Estrategia revolucionaria

Una premisa fundamental para avanzar en la construcción del Socialismo y del Estado Comunal es mantener la unidad y la cohesión de las distintas tendencias que conforman el Gran Polo Patriótico. Sin esta condición el proceso revolucionario corre el riesgo de atomizarse y ser presa fácil del adversario como lo fue en las nueve décadas del siglo XX que precedieron a la aparición en la escena política del pueblo en uniforme que dio paso al surgimiento del liderazgo del Comandante Hugo Chávez Frías.

Resulta incuestionable el peso decisivo que ha significado la personalidad, el carisma y el ejemplo de Chávez en la Venezuela contemporánea, desde su aparición mediática en 1992 y más tarde cuando el Pueblo lo legitima de manera aplastante en las presidenciales de diciembre de 1998 y luego lo confirma en reiteradas ocasiones hasta culminar en la contundente victoria del 7 de octubre del pasado año cuando las masas populares distinguieron nuevamente a su líder absoluto.

Quiérase o no Chávez sacudió los cimientos de una sociedad aletargada, gobernada por carcamanes antinacionales, aislada de la América Latina, del resto del mundo. Chávez encaminó sus esfuerzos para restituir la deuda social acumulada que incluía los derechos a ser ciudadanos a partes iguales de la inmensa mayoría de venezolanas y venezolanos relegados y ocultos por la voluntad de los gobiernos neoliberales y de sus dirigentes obsoletos quienes sostenían y aún sostienen que la única manera de actuar frente al Pueblo era y es mediante la discriminación y la represión.

La historia de los movimientos populares encierra valiosas enseñanzas. La guía genial de Lenin hace posible que “el asalto al cielo”, es decir, el derrumbe del zarismo en Rusia, fuese una realidad en octubre de 1917. Esta victoria fue el resultado de un trabajo paciente y minucioso. Reuniones, alianzas y oportunidades permitieron la consolidación y el posicionamiento del partido bolchevique unido en torno a su líder. Aún hoy en día asombra la visión y la capacidad de Vladimir Ulianov, Lenin, para desentrañar los mecanismos del poder, penetrar los flancos débiles del capitalismo, lograr el fortalecimiento de la vanguardia revolucionaria, agrupar las diversas tendencias con un solo propósito: unificar los movimientos populares para asestar el golpe definitivo a las fuerzas reaccionarias de la Vieja Europa. Y lo logró. Lenin en sus andanzas de exiliado no dudó en ir a los sitios más recónditos donde se reunían los reaccionarios para conocerlos y desenmascararlos. Así entendemos los dos viajes a Capri, en 1908 y en 1910. Para entonces la isla italiana era lugar de reposo de los poderosos de la época; durante el verano los gobernantes de Inglaterra, Alemania, el imperio austro-húngaro, el Zar de Rusia se ponían de acuerdo en cómo seguir explotando a sus connacionales. Gracias al enorme prestigio del escritor Máximo Gorki, su amigo, pudo ser invitado a dictar unas conferencias que causaron revuelo y no contento con este accionar montó la Primera Escuela de Cuadros Bolcheviques en plenas narices de la élite imperial. Así era Lenin. Como lo fue también José Martí quien a su decir conocía al monstruo porque había vivido en sus entrañas.

Esta conducta revolucionaria es un ejemplo para los compañeros y compañeras del Psuv, para los partidos que conforman el Gran Polo Patriótico en estos momentos de prueba para la vanguardia popular, mantenernos unidos en torno al liderazgo del Comandante Chávez, seguir al pie de la letra las tareas que Chávez trazó para beneficio del Pueblo. Debemos permanecer unidos y solidarios para garantizar la consolidación de la Revolución Bolivariana.

Unidad, Unidad, Unidad debe ser nuestra estrategia revolucionaria ¡¡

lucartjesus@yahoo.es


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Héctor Agüero


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