Crónica de un recuerdo

El Abril 11 de Telmo

Caricuao es una joven parroquia acomodada entre cadenas de montañas muy cerca de Caracas. Antiguamente todo el territorio de la Hacienda y la Haciendita, lugares donde se construyeron grandes y pequeñas edificios residenciales fueron cafetales, y quebradas plateadas que bajaban bucólicas entre cantos de aves que se armonizaban entre gruesas ramas de altos y pequeños árboles.

Telmo López nació en el sector conocido como la UD3 y se emociona al recordar aquellos años cuando por el lugar quedaba el Mercado Campesino en la geografía que hoy le sirve de asiento a la estación Zoológico. Dice que sus primeros ahorros lo deposito en el Banco Unión de esa plaza y que igualmente nunca olvidara la famosa cervecería de la UD5 “La Roca Negra donde tuvo la suerte d conocer en persona al Daniel Santos quien le regalo un long play que guarda con cariño en su discoteca personal. Telmo es un melómano empedernido que oye desde Wagner, Bach, pasando por el Carrao de Palmarito y Ángel Custodio Loyola. Sus poetas preferidos, son Rubén Darío y  Omar Khayyam

“El modernismo todo lo envuelve, lo sepulta debajo de la grilla del tiempo y solo nos dejas percibir el aroma que creemos escapa de esa descomposición poética que se lleva algo que empero anda en nuestra memoria para siempre”

Telmo es un hombre de sesenta y cinco años. Caminar con el por la plaza cerca de la estación es como viajar en la maquina del tiempo, aceitada por los recuerdos, por la nostalgia de algo que es parte de su sueño, de su poesía. Telmo escribe en cualquier papel que se consiga en el camino una cuarteta, una décima, una rima, es un vate que no deja de cantarle a la vida y a los recuerdos de su amado Caricuao.

“Soñé con pintar en un gran lienzo toda la belleza que existía aquí pero lamentablemente cada día se va sepultada por el orín de la desidia”, dice e inhala el ultimo bastión de un pucho de cigarrillo que casi le quema la parte interior del índice y el dedo medio. A esa hora del día 11 de abril de 2012 pasan a nuestro lado un par de señoras vestidas de rojo de pies a cabeza. Telmo las saluda y entonces como si estuviera esperando esta ocasión para hacerlo salir de su enamoramiento con el recuerdo, cuando las damas se han ido, le pregunto:

.Telmo hoy es 11 de abril de 2012, ¿que estabas haciendo el 11 de abril de 2002 cuando el golpe contra la Constitución y los Poderes en Venezuela?

Me invita a sentarme en un resquicio de la plaza que da hacia la parte norte del lugar, es decir hacia el bloque 13 de la UD3:

-A las diez de esa mañana yo iba en una buseta por la vía de Montalbán hacia Carmelitas donde siempre me reunía con mis amigas y amigos revolucionarios. Eran días de mucha preocupación a causa de la gente de la oposición quienes desde cierto tiempo venia utilizando los canales de televisión para abogar por un golpe contra el Presidente Chávez”.- Hace un mutis para espantar un pequeño insecto que se había instalado en su hombro y prosigue:

-En el radio de esa buseta escuche a un locutor de una emisora de las llamadas “jai” diciendo algo en lo cual se pregonaba que el Presidente Chávez iba a caer, eso me dejo loco, porque se confirmaba lo que me había dicho un amigo político al respecto”

La gente, como la canción de Marco Antonio Solís pasaba indiferente. Un par de viejos hablando tal vez no era lo que la mayoría de jóvenes quería escuchar. Telmo apura otro cigarrillo. Me pide disculpa y le contesto que no hay problemas. Luego con el bombillito de su pitillo al rojo vivo, decide continuar:

“Fue un día extraño en el cual algo tenia que suceder. Una gran algarabía salía de las televisoras y por doquier la gente avanzaba como si en cualquier lugar de tal esquina pudiera elevarse una llama contra el Estado revolucionario para quemarle los sueños y conminarlo a la muerte. Yo soy revolucionario desde hace años y siempre lo seré hasta la muerte. Un revolucionario jamás se doblega ni ante la injusticia ni frente a la humillación. Creo que el Presidente Chávez llego para darle un vuelco a una historia que ya estaba retrograda.

Un par de cafecitos servido por un señor de raído sombrero nos cae entre los labios con la calidez de una tarde veraniega. Telmo es hablador, su palabra empero es sana y bien dirigida, en simetría, no hablar por hablar:

“Cuando cruzo por la plaza Bolívar el olor a guerra era patético. El inmenso edificio de la Alcaldía de Caracas a cargo de Alfredo Peña lucia espectral con policías por todos lados, moviéndose entre misteriosas ínfulas. Camino lateral a la plaza Andrés Eloy Blanco, mas conocida como la plaza Lina Ron y llego a la acera frente al Banco Central. Hay ahí una gran concentración de gente que apoya al presidente Chávez. Observo a un grupito de jóvenes que danzan dando gritos de vivas a Chávez; era de Los Tupamaros. Me alegro saber que la gente ahí reunida podía muy bien hacerle frente a la ídem que las televisora, Venevison, Globovision, Radio Caracas y Televen nos presentaban listas  para salir de Chuao aupada por Carlos Ortega, Guaicaipuro Lameda y otros de la Coordinadora Democrática. Un hombre vestido de traje gris no puede evitar que le escuche su soliloquio: “Ya verán esta tarde si podrán estar bailando como ahora”. Eran dos las personas que al parecer a esa hora sabían lo del Golpe de Estado y no salía de mi estupor”

Telmo saluda a un sujeto al que llamó “Guacharaca” que le pide un cigarrillo. Me mira de soslayo y en la mueca de su cara descubro una sonrisa expresándome “que te parece” cuando el sujeto hasta le exige un fósforo para encender el cilindro de color blanco:

- Cuando me consigo con mis camaradas Roberto y Guayabita hacemos alusión a la situación. Empero no veo en ellos, eternos compañeros de luchas en el 23 de Enero una mueca de miedo u alteración por la situación reinante. Roberto ha sido siempre un hombre de gran sentido revolucionario. En sus días juveniles estuvo pateando  las calles desafiante ante la dictadura que implantaba el Puntofijismo e igualmente mi amigo José Guayaba, por el cual soy capaz de firmar en el patio de honor celestial que siempre ha sido un hombre de izquierda que vivió en la lucha y que no ha dejado de elevar sus rabias ante las injusticias sociales”

-¿Qué más recuerdas de ese día Telmo?- Le pregunto de sopetón

Saca un caramelo de menta del bolsillo lateral de su chaqueta y luego de desnudarlo se lo lleva a la boca, diciendo que “es para paliar un poco el horroroso olor de la nicotina”:

-Mira el recuerdo es algo que me lleva al dolor. Resulta que cuando estábamos ahí llego un muchacho manejando una Vespa azul. Se bajó cerca de nosotros y dijo que la marcha del Este era inmensa y que se aproximaba al centro de la ciudad por lo cual teníamos que estar atentos. En ese instante sonó un disparo. El muchacho elevó sus ojos hacia el pent house de un edificio detrás de la calle donde está el Seguro Social de Altagracia. En es lugar se movían dos hombres vestidos de negro que tenían en sus manos sendas armas largas. El muchacho se dirigió entonces hacia donde estaban varios guardias nacionales para informales de lo que observó, pero no llegó: una bala cayó sobre su pecho y lo lanzó al suelo. Lo recogieron y se lo llevaron. No sé adonde. La moto quedó ahí. Luego hubo otras escaramuzas y la noche nos vio irnos del lugar cuando ya el Presidente era hecho preso y la oposición se había hecho dueña del gobierno. ¿Qué pasó con el muchacho?, nunca lo han nombrado y su moto no se que se hizo...ese es mi más triste recuerdo del 11 de abril de 2002 además del Golpe...

Luego Telmo se alzó y se despidió: creí verle dos lágrimas bailando en las retinas de viejos ojos 

 

hdiderot@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2049 veces.



Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

Visite el perfil de Angel V Rivas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: