Emociones destructivas Vs inteligencia emocional

La forma de manipular la mente de los seres humanos tienen su base en el manejo exacerbado y reiterado de las emociones. La frustración, la rabia, el odio irracional y la arrechera, son usadas como detonadores de acciones. Estas emociones básicas pueden ocultar, y hasta negar, la racionalidad que se escucha o que se ve. Los hechos son mezclados con medias verdades y medias mentiras en un discurso que construye realidades paralelas. En esas realidades la intensión se convierte en rumor; y el rumor en noticia. En esas circunstancias se logran construir realidades contrapuestas y excluyentes.

La manipulación de emociones convierte las mentes humanas en campo de guerra en donde todo lo que divide (racismo, exclusión, injusticia, supremacía, no reconocimiento del otro e intolerancia) tiene cabida y es exacerbado. La invalidación del otro es utilizada como mecanismo para negar la sensación de amenaza que se pretende crear. La repetición permanente de mensajes emocionales debilita la capacidad de razonar de los seres humanos, procurando una espiral descendente de emociones básicas tipo acción – reacción, miedo- odio, amenaza- arrechera, impotencia- acción descontrolada, vida o muerte. En esa guerra psicológica los mensajes mezclan sonidos, colores, conexiones de ideas, metáforas analógicas e imágenes cuya secuencia contrapone sentimientos , haciendo apologías al enfrentamiento y a la muerte. La razón del otro es asumida con frustración e impotencia destructiva que lleva al individuo a negar, en esa otra persona, su derecho y sus preferencias.

Los hechos que no cuadran en la lógica de las emociones destructivas son ridiculizadas a fin de ser invisibilizadas. Los pensamientos del otro se asumen como amenazas que deben ser estigmatizados o calificados como cliché con el objeto de negarlos. Las hechos son convertidos en agresiones unilaterales, porque una de las partes es radicalmente mala y hace todo mal, en perjuicio de la persona. Un ejemplo de ello es la invisibilidad de la burguesía que especula con los precios y los tipos cambiarios, que crea desabastecimiento y escasez. Ella no existe, porque el malo es el otro (el Gobierno, el proceso bolivariano) que en su incapacidad crea escasez, especulación y desabastecimiento.

La guerra que se instala en la mente de los seres humanos procura crear ejércitos de autómatas asesinos; así como, debilitar la mente de su contendor haciendo que se pasen de grupo o que se paralicen ante la acción. En ese contexto, también, se utiliza el malestar del pueblo, por las deficiencias del gobierno, como instrumento para dividir y ablandar. En ese sentido, se toman por asalto todas las formas de comunicación popular.

Las operaciones de guerra psicológica procuran insensibilizar al ser humano contra su propio pueblo para, así, convertirlos en instrumentos de la muerte. Colocan a todos los grupos sociales en un estado de conmoción emocional tal cualquier diferencia o malestar con otra persona o con el gobierno las hace estallar de furia. Es una guerra que procura poner a los grupos en el mismo nivel de emocionalidad descontrolada. Donde se pueda romper con facilidad la convivencia humana y se imponga la ley del más fuerte. Un terreno social donde la violencia justifique la intervención extranjera por falta de gobernabilidad o un golpe militar con soldados apátridas amparados por las situaciones.

Este nivel de guerra psicológica debe ser desmotada mediante el reconocimiento de la emoción del otro y su tratamiento, continuo, permanente y reiterado con otras emociones inhibitorias de las primeras que los lleven a canalizar la energía de las mismas. Esta guerra mental se libra con mensajes que desactiven las emociones negativas e instalen emociones positivas. Transformando a sus autómatas seguidores en seres humanos orientados por emociones positivas que potencien la capacidad para librar y derrotar a los mensajes que niegan la vida humana y la patria. Derrotemos las mentes de los jefes del ejército norteamericanos en nuestro terreno. Esta es nuestra tarea ahora. Así se libra la lucha de clase entre el ejército norteamericano y la clase trabajadora y campesina venezolana. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.

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Néstor Aponte


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