Ruralidades

Los traidores mueren en el Norte

“A mucha honra” dirán ellos en su apartheid reservádoles por Jesucristo, el hombre de la verdad, quien ni allá quiere verlos. Acá dejan los tesoros mal habidos en la misma “caja chica” de la cual cobraban por sus servicios prestados: tesoros de los que no pueden disfrutar los herederos porque queman las manos. Y como los norteamericanos no alquilan sus hombros ni tienen palacios, los recuperadores del verde billete facilitan en arriendo la mantuana cripta.

A uno le cuentan, y no es lo mas importante que usted nos lo crea si lo puede comprobar leyendo a los historiadores, que después de Judas a quien debemos el perdón que sí le otorgó Jesús pues el discípulo 12 fue presionado por el López Sisco de entonces, y luego de las sangrientas luchas encabezadas por nuestros libertadores a la vanguardia Simón Bolívar, hubo unos cuantos traidores que murieron en el ingles de los “santos oleos”, aunque le cierren los ojos los manumisos de las espaldas, como fue el velorio del hombre más corajudo que acompañó a nuestro Libertador. El llanero de pura cepa que apretaba la lanza con los dientes, el machete “colegallo” con la mano derecha y las riendas del caballo en la izquierda, para atravesar el rio Apure de bote en bote por el puerto menos esperado por el enemigo. El mismo hombre reconocido y premiado con deferencia por Simón Antonio Bolívar. El mismo del congresillo de Valencia al que asistió el representante Santander y en el que acordaron el cierre de la frontera contra el Libertador de cinco repúblicas y su fiel camarada Antonio José de Sucre. Resultado: acribillado en el estrecho de las montañas de Berruecos el Mariscal y a los pocos meses la muerte en Santa Marta de Simón Bolívar.

A Páez no le importaron esas dos muertes, mejor para él si logró millones y las mejores tierras que habían sido entregadas a los campesinos las devolvió a la burguesía terrófaga. Y después que hizo matar a Zamora, se fue a Nueva York a “curarse” la avaricia. No lo sacaron en hombros de Miraflores, peor para él, lo odiaron.

De los que uno sabe, otro que fue un fogoso luchador estudiantil, quien fundó la primera célula del Partido Comunista en Costa Rica, aconsejado por otro traidor el “pirujito” José Pepe Figueres, quien lo encaminó con la CIA (lo del Partido Comunista fue una cortina de humo). Regresó a Venezuela, engañó al Presidente Medina Angarita quien le legalizó el partido Acción Democrática y ya, casi en la otra orilla del rio político, le clavo el aguijón a Medina tal cual el alacrán al pequeño batracio. Sus andanzas posteriores son harto conocidas que lo llevaron a morderse el rabo en el cual llevo el aguijón. Murió en desesperante agonía como consecuencia de su mismo veneno. Allá le cerró los ojos el negro espaldero, a quien llamó “mi robinson ven que me muero”.

Ah! Y por último, que este escribidor sepa, el mas reciente que fue confinado a echar vaina en el territorio Delta Amacuro cuando Pérez Jiménez, el mismo que vimos regresar en un cadillac negro a matar policías en Caracas, para culpar a los comunistas, y a más de mil paisanos cuando El Caracazo, se fue a morir en inglés. Hoy, cuando escribimos esta nota que no es luctuosa, están recibiendo sus restos los mismos que lo echaron de la vapuleada Acción Democrática al mismo tiempo que están apoyando a otro candidato fronterizo, quien no morirá en el norte porque ya está muerto políticamente.

Patria Socialista o barbarie. Venceremos!

*pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez*


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