En Cuba recordaron los 132 años de la llegada de José Martí a Venezuela

Edgardo Antonio Ramírez, embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Cuba, durante el acto en el Memorial José Martí de La Habana

Edgardo Antonio Ramírez, embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Cuba, durante el acto en el Memorial José Martí de La Habana

La Habana, enero 22 - Al pie del José Martí del Memorial en la Plaza de la Revolución, ese cuya mirada y pose escrutadoras siempre sobrecogen e invitan a pensar sobre nuestras propias contiendas y elecciones, fue depositada este lunes una ofrenda floral por cumplirse 132 años de que el excepcional cubano llegó a Caracas.

En una mañana gris y fresca, donde la suave luz ponía relieve al rojo de las flores del homenaje, confluyeron amigos de distintas naciones de Nuestra América para presenciar la colocación de la ofrenda, cuyas cintas fueron posteriormente acomodadas por Edgardo Antonio Ramírez, embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Cuba, y por Armando Hart Dávalos, presidente de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado.

En la ceremonia de ofrenda, convocada por la embajada venezolana y que inicia una jornada de celebración por parte de sus representantes con motivo de los 160 años del natalicio del Apóstol, Edgardo Antonio Ramírez recordó que el 20 de enero de 1881 Martí arribó a Venezuela por Puerto Cabello, para desde allí trasladarse a La Guaira y luego llegar a la ciudad natal del Libertador Simón Bolívar.

«Hemos hecho este acto —dijo— rodeado de nuestros países hermanos, amigos». Y recordó cómo José Martí fue digno representante de Argentina, de Uruguay, de Paraguay y también de la patria grande de Bolívar, tierra a cuyos hijos pidió un puesto en la milicia de paz.

Ramírez expresó a los presentes: «Apóstol Martí, tu pueblo te ha cumplido, porque los niños tienen escuelas, porque los jóvenes tienen educación, universidades. Apóstol Martí, te hemos cumplido, te ha cumplido el gigante Fidel, te ha cumplido nuestro Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, y por eso, en este 160 aniversario de tu natalicio, tu nombre seguirá siempre allá arriba, en letras doradas, en el cielo».

Y mientras el embajador hablaba improvisando, sacando las palabras de sus emociones, era inevitable pensar en lo que el Maestro escribió para niños y adultos sobre su llegada a la tierra de un hombre solar: «Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre».

En una de las cintas satinadas de la ofrenda se nos recordaba este lunes que ese ser inmenso llamado José Martí se brindó con toda humildad, de corazón y como un hijo, para dar lo mejor de sí a ese país que hoy sentimos como una extensión de nuestra patria: Venezuela. Por eso no era un hecho lejano el homenaje, sino algo familiar, donde la América de todos tomaba cuerpo y condición de posibilidad.


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