Santo Domingo,14 de marzo de 2014
En todos mis contactos, amigos de todos los sectores, políticos, sociales, religiosos de diferentes nacionalidades quiero hoy desahogar la impotencia que siento ante la situación actual de mi adorada Venezuela.
Seguramente algunos pensarán que no me afecta por no estar allá, y no es así. Me afecta y mucho, porque allá está mi familia, hijos, nietos, hermanos, cuñados, sobrinos, amigos y en general el ciudadano común que trabaja para mantener su hogar, y que para mí, el estar fuera es algo circunstancial por trabajo. También me afecta ver como los medios satanizan y tergiversan las noticias.
A quién se le ocurre pensar que las guarimbas las hacen los colectivos enviados por el gobierno para luego enviar a la guardia nacional a reprimirlos. En las noticias de los medios de oposición sacan los “fallecidos por represión de la guardia” y los guardias que fallecen en el cumplimiento de su deber no salen en las noticias.
Me afecta por los comentarios de amigos que tienen familias en Altamira, en Chacao, y otras urbanizaciones, afectadas las vías respiratorias por el humo de cauchos y basura quemada. Me afecta porque mi hijo mayor que vive en Aruba desde hace 22 años, tenía cita para renovar su pasaporte justo el día que envistió el carro contra el consulado, con la urgencia de llevar a mi nieta a una intervención en un ojo en Cali sugerida por su seguro, y tiene que esperar a que se resuelva la situación; no hay otra solución. Y así como él muchos amigos me llaman trancados por trámites legales debido al caos que vive el país.
Honestamente de corazón no veo que sean protestas pacíficas que el gobierno reprende. Yo me pregunto ¿Cuál Venezuela es la que defienden? No importan de cual lado estén, por cristo, no estimulen la violencia; el caos no beneficia a ningún bando, sino a los intereses oscuros que lo propician y estoy plenamente convencida que nuestros gobernantes elegidos democráticamente, no son quienes lo propician.
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