Azimut revolucionario

Lo que pasaría en Venezuela

Se cumplieron diez años de aquel zarpazo a la democracia protagónica que ocurrió el once de abril del 2002. Todos fuimos testigos del odio y la barbarie que pusieron de manifiesto quienes traicionaron al poder popular con intenciones oscuras y nefastas. No podremos olvidar jamás como en apenas un día, eliminaron el carácter de bolivariana de la República, se suspendieron de sus cargos a los diputados principales y suplentes de la AN, autorizaba la reforma constitucional para eliminar todo lo agregado en el proceso constituyente, se eliminan el fiscal general, los magistrados del TSJ, el defensor del pueblo, el contralor y se designaba una comisión de 30 personas para ejercer todas esas responsabilidades inclusive la destitución de gobernadores y alcaldes. De la misma forma, fue suspendida la vigencia de los 48 decretos con fuerza de ley, dictados de acuerdo con la ley Habilitante de fecha 13 de noviembre de 2000 en un aparte que autorizaba al Presidente dictatorial instalar una comisión de revisión de dichos decretos ese era el decreto de muerte de las misiones presidenciales.

Todo eso sucedió en un solo día, con más de 90 allanamientos en menos de 48 horas y con el asedio a embajadas incluido. Un día que lastimosamente demostró la verdadera cara del fascismo que ha pretendido volver a gobernar el país. Es esta una demostración minúscula de lo que pasaría en Venezuela si la vieja política, los lacayos del fondo monetario volvieran a gobernar, por eso el compromiso es que no volverán. Pero el trece de abril… todo se cayó. El pueblo, en su madurez colectiva, salió a la calle a reclamar lo que era suyo y obligó a que retornaran al presidente Chávez en un día histórico no solo para este país sino para a historia de las democracias mundiales.

No debemos olvidar a aquellos personajes que siendo parte del proceso revolucionario renegaron de su condición de demócratas y humanistas para plegarse a este nuevo gobierno dictatorial rechazando vínculos con círculos bolivarianos y con el partido de gobierno, tratando más bien de desmovilizarlos y arrinconarlos para congraciarse con el gobierno dictatorial y empresarial que se impuso a fuerza de dinero verde. Uno de ellos fue el actual gobernador. Es imposible olvidar este día de traición, no solo por lo cuestionable sino porque debe servir de recordatorio patético de lo que podría pasar en este país cuando el fascismo es desatado y muestra sus fauces y por sobre toda las cosas que es solamente el sentido de unidad, de cohesión, de disciplina, de organización y de fervor revolucionario lo que puede lograr la victoria final frente a estos arrebatos de odio que la vieja casta política aflora en su desespero por volver a gobernar.


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Luis Jonás Reyes Flores


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