Como usuario del servicio público de transporte a diario, puedo dar fe que es un verdadero desastre.
La tarifa más ofrecida por la mayoría de los taxistas piratas o no es de 100 bolívares por una carrerita no muy lejana, digamos, intermedia.
Eso equivale a un día de salario mínimo, de 7 u 8 horas de trabajo para la mayoría de los venezolanos que devenga esos ingresos mensuales.
La carrerita mínima en zona urbanas de Caracas, son 50 bolívares, con una distancia de dos o tres cuadras. Si vas más allá, ten seguro que te pedirán 80 a 100 mil bolívares.
Si vas al aeropuerto, son 300 bolívares, es decir, casi una semana de salario mínimo.
Si te montas en una camionetica, prepara tu cartera o lleva mucho dinero de cambio para esta lluvia: vendedores ambulantes a cada rato se montan entre trayectos. Y la última moda: seudos malandros, con piernas quebradas, con franelillas blancas, diciendo que acaban de salir de la cárcel, que necesitan dinero para comer…
Si sorteas esos escollos, te falta el mayor: que te asalten a cualquier hora, sobre todo en las mañanas o en las tardes-noches.
Pistola en mano, sin mediar palabras, hay que bajarse con el celular, la cartera, el reloj, lo que tenga un mínimo valor, y si pides algo de clemencia, te mandan un cachazo, o cuando no, un plomazo.
Si eres de los osados, cada vez más personas lo son ante el infernal tráfico de la capital, te tocará seleccionar un mototaxista.
He visto a varios robando en autopistas, en calles diagonales, laterales, transversales, he visto cómo arrancan celulares de las manos, he visto como encañonan en los semáforos, y esto no lo he visto, me ha sucedido: robado a partir de pequeñas cantidades que retiras del banco.
Si utilizas a un mototaxista, olvídalo que la tarifa mínima son 50 y cuando menos, te cobrarán 10 ó 20 bolívares menos que un taxista.
Te queda el metro… ese es otro cuento de amor y dolor, y si consigues ingresar en los vagones en horas picos
Y que conste, no son los medios que me lo contaron, ni la famosa “sensación de inseguridad”, es la realidad de alguien que anda en las calles a diario.
Quienes tenga guardaespaldas o caravanas que paralicen el tráfico, tal vez rebajen estas realidades y den otras consideraciones.
Pero los que son autocríticos, saben que el hampa nos está comiendo por los cuatro costados.
Rubén Marcano, periodista