Nos engañaron, Brasil sólo era un espejismo social
Brasil está en llamas, y en plena Copa Confederaciones.
Durante años se nos dijo que el gigante del sur era la democracia perfecta, el espejo en que debía verse reflejado Venezuela.
Muchos dirigentes del chavismos y de oposición, querían ser como Lula, como Dilma, que Brasil fuera Venezuela.
Pero olvidaron que Brasil era sólo un espejismo. Sí, hubo avances sociales. Sí hubo reducción de la pobreza en muchos estratos de la población.
Pero la derecha, los conservadores brasileños siguieron gobernando a sus anchas
Siguieron robando, cohonestado con el gobierno del Partido de los Trabajadores, y olvidaron a la clase media, a los pobres.
Creyeron que con simples ayudas tenían el pan para ellos, mientras montaban su circo, apuntalado por los guardaespaldas de los ricos: los medios de comunicación.
Pero inevitablemente, la gente se cansó que los servicios no funcionen, que la inflación se los coma, que la educación se haya convertido en elitesca, que la salud sea una calamidad, que la corrupción siga rampante, que la discriminación siga su auge, y por si fuera poco, que las autoridades policiales actúe como si todavía estuvieran en dictadura.
Brasil explota por los cuatro costados, y no parece haber freno a esta escalada de protestas, que sigue creciendo, y suman cada vez más personas.
La presidente Dilma, que aguardó durante días su aparición en los medios, se vio compelida a salir, y llamar a una constituyente, que luego desconvocó.
Los interlocutores no le creen, y dijeron que las protestas continuarán.
A todas estas, ¿cómo es que Venezuela no arde en llamas, y la gente no sale a protestar como en Brasil?
Está claro, mientras Brasil fue un espejismo social, que repartió algunas migajas a los sectores desprotegidos, Venezuela acaba de ganar el premio internacional de la FAO como el país que más hizo para disminuir la pobreza, y achicar las distancias entre rico, clase media y pobres.
El autor es: periodista
rubenmarcano@gmail.com
