Pocos partidos, movimientos sociales, salen de los aprietos electorales con tanta fuerza como la Revolución Bolivariana. No es poca cosa. Si iniciamos el balance con las instituciones claves dentro del Estado venezolano, controlado por las fuerzas revolucionarias, pero todavía bajo una espesa influencia pequeñoburguesa innegable, que la frena y dispersa.
La revolución bolivariana tiene bajo su mando la Presidencia de la República, 20 de 23 gobernaciones; 21 consejos legislativos con sus suplentes; el 60 por ciento de los diputados nacionales con sus respectivos suplentes, más del 70 por ciento de las alcaldías con sus respectivos concejales; el 52 por ciento del electorado nacional…y una obra social gigantesca, que por manejar precisamente la forma y no el contenido, el pueblo ignora y por lo tanto no la hace suya a la hora de las definiciones.
Repito, no es poca cosa lo que tenemos, pero que no utilizamos con eficacia.
Sólo falta que toda esa fuerza enfile hacia una misma dirección. No se trata de lograr objetivos personales. Cada gobernación, alcaldía, diputación, deben considerarse parte de un todo. Que no se trata de arrimar la brasa solamente para mi sardina; que se trata de combinar esfuerzos para garantizar ya de una manera definitiva, que la revolución no vuelva jamás a depender de procesos electorales para garantizar su continuidad; que la organización y vinculación estrecha con el pueblo transfiera poder a la base social, que a la larga es la llamada a ser protagonista de los cambios.
Que la gestión de gobierno garantice resultados favorables, gracias a lo que se hace, sin especulaciones electorales, donde a la larga parece que perdemos el norte y viene siendo la figura de los candidatos el principio y el fin del mensaje, dejando de lado lo fundamental: la confrontación entre capitalismo y socialismo.
Más, si algunos de estos funcionarios no están familiarizados con todo relacionado a la sociedad de justicia social que queremos construir, la sociedad socialista, mal podemos esperar que la campaña lleve impreso otro contenido. Unos dejan de hacerlo más por prejuicios que por desconocimiento...
Sugiero que en esas reuniones que inicia el Presidente Nicolás Maduro con los gobernadores, se extienda a todas estas instancias. La aplicación eficiente del Plan de la Patria debe elevar los niveles de exigencia. Cada reunión del líder del proceso con los diputados, gobernadores, concejales, funcionarios públicos en general, debe perseguir metas ideológicas superiores, que sirva de ejemplo a todo nuestro pueblo y que inste al trabajo creador, única forma de alcanzar en el menor tiempo lo nuevo: la mayor suma de felicidad para nuestro pueblo, que todavía padece los estragos de la sociedad del egoísmo, la explotación: la barbarie capitalista.
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