Más sobre manipulación lingüística de la identidad

(Síntesis  de  su  intervención  ante un grupo de educadores de  la Región Capital. Estos educadores pertenecen en su mayoría a los grupos de teatro bajo la coordinación del Profesor  Pedro Urbina y que  trabajan en el montaje de las obras de César Rengifo. Agradecemos el apoyo a las profesoras Gilda Girardi y Adelaida Barreto de Fundarte. Del mismo modo al profesor Héctor Andrade Director  General  de Cultura y Deportes del Ministerio del poder popular para la educación, Thania Ortegano y  Yolanda Arguello, de la Dirección de Cultura y su equipo y a la profesora Ana Marcano, Vocera-Coordinadora del Frente Bolivariano de la Cancillería. Del mismo modo,  queremos agradecer a los directores entrante y saliente de la Dirección de Educación Intercultural,  Enrique Ara Guedez y César Quintero y  la asistente,   la Lic. Gladys Serrano el apoyo  requerido).

SALIR  DE  LA  BOCA DEL  LOBO PARA VOLVER A CAER DE NUEVO  EN  LA  BOCA  DEL  LOBO

        Frente  a toda huida que siempre termina agarrando el rábano por las  hojas y haciéndonos perder un tiempo precioso en  rodeos y manipulaciones lingüísticas, tenemos el  deber de agarrar a tiempo el  sartén por el mango. Basta ya de  ese revolotear que implica una huida, un mariposear y sombreo de lo “ideológico mestizo”  de nuestras identidades particulares para diluirlas en la nada, en la dislocalización y así, de nuestra misma  identidad nacional y continental.  Es la eterna infancia, la eterna huida de cada presente histórico, una clausura del pasado-presente para truncar toda posibilidad de vislumbrar un futuro acertado. Todos los pueblos, de una o de otra manera, son mestizos, con distintas intensidades y con distintas  caracterizaciones, pero  a nosotros se nos construye un nuevo totem  de la dominación, el “totem ideológico mestizo”  de la dominación occidental: La cultura única mestiza. Nos quieren convertir en bichos raros, en injerto de morrocoy con guacharaca.

     Todo  lleva al  mismo cuento de siempre: yo tengo de indio y de negro y de europeo, entonces “tengo  de todo”, “soy mestizo”,   luego “no soy”, “no soy nada” de donde vengo: ni indio ni afroamericano, ni indoamericano, simplemente “soy un “venezolano  a secas”, sin derecho a ninguna identidad nativa en particular. Menos a sentirme indígena, que constituye el mayor pecado mortal. Pero  entonces ¿los pueblos originarios,  indodescendientes mestizos, los afrodescendientes mestizos ¿no son venezolanos? Y en el fondo, por arte de magia a lo Guillermo Morón: ¿sólo sobrevive lo  español  y todo lo europeo?  He aquí la trampa. Por eso es necesario  profundizar.  Los que no quieren profundizar en esto, nos recomiendan con cierto temor, que “seamos concretos”..que “vayamos al grano”. Luego, “ir al grano”, “ser operativo”, vale decir, “muchacho de mandado” del dominador dominado que existe en nosotros, es huir de nuestros orígenes  y particularmente de nuestros orígenes más remotos y presentes, los más originarios de este continente: los orígenes indígenas. Hay  que   inclinarse en  el confesionario para confesar ese “pecado mortal”. Y luego, mandarlo de una vez al infierno. Ver  ese pasado, es convertirse como la mujer de Lot en estatua de sal.

Trasladando el mismo asunto al otro continente. Preguntamos:

¿Es incompatible ser vasco, catalán, gallego, gitano, valenciano, hispano-árabe, hispano-judío  y  ser al mismo tiempo  español? Aparentemente no… Pero… ¿Por qué es incompatible ser  de los pueblos originarios de este continente y ser al mismo tiempo venezolano? ¿Es incompatible ser  indodescendiente  o  afrodescendiente y ser venezolano, peruano, colombiano, boliviano o brasileiro  al mismo tiempo?  Ese es el detalle tramposo de la ideología  mestiza. Y como respuesta a eso han surgido los Estados plurinacionales de Ecuador y Bolivia y el  Estado multiétnico y pluricultural de vocación intercultural en la Constitución venezolana. Pero ello no se refleja todavía con nitidez en las políticas públicas y en las políticas culturales y educativas.

  Entonces, para   no  profundizar  en  la  discusión  de  nuestra identidad, siguen poniendo en duda  todos nuestros  orígenes bajo el cuento de   nombres  impuestos de pueblos, regiones o continentes. Se echa mano a cada rato de la equivocación de Colón, por ejemplo… de creer haber llegado a Las Indias.  ¿Es acaso autóctono el  nombre de  Hispania o  España? Es nombre que los fenicios daban a la península, que luego lo usan los dominadores romanos ¿Existía España como unidad político-territorial antes de su llegada a la América o Abya Yala? Tampoco ¿Existía la Europa como unidad político-territorial? Tampoco.

Pero, se nos pasa factura, diciéndonos que  América o Abya Yala encuentran  su sentido de unidad es a través de la invasión de   los imperios español, portugués, inglés, francés, holandés. Cosa por demás falsa: todavía nos mantienen divididos y se oponen a nuestra integración continental ,  a  nuestras independencias y  a la autodeterminación de los pueblos, como lo hacen hoy en  África y en el Medio Oriente.

Puedes  llamarte íbero o ibérico  allá, después de haber pasado por esas tierras los fenicios, los cartagineses, los visigodos, los antiguos romanos, los árabes, los judíos, los gitanos? ¿Y si eso es posible allá, por  qué aquí no podemos llamarnos con propiedad   indios e indoamericanos?

¿Por qué también   se pretende encubrir –y disolver-   lo indoamericano y lo afroamericano en lo latinoamericano, lo iberoamericano y lo hispanoamericano? ¿Por qué ser hispanoamericano, iberoamericano y latinoamericano no niega –hasta nueva orden- ser venezolano, peruano, colombiano, ecuatoriano?

En otro sentido ¿por qué se  niega –o se ve sospechoso-  señalar a Panamá como un país bolivariano, con una identidad bolivariana común a todos los demás países bolivarianos?

La razón es muy sencilla. Porque las potencias imperialistas y particularmente el imperialismo norteamericano, con  su nueva  Santa Alianza de la OTAN  y su Doctrina Monroe, nos sigue negando la Independencia después de 200 años de las repúblicas y quinientos años de resistencia indígena.  En otro  orden de ideas, porque la llamada independencia de Panamá de Colombia  propiciada por Estados Unidos era una farsa. Era una manera de convertirla en  colonia yanqui para apoderarse del Canal. (3)

Esto  se terminó  de comprobar con la invasión norteamericana reciente a ese país, cuando ya Noriega no les servía para sus fines.  Y como se comprueba hoy en Libia y el Medio Oriente, con el regreso hoy al rancio colonialismo del siglo XVI.

CONTRIBUCIÓN  A  LA  CONSTRUCCIÓN  PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA DE UN GLOSARIO DE INTERCULTURALIDAD

    Varias veces hemos intentado  abrir papeles de trabajo  sobre  glosarios de interculturalidad, en un proceso de   construcción -con espíritu de incluir y   participar-, a fin de evitar las recurrentes  pérdidas de tiempo que nos desvían  de nuestras discusiones fundamentales. No  se trata de rehuir la  discusión para ciertos conceptos  claves.  Pero no podemos continuar  por  más de 500   años  discutiendo cómo es, ¿es  “indio” o  es “indígena”?  (1). Y que no debe decirse “indio” porque es un nombre impuesto y parte de una equivocación de Colón al creer que había llegado  a  La India.   Pero si uno revisa los nombres de otros  pueblos y continentes, nos damos cuenta, que  casi ninguno de los pueblos y continentes del planeta responden a nombres propios o  autodenominaciones, sino que son  producto   en buena medida de  denominaciones  externas como fruto de errores  históricos y geográficos, de actos de conquista, de asaltos  y de imposiciones  ideológicas y culturales. (2)

Veamos lo que recogen brevemente  diccionarios y enciclopedias de uso corriente, pero que nunca nos detenemos a  analizar,  porque siempre nos mantienen fragmentado el conocimiento.

-Europa y europeo, no  es un nombre  propio de  ese continente.  Ese nombre  se  lo ponen  los viajeros fenicios.

  -Grecia o griegos,  se  lo  ponen  los  dominadores romanos. Antes eran los aqueos o helenos.

-Y el nombre de Roma ¿hay seguridad de que sea una genuina autodenominación? ¿O el de Italia? Cuyo plato típico nacional es el espagueti, de origen chino y la salsa de tomate, de origen indígena americano.

-África  o africano no  es un nombre  propio de ese  continente. Se lo ponen los griegos. Y de allí el nombre de afro, referido al pelo rizado por obra de una adaptación a la ecología. Asociado con espuma de mar, según nos comentaba Eloy Reverón.

-El nombre de Asia no es asiático. Es griego. Y si es originalmente asirio, con  el tiempo  los dominadores griegos le pusieron  su  sello. Y se lo apropiaron.

-El nombre de China?. Es la dinastía Ts`in, quien le dio el nombre originario al país: Zhongghuó (centro de la tierra).  Luego, los árabes la llamaron  Cin y los comerciantes venecianos Cina, deformando su nombre original,  en castellano  se traduce China o chino, para  asombro de  ese pueblo  al enterarse  de cómo los llamaban  desde el  exterior.  De allí que Occidente de  el nombre de sinólogos a  sus especialistas en esa cultura.  ¿Qué dirán  los wayuu y  la Chiquinquirá cuando  los  maracuchos  los  llaman “chinitos” y  “La Chinita” a su patrona? Mientras que a la Guadalupe de México, la  llaman “La Morenita”….   Yendo más  lejos, se llama  “chino”   en sentido general a casi  todos los asiáticos: chinos, vietnamitas, japoneses, coreanos y también por sus rasgos mongoloides a los indios americanos.  Es la denominación de mayor extensión geográfica y etnocultural:   el nombre genérico más extendido en el planeta para designar al mayor número de habitantes  abarcando  dos continentes. En Argentina, hasta a las mujeres de los gauchos las llaman “chinas”, probablemente de la descomposición de un nombre quechua, emparentado luego con “chinas”. Y chinas llaman a las mujeres de los gauchos o llaneros de Argentina, para identificarlas como indias y hasta como prostitutas en el mundo sub-urbano de Buenos Aires. Y a Mercedes  Sosa que era india, la llamaban “la negra”.

-El nombre de Rusia, es  bastante dudoso que sea una autodenominación.  Hay quienes lo suponen de origen persa entre otras tantas hipótesis. Y  qué decir de la  llamada   “ensalada rusa”  cuyo   principal  ingrediente  es la  papa americana.  O de la vodka, cuyo origen se sitúa entre  Polonia y Rusia y su principal ingrediente es la papa americana.  Sin embargo,   ciertos historiadores de la alimentación nos dicen que la nuestra es una “alimentación mestiza”, olvidando el aporte descomunal del indio americano a la alimentación planetaria. El aporte agroalimentario más diverso y determinante de todo el globo.

-El nombre de Oceanía viene del griego okeanós,  océano.

-El nombre de Australia, no es aborigen. Se usa ese nombre en los países de habla inglesa (sin las islas del Pacífico).  Las islas del  Pacífico que integran Oceanía, tienen casi todas nombres impuestos por los conquistadores y colonizadores.

-El nombre de Nueva Zelanda (New Zealand, en inglés. En cambio el nombre maorí, es  Aotearoa.

Tierra de Guaicaipuro,  2 de abril de 2011

(1) Indio,  aborigen  o  nativo  de  América.  Indígena  americano.

Indígena. Originario de cualquier  país o continente.

(2) Autodenominaciones (nombre propio de un país, de un pueblo o de una región o continente)

Exodenominación  (cómo lo llaman los demás, nombre impuesto por vía de conquista, equivocación histórica o geográfica,  colonización  y/o  dominación cultural)

(3) La búsqueda  bolivariana de  la  mayor suma de felicidad posible, la  búsqueda de la mayor estabilidad política y de un nuevo  equilibrio del  universo puede encontrar conexiones   profundas, no solo en la ilustración  francesa, sino  en lo que hoy  se llama en  las filosofías indígenas de Sudamérica  LAS FILOSOFÍAS DEL BUEN VIVIR  O  VIVIR  BIEN.  Pero esto no es sólo un decir. Para que sea un Buen Vivir debe traducirse en políticas públicas, en políticas interculturales e inter-civilizatorias. En políticas de reconciliación con el universo, superando el actual sistema capitalista que lleva ya medio milenio de instauración y de antidesarrollo Sus antagonismos sociales, de clase, de género,  étnicos y ambientales.

El Buen Vivir o  Vivir Bien significa en la Filosofía India, aymara y quechua, vivir en armonía consigo mismo y con todo lo viviente, árboles, animales y con todos aquellos elementos naturales  que sostienen la vida: agua, aire, tierra, fuego, éter. Esto significa pachacuti (el retorno del equilibrio). Vale decir, no privilegiar el fuego sobre los demás elementos. Hablan de que estamos en una era  de grandes cambios, entrando en el décimo pachacuti.

Si decimos  naturaleza y hombre, cultura y naturaleza, la “y”  que atraviesa y separa una palabra de otra, rompiendo su relación de continuidad dentro de cambios y transformaciones casi que señala, que ya “no somos” parte de la naturaleza, de la Madre Tierra y del Cosmos. Pero de hecho  lo  somos  y con  esta  visión hemos puesto en peligro el equilibrio del universo.

Hemos terminado creyendo que “la vida” sólo somos nosotros los humanos (y para colmo, los hombres), desconociendo a la Madre Tierra, vale decir reafirmando un antropologismo patriarcal que sigue acabando con el planeta, al margen de la fecundidad  y de la vida como totalidad.



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Saúl Rivas-Rivas


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