A poco menos de escasos dos años de los inconclusos sucesos al desastre de incinerar por intencionalidad o por simple mera casualidad accidental la muy modernísima línea o costosísima planta de mayonesa, se presentan dudas de quién o quienes pudieron ser autores del hecho e intelectuales y por cuál y por qué razón o motivo hubo intereses foráneos e internos; pero, queda entre dicho el por qué, pasado el inexorable tiempo a nadie con autoridad se le ocurriera meter el dedo en la llaga de sus escombros y sacar del fondo de sus cenizas ciertas verdades que dada la gran magnitud de la pérdida no se encuentren registradas ni tan siquiera en un simple o informal dossier.
Cuando en tal día del hecho: sábado 21 de diciembre de 2013 se apersonaron bomberos e inteligencia de Estado. Entonces la pregunta de las 64 mil lochas: ¿Es qué esto suele suceder a muy menudo como normal rutina o sólo fue una omisión involuntaria?
Los bienes del Estado deben tener un exclusivo celo único, un control, y éste debe estar precisado por sus obreros; porque no hay ni habrá nunca mejor vigilante perpetuo ni nadie con sumo interés predeterminado de afín cuido y buena claridad sincera de las cosas que ellos/as, saben son de propiedad colectiva y que las velan como celadores sin sueño, pues, de ahí proviene la arepa diaria sustentable y el futuro de su familia, y de ahí queda evidenciada la inobjetable y pura necesidad del Consejo De Trabajadores con legal injerencia total sobre todo el desarrollo, hasta del más mínimo detalle que dentro y fuera de sus predios ocurra o pueda suceder; a eso fue que se refirió nuestro Eterno Comandante Supremo, cuando se pronunció en la mismísima Industrias Diana sobre el Control Obrero y la impostergable conformación de un acreditado y por nada de tutelado ni maniobrado Consejo de Trabajadores, pero sí, electo y conducido por todos y cada uno de ellos/as como componentes.
Es hora ya de hacerse de las bridas de nuestra empresa, hacerle productiva, cumpliendo con el socialista ideal y liberarla del burocratismo tradicional. Y es nuestra tarea obligante darles a conocer a los equivocados que el socialismo es el cambio verdadero sin tantas bucharadas panfletarias proselitistas ¡O lo hacemos de una vez! o no las desmoronan esos falsos infiltrados derechistas muy bien apadrinados, que hasta hoy siguen negociando con el obscenesísimo oligopolio de aceites y grasas que desde hace tiempo quiere echarle sus sucias garras y manos a Industrias Diana.
Hay a espaldas del inocuo trabajador los traidores, porque hay dentro de sí una derecha endógena que apuesta a la total tierra arrasada, porque hay células opositoras trabajando día y noche como bachacos para desojar hoja a hoja el árbol de su progreso industrial y sobre todo desarraigar lo político, que muy a pesar de los errores cometidos en este sentido político por quienes como jefaturas les ha y hubo dirigido, se mantiene incólume y en acérrima defensa del legado e ideal del Eterno Chávez; y que por excelencia, fortuna y orgullo, distingue y hace bien incomparable a Industrias Diana del común denominador de nuestras empresas recuperadas.
Claro que sí queremos la unidad y por ella bregamos todos los días con Nicolás Maduro, somos revolucionarios, pero queremos liberación y la precisión bien protagónica de cómo y para dónde debemos ir en conjunto para guiar la transformación de lo que hasta ahora está proyectado, mas, no se ha logrado en total desarrollo debido a los escollos o barreras que se anteponen y que sabemos proceden de los internos espías de derecha bien cercanos del poder, todo rojo rojito y que agudizan el impulso de Diana