12 oct. 2014 - En 80 años de cine venezolano se han realizado 321 películas. 138 de ellas se han estrenado en los últimos 15 años, según cifras del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac). El número sorprende y refleja una mejora considerable en tiempo récord, haciendo no más que mejorar año tras año.

El cambio se ha gestado desde la raíz. Motivado por la iniciativa propia de los guionistas, escritores, productores y directores venezolanos, el organismo de cine del país se enfoca en llenar las salas comerciales con contenido hecho en casa. En lo que va de 2014, 15,25 % de éstas enriquecen la cartelera cinematográfica, que si rebobinamos hasta el 2002, el mismo registro arrojaba un 0,3%, reflejando en otrora el letargo de la producción.

El séptimo arte criollo arropó, en enero, el 52% de cine visto en todo el país, quedando por encima de las cintas norteamericanas por primera vez en 117 años. Para llegar a ese nivel aún falta mucho, pero, ¿cómo es que las producciones criollas han logrado superar en esta cifra, hoy, a la espectacularidad hollywoodenses?

La mejor cara de nuestro cine es la diversidad. Una gama de géneros enaltecen la oferta de largometrajes, derrotando el cliché de las ‘criminalísimas’ que colmaron las décadas de los años 80 y 90, sin dejar la acción de un lado, simplemente sumando ideas y abordajes bien hechos, pese al bajo presupuesto generalizado con el que se filma la mayoría de las películas.

"Lo que más les gusta a los venezolanos de su cine es la variedad. En los 70 y 80 la tendencia era el compromiso social, los temas de pobreza y exclusión, y aunque se ha mantenido ese interés tienen mucha fuerza las comedias o los documentales", declaró a medios internacionales Juan Carlos Lossada, presidente del Cnac.

Ante el mal penetrante de la transculturización, la cantidad, de a poco, alcanzará niveles óptimos de calidad, como lo reafirmó el cineasta venezolano Luis Alberto Lamata, ganador del Primer Festival de Cine de Caracas con "Azú". "No podemos separar cantidad de calidad. Si queremos un buen cine, tenemos que hacer más películas, y el hecho de que ya tengamos en la última década una docena de filmes excelentes, es un gran logro. Si me hubieran comentado que si creía en que una cinta nuestra se convertiría en la más vista de la historia acá, jamás lo hubiera creído. ‘Papita, maní, tostón’ lo hizo. Cuenta con dos millones de espectadores. Estamos creciendo".

La cuota de credibilidad ha aumentado este año con "Libertador", de Alberto Arvelo, una épica de alto presupuesto sobre la vida de Simón Bolívar que apunta a cumplir una cuenta pendiente del cine nacional: una nominación al Oscar. El filme es favorito a quedarse con uno de los cupos para competir por la estatuilla de mejor película de habla no inglesa en los premios. En taquilla, ha registrado más de 700.000 espectadores. Podría significar el impulso que necesita nuestro cine internacionalmente.

Fuera de Venezuela, las producciones criollas no pasan inadvertidas. ‘La distancia más larga’ conquistó el Festival de Films du Monde de Montreal (Canadá); ‘Pelo malo’ se llevó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián (España) y ‘Azul y no tan rosa’ ganó el prestigioso Goya (España), solo por mencionar algunas.

"Me parece que estamos asumiendo muchos riesgos en cinematografía, indagando en temas nuevos, formas nuevas. Hay una generación de ‘ópera primistas’ que ha tenido muy buenos resultados. Lo mejor es que el cine venezolano ha conectado con el público. Sabía de ‘Hermano’ y ‘La hora cero’. Ene se momento era rarísimo, un fenómeno. Ahora no es tan raro", aseveró, desde Madrid, Claudia Pinto, directora de La distancia más larga.

Desde enero hasta septiembre, 3,8 millones de boletos para el cine hecho en el país se han vendido. Un total de 27 películas venezolanas se estima sean estrenadas hasta diciembre. Los números no mienten y todo apunta a que, en una década o poco menos, de los largometrajes con sello criollo se hablará en todo el mundo.