como que si estuviésemos eligiendo al presidente de la República. Es decir, que en nuestro pedestrismo no sabemos cuán iluminado es un rector, cuán su sublime y excelsa es su figura, como para que un pataenelsuelo, en un mondongo electoral, elija a tan sacrosanta efigie y luz del saber y de la ciencia. Ellos se sienten ofendidos, que tanto marginal pretenda poner y rebajar a tan bajo nivel, a tan elevada autoridad universitaria, al punto de homologarla con la de un mortal presidente de la República. Lo mejor es no responderles, porque no quieren escuchar y porque cualquier respuesta sensata, sería muy profunda para ellos. Solo conviene aclarar y hablar a los gentiles, a las personas de buena voluntad, porque la malicia de esos fariseos, los tiene presa la inteligencia.

En quince años de revolución, con una Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV: 1999), que en su artículo 2 dice que somos un Estado social de Derecho y de Justicia, muchos no han logrado entender, que frente al capitalismo, estamos forjando por una alternativa, la del Estado socialista, el Estado Comunal, en que estamos transitando un proceso de cambios en las relaciones de producción, para desmontar el viejo Estado burgués. Y para desmontarlo, hay que liquidar la vieja y medieval universidad al servicio del Estado burgués. Eso lo lograremos, sin copiar y sin imitar ningún modelo, porque no hay receta alguna. Esto lo estamos empezando a lograr con nuestra nueva legalidad no burguesa, sin copias y autónoma, como diría José Martí, con aquella frase que parafraseamos, la de que el vino de plátano es amargo, pero es nuestro vino; con una universidad del Pueblo y para el Pueblo, como lo decía convencido el médico Ernesto Guevara de la Serna y con profesionales del Pueblo y al servicio del Pueblo, no para hacerse millonarios sino para servir, como predicaba ejemplarmente, en la praxis de palabras y obras, Salvador Allende, el presidente chileno, asesinado por la derecha fascista restauradora del capitalismo chileno. También, hemos de saber que los profesores universitarios, como académicos, no dejarán de ser tales, si se comportan como verdaderos "intelectuales orgánicos", como lo expresaba Antonio Gramsci. El que haya democracia universitaria, no afecta en nada la producción intelectual. Todo lo contrario, abre las compuertas a la libertad, la creación, la búsqueda genuina del saber y la verdad, desde el Pueblo y para el Pueblo. Contra la universidad puesta al servicio del Estado burgués, vamos con el voto paritario y con éste empezamos a transitar la nueva universidad, la democrática, al servicio del Estado Comunal.



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Luis Alexander Pino Araque


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