Sectores conservadores pretenden borrar la historia, negando que la identidad clasista proletaria, cuando ha sido asumida masivamente bajo la guía de una sólida vanguardia, ya ha impulsado mundialmente las mayores revoluciones anticapitalistas de los últimos cien años. Frente a los falsificadores, los marxistas defenderemos siempre al proletariado (clase obrera) como nuestra base primordial de identidad y el único estamento capaz de reorganizar a la humanidad entera; pues sólo instaurando un sistema donde los trabajadores tengamos el control de la economía, los capitalistas (acaparadores de la propiedad sobre la industria) pasarían igualmente a la condición de obreros, lo cual resultaría en una sociedad sin explotadores ni explotados, sólo realizable en nuestra revolución proletaria.
Sépase que la clase trabajadora, por su diario vivir colectivo en la producción de riquezas, es la clase social mejor calificada en la historia para construir solidariamente la sociedad sin oprimidos. En efecto, la clase social del trabajo es una categoría amplia que incluye a todos los actores que convertimos las materias primas en los bienes materiales e intelectuales que el hombre necesita. En ella está el proletariado, así como los empleados, profesionales, técnicos y demás asalariados que han colaborado en anteriores procesos.
Denunciamos el carácter tradicionalmente burgués de los gremios, academias, iglesias, asociaciones civiles, milicias y el Estado burocratista, pues todos han sido instrumentos de la clase dominante para neutralizar al pueblo, dividirlo, embrutecerlo y derrotarlo. Más allá de conflictos de tipo partidista, religioso, gremial, racial o nacional, advertimos que la vida de la humanidad continúa atada a la ancestral lucha de clases, por ello para vencer en el Socialismo aplicable al siglo XXI, urge comprender que la totalidad de explotados sigue siendo el sujeto histórico de la revolución.
(*) Constitucionalista y Penalista. Profesor Universitario.
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