¿Bajará el precio del petróleo?

Aunque son muchos los factores que influyen sobre el precio del petróleo, hay dos que son fundamentales: la demanda y la oferta. En los últimos años la demanda ha sido creciente, han surgido nuevos gigantes consumidores como India y China y no existe razón alguna para pensar que no ha de mantener precios elevados por lo menos durante los próximos quince o veinte años.

La oferta, por otra parte, depende de las disponibilidades del combustible, de su relativa abundancia o escasez. ¿Se acabará el petróleo en un futuro próximo? –Si la pregunta se refiere al petróleo convencional, el que surge fácilmente de la tierra y fluye, sin grandes complicaciones técnicas por los oleoductos, la respuesta es afirmativa, aunque los pronósticos difieren. Para algunos, ya los grandes yacimientos petrolíferos alcanzaron su pico máximo de producción y están en la fase de declinación; para otros, la caída irreversible se producirá en el 2016, 2040, 2050 o más tarde, de acuerdo al mayor o menor optimismo del experto. Lo cierto es que, muy probablemente, la generación que nació con el milenio sera la que consuma la última gota de petróleo.

Pero estamos hablando del petróleo convencional, del petróleo fácil. Si la pregunta, por el contrario, se refiere al no convencional, cuya extracción comercial, pocos años atrás, se consideraba imposible, la respuesta es diferente: las reservas probadas que se conocen hasta el momento –y la exploración aún está en pañales- alcanzan, con cálculos muy conservadores, por lo menos hasta el siglo XXIII.

El petróleo es abundante pero hay que buscarlo ahora en profundidades cada vez mayores del océano, mediante complejas técnicas de refinación, o rompiendo determinados tipos de rocas para extraerlo de su interior. Lo que se acabó definitivamente es el petróleo barato, y estamos en presencia del comienzo de una nueva era: la del petróleo caro. Veamos algunos ejemplos.

Se sabía, desde hace más de un siglo, de la existencia de grandes cantidades de petróleo en la Faja del Orinoco (Venezuela), pero se trata de una variedad extra-pesada, difícil de extraer y refinar. La Faja cubre unos 140,000 kilómetros cuadrados, se extiende a lo largo de más de 600 kilómetros y contiene un estimado de más de medio trillón de barriles de reservas recuperables con la tecnología conocida actualmente. Con altos precios estables y las inversiones imprescindibles, no es exagerado calcular que la Franja podría estar produciendo cuatro o cinco millones de barriles de crudo diarios en muy poco tiempo.

Otro enorme depósito de petróleo no convencional se encuentra en las arenas bituminosas de la región de Athabasca de la provincia de Alberta, en Canadá. En 2010, las arenas bituminosas produjeron 1.5 millones de barriles de petróleo diarios. Las arenas se extraen mediante excavadoras gigantes y se transportan en super-camiones hasta los centros de procesamiento. Dos toneladas de arena producen un barril de petróleo, pero la conversión del bitumen a petróleo líquido exige solventes y torrentes de agua calentada. La arena húmeda impregnada del bitumen residual se acumula en lagunas artificiales saturadas de elementos tóxicos, mientras el aire se contamina con gases venenosos y se destruye el paisaje.

El 80 % de los depósitos de arenas bituminosas está demasiado profundo para su extracción por métodos de minería, por lo que un procedimiento alternativo es la separación “in situ” del bitumen. Esta técnica utiliza gas natural para producir vapor de alta temperatura, el cual es inyectado a presión a través de un pozo en la profundidad del yacimiento. El líquido resultante, mezcla de agua y bitumen, sale a la superficie a través de otro pozo. El proceso se conoce como SAGD (Steam-Assisted Gravity Drainage).

En la continuación del proceso, el bitumen extraído se calienta y se mezcla con hidrógeno y catalizadores para romper las macromoléculas. La energía necesaria para el calentamiento del agua exige la combustión de grandes volúmenes de gas natural. Tanto, que se contempla la construcción de un reactor nuclear. La situación es similar a la que presenta Irán, sólo que en este caso Canadá no recibirá de Estados Unidos sanciones sino el beneplácito.

Casi todo el petróleo canadiense se exporta a su vecino del sur. El Artículo 605 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) convirtió a Canadá en un satélite energético de Estados Unidos. El artículo, típicamente colonialista, estipula que el petróleo que Canadá exporta a Estados Unidos cada año no puede ser menor que el exportado en los años anteriores recientes, y su reducción, incluso en situaciones de emergencia nacional, sólo puede realizarse con el consentimiento de Estados Unidos.

Otras colosales reservas de petróleo no convencional se encuentran atrapadas en los esquistos bituminosos o, más correctamente, lutitas bituminosas (“shale oil”, “tight oil”). Estas lutitas son rocas sedimentarias que contienen kerógeno, material orgánico inmaduro que no llegó a convertirse en petróleo. La tecnología moderna permite fracturar las rocas y extraer y “madurar” el kerógeno hasta convertirlo en petróleo líquido. Grandes formaciones de lutitas bituminosas se encuentran distribuidas por el mundo en más de treinta países. En Estados Unidos tenemos, entre otras, la de “Bakken”, que se extiende por Dakota del Norte, Dakota del Sur y Montana, y continúa en Canadá por Saskatchewan y Manitoba; “Eagle Ford” en Texas y “Bone Springs” en Nuevo México. En 2010, se produjeron en Bakken más de 400,000 barriles de petróleo diarios.

La extracción, transformación y refinación del kerógeno de las lutitas son procedimientos costosos que conllevan un alto potencial de contaminación y destrucción de la naturaleza. La explotación de estos recursos exije la investigación y puesta en práctica de innovaciones tecnológicas que reduzcan a un mínimo el impacto negativo sobre el ambiente, lo cual aumenta el costo del proceso industrial.

Estados Unidos desata guerras e invade países con el fin de apoderarse de las riquezas petroleras del Oriente Medio. ¡Ciertamente!, pero seríamos más precisos si dijéramos que pretende apoderarse de las últimas reservas de petróleo de bajo costo de extracción que quedan en el planeta.

El petróleo no faltará, al menos a mediano plazo, pero el flujo de petróleos no convencionales hacia el mercado dependerá de un precio del crudo que justifique los altos costos de producción. Y mientras la ganancia sea el factor que determine las opciones, el desarrollo en gran escala de fuentes renovables de energía seguirá esperando por mejores tiempos. 

sccapote@yahoo.com



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Salvador Capote


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