El contraataque

Aunque la guerra contra el Pueblo comenzó de manera formal el 6 de diciembre de 1998, fecha en que el Comandante Chávez ganó de manera contundente el primero de 18 comicios electorales. En esta ocasión la derecha internacional, copiona hasta más no poder, abrió en febrero un frente de la guerra prolongada con etapas precisas que se han ido cumpliendo y que han colocado a la vanguardia popular (en varias oportunidades) en posición defensiva.

La consecuencia de la ofensiva derechista ha sido motivo de comentarios de gente cercana a la revolución, unos con enfoques apocalípticos y otros con un triunfalismo que asombra, que a final de cuenta es lo mismo, pero dejando a un lado temas cruciales como la consolidación del Partido y la eficiencia del aparato administrativo, dos eslabones de la cadena revolucionaria ciertamente frágiles y en donde el adversario golpea con fuerza.

Como en el Qué Hacer de Lenin, el momento histórico actual impone aplicar medidas con carácter de urgencia que fortalezcan los cuadros revolucionarios y galvanicen la militancia para que sean capaces de enfrentar y desbaratar el ataque reaccionario y pasar entonces a la contraofensiva. Hacer de la frase obstinada de José Félix Ribas, “Necesario es vencer”, un credo de acción, que arrope a todos los patriotas, que entusiasme a las organizaciones revolucionarias, a los gremios, que nos permita alternar las manifestaciones en pro del Pueblo con las tareas de la vida diaria, que puedan hacer de cada compatriota o simpatizante un vocero ejemplar y genuino del Pueblo organizado que convoca a su comunidad, que es reconocido por ella y que entre todos puedan mover los mecanismos que conduzcan a la búsqueda de soluciones a los problemas más ingentes.

El contraataque significa la activación de los militantes de las UBCH, que lleguen al grupo familiar, a los amigos, a los vecinos, a la comunidad donde conviven, a las redes sociales, a los medios tradicionales.

Un capítulo aparte lo constituye el papel que desempeñamos en los medios de comunicación masiva. No hemos logrado la intensidad necesaria para impactar en la comunidad ya que la programación diseñada en estos espacios conserva aún los mismos patrones del modelo capitalista. Un factor que incide es la escasa atención a las asignaciones presupuestarias para los rubros de producción cinematográfica y televisiva. Es alarmante la escasa producción audiovisual para la educación primaria donde se cuela la derecha para burlar las disposiciones y reglamentos e imponer su educación clasista y antipatria. Hemos privilegiado el sector radio y televisoras comunitarias, descuidando la disciplina audiovisual con criterio venezolanista y continental que es fundamental para nuestros escolares. Atribuyo esta deficiencia a la ausencia de un verdadero Plan Nacional Audiovisual y Multimediáticos, que fije objetivos y metas de producción de programas de diversos géneros. Es necesario llenar la grilla de las programaciones en cada canal y en las estaciones de radio con temas vinculados al sentir del país. Telenovelas, documental, largometrajes, miniseries y series, que estén en sintonía con la nación que estamos construyendo

Es nuestra tarea y nuestro deber.



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Hector Agüero


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