Grito llanero

El principio revolucionario mayor

El devenir histórico nos enseña, muchas veces brutalmente, que las estructuras dominantes asumen la siembra de la división en los procesos políticos de liberación como una estrategia de primer orden. Así, en el plano de masas, tratan de generar el estrangulamiento de la base material de la sociedad y la diseminación infecciosa y a gran escala de mentiras y calumnias.

Dichas acciones van aparejadas con otro hilado más fino, operado con maquiavélica astucia: en los estamentos de las organizaciones revolucionarias siembran cizaña pacientemente, capitalizan las apetencias viles y exacerban las diferencias mediante el ardid, el engaño y la calumnia.

La Revolución entraña combates que se libran en frentes diversos: contra el enemigo; contra los traidores y, muchas veces, contra las prácticas que operan en nuestras filas; contra nosotros mismos, vale decir.

Por tanto un revolucionario auténtico, que comprenda el compromiso histórico, se yergue por encima de la vida cotidiana y sus miserias y, sin caer en el infantilismo idealista, quiebra lanzas en favor de los principios aún cuando esté persuadido de participar desventajosamente en un combate desigual.

Es la unidad de las fuerzas revolucionarias el principio rector sobre el cual descansa la capacidad del pueblo de coronar exitosamente su tarea de liberación. Es su poder, que nace del acopio de fuerzas políticas, morales, humanas y materiales. El colectivo suma y converge sobre su liderazgo quien recibe las órdenes del pueblo, las sistematiza con el partido de la Revolución y las devuelve convertidas en acción concreta, en praxis.

Conspira contra la unidad todo aquello divergente con la política como arte y como ciencia: los intereses espurios, la naturaleza humana y sus miserias y, sobre todo, el bajo esclarecimiento político para construir unidad a partir de la hetereogenidad, de la diversidad; desde los distintos puntos de vista y subjetividades.

Es la unidad un producto dialéctico que agrupa en un gran polo a las grandes masas que luchan por su liberación y, por la fuerza de la confrontación político-ideológica, hace tomar postura, manifestarse y agruparse en el otro polo a los enemigos del pueblo.

De allí que los hombres y mujeres que integran la vanguardia del partido de la Revolución han de estar blindados moralmente, esclarecidos políticamente y dotados intelectualmente para construir un discurso y una acción política orientados a la acumulación de fuerzas como herramienta estratégica para la construcción de victorias.

Y en el momento en que las dudas o vacilaciones nos enfrentan a la toma de decisiones en escenarios de incertidumbre, hemos de consultar sin remilgos, con crítica y autocrítica, al más legítimo de los protagonistas de todo proceso revolucionario: el pueblo.

Es el estado general de las masas, la opinión popular, quien debe orientar con sus luces la toma de decisiones para la acumulación de fuerzas. No son fuente confiable de consulta, por supuesto, las interesadas matrices de opinión que ponen a rodar los representantes del Estado Liberal Burgués desde sus aparatos ideológicos, ni mucho menos los susurros parcializados de sujetos que con fines inconfesables apuestan, por acción u omisión, a la gatopardiana conseja de cambiar para que todo siga igual.

No en vano Bolívar y Chávez claman desde el infinito por la unidad que nos hará invencibles. Por eso es la unidad el principio revolucionario mayor.

pegenie@hotmail.com



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Pedro Gerardo Nieves

Autodidacta. Comunicador popular, coordinador de la Brigada de Agitación, Propaganda y Comunicación Florentino del PSUV Barinas, vocero de la Guerrilla Comunicacional Florentino, delegado de formación de la Escuela Nacional de Formación Socialista "Hugo Chávez" del PSUV.

 pegenie@hotmail.com

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