Sobre los Guarimbazos de Earle

“Guarimbazos” titula el camarada Earle, a quien admiro mucho, debo decirlo, su mini columna diaria de hoy 17-04-13, en el periódico Ciudadccs, en la cual señala algunos puntos; de los cuales los tres primeros se entiende que los plantea como causas significativas que explicarían en buena medida la relativa baja en los resultados electorales recientes, con respecto a las elecciones de octubre pasado.

Comparto todos los puntos del breve escrito del camarada Earle, salvo el primero, que entiendo es, a su juicio, el más importante, cito: “1. Soy de los que creen que primero se gana y después se devalúa; lo contrario es un autosuicidio”.

Y difiero rotundamente de esa frase tautológica, casi; porque la evidente verdad que ella proclama implica que tanto el Presidente Nicolás Maduro, como el conjunto de ministros y demás funcionarios de Alto Nivel que intervinieron en esa decisión son unos idiotas irremediables, que no pudieron ver algo tan obvio que hasta un adolescente lo entiende y que era dicho abiertamente por toda vía de comunicación existente; es decir, que además de tarados, son autistas.

Y advierto que no estoy ejerciendo autodefensa, porque nada tuve que ver con esa decisión; y con esta afirmación tampoco la estoy criticando; es pública mi posición al respecto.

Camarada Earle; si no creemos que Nicolás Maduro y el resto de funcionarios son oligofrénicos y autistas; hemos de hacer un análisis lógico de algo que de ninguna manera se puede despachar así, con esa frasecita irónica que, si bien hace gala de su proverbial sentido del humor y gracejo, digno de mejor causa; esta vez erró, a mi juicio, de manera total.

Como yo lo veo, la decisión, y de esto algo sé por formación y por información, debió ser tomada a mediados de año pasado; pero precisamente la coyuntura electoral hizo que se pospusiera, como manda “el librito” que todos conocemos, y que ahora Earle “descubre”.

El punto es que, lamentablemente, vino un nuevo agravamiento de la salud del Líder Supremo, por lo que intuyo, suposición mía, que el Alto Gobierno decidió primero esperar el desenlace de la nueva operación y el pronóstico de sobrevida del ilustre paciente.

Así las cosas, se hizo perentoria la toma de la decisión, de cara a la atención de los compromisos presupuestarios impostergables, Earle, impostergables; y aquí sí debo decir que algo sé de la materia. Sólo pondré un ejemplo: el necesario aumento salarial y el consiguiente incremento en las pensiones de vejez, rubro este último, las pensiones, que representará para el año 2013 más de Bs. 100 millardos (cien billones de bolívares de los anteriores, camarada Earle).

Recordemos, entonces, que la decisión se tomó el 8 de febrero, en vida de Chávez ¿o no, Earle?, y que fue aprobada por él; y asumo que en ese momento el pronóstico médico permitía vislumbrar un entorno temporal suficiente para absorber el costo político de la medida; pronóstico médico que no se dio por razones propias de la individualidad del Líder Supremo y la particularidad de la comorbilidad sobrevenida que lo aquejó.

Por eso, el deceso del Presidente Chávez, antes de lo que según los médicos cabía esperar, suscita ese escenario que pretende enrostrarles Earle a Nicolás y demás funcionarios; pero ¿puede creer alguien que todos ellos, de haber sabido que iban a tener un proceso eleccionario apenas dos meses después, iban a cometer el estúpido “autosuicidio” que señala el camarada Earle, pudiendo “correr la arruga” por esos dos meses?

Por el contrario, si se esperaba una mayor sobrevida del paciente, entonces era mejor tomar la decisión lo más pronto posible, para no complicar de manera adicional el manejo de las Finanzas Públicas, que no son cualquier cosa.

Para cerrar, debo citar un postulado de la Teoría de las Decisiones que señala que la calidad del proceso de toma de decisiones, se juzga por cual fue la decisión adoptada, con base en la mejor información disponible en el momento en que se toma la decisión; y nótese que hablo del proceso de la toma de la decisión. En cristiano, en mi pueblo dicen que “el día lunes, todos saben que caballos ganaron” y porque perdieron los otros: el que se quedó en el aparato, el que tropezó, aquél cuyo jinete equivocó la estrategia de carrera, etc.

josegpinat@gmail.com


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José Gregorio Piña


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