El Táchira más allá de la guarimba

Está probado que la revuelta “estudiantil” en el Táchira terminó siendo no otra cosa que un pote de humo con el que los empresarios y comerciantes inescrupulosos locales y nacionales han pretendido esconder sus fechorías de acaparamiento, remesas, cambiazo, contrabando y ultra-usura. Ahora bien, la realidad más profunda es que todo obedece a un plan macabro gestado desde el imperio para destruir la obra de Chávez.

Hablando del deterioro social de nuestra comunidad, dos profesores universitarios, me contaban hace unos meses cómo todo su vecindario, una cuadra completa, estaba habitada por familias cuya principal actividad económica giraba en torno al contrabando de gasolina, cauchos, baterías y mercados de víveres Mercal, Pdval y Bicentenarios, sumándose a la interminable caravana de vehículos venezolanos -de todo tonelaje- que entra diariamente a territorio colombiano. Carros lujosos y costosas prendas de vestir, celulares y collares de oro han aparecido por estos lados, me decían mis amigos, como por arte de magia. Otros elementos que componen la escenografía de esta obra ionesquiana son los chinchorros y las mesas de juego de ocio…el trabajito solo les quita media mañana, el resto del día está dedicado a la parrilla, la cerveza y el vallenato…¿y los niños?...también participaban de la juerga… hasta que - como caída del cielo- les llegó la orden de: ¡guarimba!, ahora, todos ellos cargan escombros y bolsas de basura y hasta se toman fotos frente a las hogueras malolientes, como si de un evento de feria se tratase…”que lindos mis niños…digan wisky”…se trata nada más ni nada menos que de los émulos venezolanos de Pablo Escobar.

Pues bien, de esta bizarra micro sociedad emerge lo impensable, un cerco criminal a mis amigos los profesores para intentar lincharlos. Sucedió de esta manera: Bastó la orden del 12 de febrero del caraqueñito malcriado para que todos a una sola voz se lanzaran a incendiar la calle. …la GN se hizo presente…la mala coincidencia hizo que un joven incendiario saltara el muro del patio de su casa, seguido de los guardias y el pirómano es detenido. A continuación, una vez se retira la autoridad, la camorra hace su aparición con la ira incontenible de unos fanáticos nazis en Berlín del año 38… los profesores apenas lograron salvar sus vidas en una dramática huida. Su casa quedó saqueada y parcialmente incendiada, sus puertas soldadas y a continuación un juramento de venganza: darle muerte a los chavistas. El salto de contrabandistas bonchones a criminales fascistas se produjo apenas en minutos.

Es así como se entiende que el grito de “libertad” de los guarimberos de la capital llegó a nuestras tierras como anillo al dedo para todo un entramado de delincuencia organizada en la que no faltan los paramilitares venidos de Colombia. A propósito, hace pocos días el Profesor Feijó Colomine del Consejo Nacional de Fronteras nos contaba lo siguiente: fueron más de 46.000 los paramilitares de Uribe que se desmovilizaron en Colombia en años recientes y agregó que se tiene calculada la escalofriante cifra de 20.000 de ellos establecidos hoy en el Norte de Santander y su capital Cúcuta. Su nuevo modus vivendi tiene que ver, suponemos por sencilla lógica, con las faenas de los pimpineros, contrabandistas, bachaqueros, sicarios, secuestradores y otros crímenes a ambos lados de la línea fronteriza. Dicho de otro modo, la agitación perfectamente organizada en el Táchira tiene como sustento un enramado terrorista nada fácil de combatir pues obedece a un inmenso plan de la derecha internacional. Es así como se puede decir, y con permiso de Andrés Bello, que la Guarimba surge en un tiempo pluscuanperfecto…un guarimbero tachirense lo expresaba así: “…de no ser por esa ayuda (la proveniente de Colombia), no habríamos imaginado que nuestras guarimbas iban a tener tanto éxito”.

Reconstruir vidrieras rotas y edificios destruidos, reponer vehículos quemados, curar a los heridos de estas trifulcas, será cosa de tiempo, en tanto será absolutamente imposible reparar el infinito dolor que aflora con los crímenes de los fascistas, pero igual, estamos obligados a emprender la tarea difícil y descomunal de llevar a gruesas capas de la población procesos de des-aprendizaje de lo que pareciese hoy transverzalizar el imaginario popular de muchos habitantes de estas tierras: el modelo delincuencial como forma legítima de vida. Sabemos que nuestro gobernador Vielma Mora está dando lo mejor de sí para lograrlo. Los tachirenses honestos, que somos la gran mayoría, le acompañamos en ello.

Por aquí pasó Bolívar afinando los bocetos de la Campaña Admirable y Carabobo. Por aquí pasó el Ché Guevara dejándonos inspiraciones a montón. Por aquí pasó Chávez y nos abrió los ojos y nos enseñó cómo amar a Venezuela. De acá partió Cipriano Castro y detuvo la planta insolente del extranjero. Nuestro Presidente Maduro ha hecho muy bien en recordarnos la inmensa frase de José Félix Rivas: “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”.



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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

 alcidesrivas@gmail.com      @alcidesrivas0

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