Tiempo para defender al pueblo en silencio

Maduro lo ha hecho bien, ha defendido al pueblo venezolano todo, revolucionario u opositor, nos ha defendido de la desesperanza que embargó al pueblo revolucionario tras la muerte de Hugo Chávez; de la violencia que desató contra ese pueblo el imperialismo, tras la derrota que sus lacayos sufrieron en abril de 2013; de la guarimba que desataron sus lacayos en las calles de Caracas y otras ciudades, que costó 43 vidas de hijos del pueblo; de la guerra económica y desabastecedora con la que el imperio y esos lacayos han intentado privar al pueblo de alimentos y de otros bienes esenciales para su vida cotidiana.

Maduro ha defendido al pueblo venezolano con éxito y ese éxito obligó al imperio a amenazarnos con acciones violentas que, como es habitual, le atribuye a los pueblos que pretende someter a su dominio; en nuestro caso, el del pueblo venezolano, le atribuye violencia con ocasión de las elecciones legislativas por venir; es el mismo procedimiento del imperio para intervenir a Irak, a Afganistán, a Libia e intenta hacerlo con Siria. El imperio no ha podido dejar sin alimentos al pueblo venezolano, ahora pretende atribuirle una ola de violencia electoral que sus agentes, sus mercenarios, que sus lacayos ejecutarán contra todo nuestro pueblo, sin distingo de oposición o de revolución.

Es hora de una suerte de preámbulo dialéctico a la última fase de la guerra que el imperialismo inició antes de diciembre de 1998, para evitar desde entonces que Venezuela recuperara su independencia, aquella que perdió en Berruecos y luego en Santa Marta, en 1830. Esa dialéctica se limita por ahora a las amenazas de violencia que vierte contra los venezolanos, frente a las cuales, a decir del Presidente de la Asamblea Nacional, hay que prepararse, toda vez que el imperio cumple habitualmente con sus amenazas de este tipo.

El imperio cumplirá su amenaza, no tiene más opción que la de someter a Venezuela; he escrito sobre este momento y escribo ahora para agregar que no es oportunidad para controvertir con el imperio, sí para denunciar en todas las instancias sus amenazas, como en efecto hace la diplomacia revolucionaria y el propio Presidente. Fue inevitable el orgullo bolivariano que nos embargó, tras el hecho de que Maduro se apretara el cinturón y rechazara las amenazas imperiales; Maduro no aflojó, no se bajó el pantalón como pretendía el imperio; ese es el líder que eligió Dios para nosotros y a quien Chávez postuló momentos antes de su último viaje. Maduro no ha podido hacerlo mejor; gracias a Dios por su elección y a Chávez por servir bien a Dios cuando lo postuló. Ahora es momento para que prosiga su tarea de defender a la nación, pero sin anunciar acciones que deben ejecutar las instituciones contra esa violencia con la que nos amenaza el imperialismo. Que las instituciones hagan conforme a la Constitución y las leyes, cuando se trata de defender a la nación de una agresión extranjera y de traidores que sirven a la nación que pretende someternos a su dominio; le sugiero que guarde Ud. silencio respecto a respuestas que corresponden a esas instituciones, creadas precisamente para luchar contra la violencia y preservar la paz; no les dé instrucciones a éstas, ni pública ni privadamente, no ponga en sus labios palabras que cueste perderlo como líder; no tenemos esa opción, no caiga en provocación.



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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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