Cambios y Continuidades en el Movimiento de Trabajadores en Venezuela: 1999-2013

CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN EL MOVIMIENTO DE TRABAJADORES EN VENEZUELA: 1999-2013[1]

Roberto López Sánchez[2]. Carmen Alicia Hernández Rodríguez[3]. Maracaibo, Venezuela.

 

RESUMEN

El trabajo considera los cambios y continuidades suscitados en el movimiento de trabajadores venezolano durante la llamada “revolución bolivariana”. En el plano de los cambios fundamentales desarrollados en el movimiento obrero, se considera la crisis y caída de la CTV[4] como central hegemónica en Venezuela, el nacimiento y desarrollo de las centrales bolivarianas UNETE y CBST[5], la aprobación de una nueva Ley Orgánica del Trabajo y el renacimiento de la combatividad en los trabajadores venezolanos. En las continuidades, se consideran el “dirigentismo” burocrático, el economicismo, el paralelismo sindical, el sicariato, la corrupción y el mantenimiento de prácticas neoliberales que aún no han sido derrotados en la acción gubernamental bolivariana. Se concluye que los trabajadores venezolanos se han constituido como actores políticos de relevancia en el marco de la revolución bolivariana, fortaleciendo y ampliando sus formas de organización, profundizando sus logros reivindicativos y avanzando hacia conquistas históricas que trascienden la relación trabajo-capital y apuntan a diseñar nuevas formas de organización socialista de la actividad productiva.

Palabras clave: Venezuela, trabajadores, cambios, continuidades.

 

INTRODUCCION

El proceso político desarrollado en Venezuela entre 1999 y 2013, bajo la presidencia de Hugo Chávez (hasta 2012) y de Nicolás Maduro, más conocido como Revolución Bolivariana, ha permitido la irrupción protagónica de la clase trabajadora venezolana, convirtiéndola en actor político de primer orden, a pesar de las numerosas dificultades presentadas en sus instancias de representación social.

De una clase trabajadora que en 1998 se encontraba totalmente subordinada a los mandatos del capital nacional e internacional, que aceptó sumisamente la modificación en 1997 de la Ley Orgánica del Trabajo, lo cual implicaba la pérdida de derechos significativos tanto para el pago de la prestación de antigüedad como para la remuneración ante los despidos, hemos pasado a una clase que, pese a su relativa desorganización, impone y respalda masivamente cambios sustanciales en las relaciones de trabajo y en las formas de propiedad prevalecientes en el país.

Aunque la política laboral y el modelo productivo desarrollado por el gobierno bolivariano han carecido de numerosas deficiencias y deformaciones, la participación de los trabajadores ha continuado a través de diversas expresiones organizativas, algunas de las cuales se suceden unas a otras, y el panorama laboral actual que se visualiza en el país es considerablemente distinto al que existía para 1999.

Este período de la Revolución Bolivariana ha significado importantes cambios en el movimiento de trabajadores de Venezuela, como veremos a continuación.

 

1)  CRISIS Y CAÍDA DE LA CTV COMO CENTRAL HEGEMÓNICA EN VENEZUELA

La tradicional hegemonía de la Confederación de Trabajadores de Venezuela ha sido desplazada completamente en este proceso bolivariano. Aunque la CTV mantuvo su vigencia en los primeros años del bolivarianismo, su participación tanto en el golpe de estado de abril de 2002 como en la huelga patronal de 2002-2003 significó un punto de inflexión a partir del cual los trabajadores abandonaron masivamente los sindicatos afiliados a la CTV y procedieron a constituir sindicatos denominados “bolivarianos”.

Luego de su participación protagónica tanto en el golpe de abril como en el paro patronal de finales de 2002, esta central sindical entró en virtual colapso. Los sindicatos cetevistas se quedaron vacíos de trabajadores, produciéndose una migración masiva de los mismos hacia los nuevos sindicatos bolivarianos creados en los primeros años del gobierno de Chávez. Esto no respondió a estrategia alguna del chavismo, fue simplemente un proceso espontáneo en el cual los mismos trabajadores decidieron abandonar los sindicatos y federaciones a los cuales habían estado afiliados por años y hasta décadas, y constituir nuevos sindicatos que en la mayoría de los casos se identificaron con el proceso bolivariano (en muchos casos la palabra “bolivariano” estaba incluida en sus siglas).

Tan sólo en los años 2003 y 2004 el número de sindicatos reconocidos por el Ministerio del Trabajo aumentó de 2.974 a unos 4.000 (Schutt, 2008). La CTV habría perdido en 13 años de gobierno bolivariano, el 90 % de los trabajadores que tenían afiliados para 1998, según declaraciones del Presidente de la Comisión Electoral Permanente de la CTV, Daniel Santolo, de la Causa R (Santolo, 2012)[6].

Progresivamente la CTV quedó como un “cascarón vacío”, según palabras de algunos de sus propios dirigentes. La asistencia de los trabajadores a las marchas sindicales convocadas el primero de mayo de 2012 es prueba contundente de este proceso político suscitado en los últimos años. Mientras la marcha convocada por la nueva Central de Trabajadores “oficialista”, la CBST, reunió a unas 400.000 personas en Caracas, la marcha convocada por la CTV en otro lugar de la capital no reunió más de mil trabajadores; una tercera marcha en Caracas, convocada por varias tendencias de la UNETE, tampoco logró reunir a más de mil asistentes. Esta asistencia a la marcha de la CBST se produjo a pesar del malestar existente en el seno de los trabajadores y sus organizaciones debido a las incongruencias presentes entre el discurso radical y “obrerista” de Chávez y sus principales voceros gubernamentales, y la ejecución contraria que se observa en las instituciones del estado y el propio ministerio del trabajo.

La burocracia obrera tradicional representada en la CTV se ve actualmente confrontada por nuevas fuerzas obreras opositoras que se han ido desprendiendo del chavismo y que han asumido posiciones políticas de abierta confrontación hacia el gobierno de Chávez. Es el caso del sector liderado por Froilán Barrios, ex-constituyentista, distanciado del chavismo en 2001, y el grupo encabezado por Orlando Chirinos, importante líder sindical de las zonas industriales del centro del país, cuya organización CCURA (Corriente clasista, unitaria, revolucionaria y autónoma) se alejó del gobierno y de la UNETE durante 2007. Estos dos dirigentes han confluido en una estructura denominada FADESS (Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato), que ha comenzado a promover acciones de calle en contra de las políticas del gobierno bolivariano.

El FADESS hasta ahora no logra movilizar gruesos contingentes de trabajadores, como si lo hiciera la CTV en el período 2001-2002. Sin embargo, su relativo crecimiento en los últimos años puede explicarse por la misma situación de dispersión y división presente en el bando de los trabajadores bolivarianos. A la vez, y pese a lo avanzado que es el programa de gobierno que afirmaba ejecutar el presidente Chávez y ahora Nicolás Maduro, en su aplicación práctica suceden numerosas inconsecuencias que afectan las condiciones laborales y el nivel de vida de los trabajadores, y que permiten que algunos sectores obreros que antes se identificaban con el proceso bolivariano hayan derivado hasta colocarse en la oposición política al chavismo.

 

2)    NACIMIENTO DE LA UNETE

Luego del paro petrolero de 2002-2003 se constituyó en Caracas la Unión Nacional de Trabajadores (UNETE), central sindical cuyo nacimiento indicaba el fin de la era cetevista. En asamblea nacional de trabajadores realizada en Caracas el 5 de abril de 2003, se aprobó la constitución de la Unión Nacional de Trabajadores, fue designada una Coordinación Nacional horizontal con 21 miembros, representativos de los sindicatos y regiones fundamentales, elaborada un acta constitutiva y un cuerpo de estatutos. Se otorgó el mandato a la coordinación nacional de la UNETE de construir las estructuras nacionales y regionales de la nueva central. El 1 y 2 de Agosto de 2003 se realiza el 1er. Congreso de UNETE que aprueba la declaración de principios, el código de ética sindical, la plataforma de lucha y un acuerdo sobre la coyuntura del país. Se constituyeron las seccionales regionales de UNETE en el país y se estructuraron los sectores nacionales. Igualmente se discutieron las convenciones colectivas más importantes del país.

La UNETE representó al movimiento de trabajadores venezolano ante la OIT y diversos escenarios internacionales entre 2003 y 2011. Las profundas diferencias entre las tendencias bolivarianas que integraban la UNETE llevó a que en 2006 la corriente de trabajadores más ligada al oficialismo, la FSBT (Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores), abandonara esta central y comenzara esfuerzos para construir otra central paralela, esfuerzos que finalmente cristalizaron en 2011 con la constitución de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST), la que ha logrado agrupar a la casi totalidad de las federaciones sindicales de carácter nacional ligadas al bolivarianismo

 

3)    SURGE LA CBST COMO PRINCIPAL CENTRAL DE LA REVOLUCIÓN

Los esfuerzos de la FSBT por constituir una central de trabajadores paralela que diera al traste con la UNETE se concretaron el 10 de noviembre de 2011 en el Coliseo “José María Vargas” de Maiquetía, en el marco del llamado Primer Encuentro de Trabajadores del Campo, la Ciudad y el Mar. Con la asistencia del presidente Hugo Chávez y designando como presidente de la nueva central al dirigente petrolero Will Rangel, la conformación definitiva de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores permitió delinear con más claridad el rumbo asumido por quienes lideran la revolución bolivariana en cuanto a su política hacia el movimiento de trabajadores[7]. La disputa entre quienes defienden la autonomía sindical y quienes postulan una subordinación de los sindicatos ante el partido de gobierno y los órganos del estado culminó, por ahora, con el triunfo de estos últimos.

El nacimiento de la CBST, con la contundencia mediática del acto realizado el 10 de noviembre de 2011 y el respaldo directo del propio presidente Chávez, terminó de desplazar a la UNETE de la posición privilegiada que hasta ese momento había ocupado como la principal central de trabajadores del país (esa fortaleza de la UNETE se había venido desmoronando en los años inmediatamente anteriores).

La CBST se configura cada día como la central de trabajadores ampliamente mayoritaria de Venezuela. En agosto de 2012 la corriente sindical Marea Socialista, que hasta ese momento participaba en la UNETE, anunció públicamente su respaldo a la nueva central CBST.

A mediados de 2013, los sindicatos afiliados a la UNETE y relacionados con la Corriente Sindical Cruz Villegas (vinculada al Partido Comunista de Venezuela) han entrado en contradicciones con la Corriente CTR (liderada por Marcela Máspero y principal corriente sindical que sostiene a la debilitada UNETE)[8]. Con ello, la UNETE ha quedado aún más debilitada, y la cantidad de federaciones y sindicatos que reúne a nivel nacional es mínima.

No obstante, dentro de la CBST existen corrientes políticas que mantienen importantes diferencias sobre la forma de concebir al movimiento de trabajadores y sobre sus formas de organización y lucha, lo que presagia que dentro de ella se producirán importantes debates y contradicciones sobre la marcha del movimiento obrero bolivariano en los meses y años próximos.

La directiva de la CBST quedó constituida por los siguientes dirigentes de distintas ramas laborales: Will Rangel (sector petrolero y presidente de la CBST), Franklin Rondón (sector público), Orlando Pérez (educación), Francisco Torrealba (ferroviario), Braulio Álvarez (campesino), Eglée Sánchez (gráfico), Octavio Solórzano (salud), Marcos Tulio Díaz (construcción), Carlos López (sector universitario y coordinador nacional de la CBST), Julio Moreno (pescadores), Rubén Linares (transporte pesado), Omar Acosta (sector público), Omar Mora (Cantv y sectores conexos), Raúl Pinto (deporte), Jose Carrasco (empresas recuperadas) y José Gil (empresas básicas).

 

4)    LA NUEVA LEY ORGÁNICA DEL TRABAJO (LOTTT)

La reciente aprobación de una nueva Ley Orgánica del Trabajo que no sólo restituye los derechos conculcados en 1997, sino que incorpora y profundiza nuevas reivindicaciones laborales y políticas, y el masivo respaldo a dicha ley manifestado en la movilización de centenares de miles de trabajadores el 1º de mayo de 2012, nos presenta un cuadro político en el cual los trabajadores venezolanos han comenzado a jugar un papel muy destacado en el sistema político del país.

La nueva LOTTT es la más reciente respuesta del gobierno bolivariano a un proceso continuado de protagonismo de los trabajadores desarrollado como respuesta al paro patronal-petrolero realizado por Fedecámaras y la CTV en 2002-2003. A partir de allí, los trabajadores comenzaron a movilizarse ensayando nuevos escenarios de producción mediante la recuperación de empresas paradas y exigiendo la nacionalización/re-nacionalización de empresas en manos privadas, imponiendo formas novedosas de organización de la actividad productiva mediante los consejos de trabajadores y el control obrero, propuestas que encontraron eco en el gobierno bolivariano y avanzaron a convertirse en políticas de Estado.

En la esfera de las reivindicaciones económicas propias de las negociaciones entre trabajo asalariado y capital, la realidad presente en la Revolución Bolivariana ha profundizado derechos y conquistas sin parangón en la vida política anterior del país. Comenzando por la recuperación de lo perdido por los trabajadores en la Reforma de la LOT en 1997: el cálculo del pago de la prestación de antigüedad en base al último salario, y el pago doble de prestaciones por despido injustificado, que se ha concretado con la aprobación de la nueva Ley del Trabajo de abril-mayo de 2012. A la vez en esta nueva LOTTT se han ampliado otros derechos como:

  • Inamovilidad de dos años a la trabajadora después del parto.
  • Inamovilidad de dos años al padre trabajador después del parto.
  • Descanso pre y postnatal: 6 semanas antes del parto y 20 semanas después del parto.
  • Guarderías: Desde los 3 meses hasta los 6 años. Pago de matrícula y mensualidades por el patrono.
  • Jornada laboral de 5 días a la semana, dos días de descanso continuos y remunerados. Jornada diurna de 8 horas diarias y 40 horas semanales (antes eran 44 horas semanales, y un solo día de descanso oficial).
  • Nuevos días feriados: Lunes y Martes de carnaval, 24 y 31 de diciembre.
  • Bono vacacional: 15 días de salario normal más 1 día por cada año de servicio, hasta 30 días (antes eran 7 días de salario hasta 21).
  • Bono de fin de año: 30 días (antes eran 15 días).
  • Los reclamos por prestaciones sociales prescribirán a los 10 años (antes era 1 año). El resto de reclamos laborales prescriben a los 5 años (antes era 1 año).
  • Queda prohibida la tercerización. En un lapso no mayor de 3 años los patronos se ajustarán a ella, incorporando a la nómina a los trabajadores tercerizados.

Estas conquistas contempladas en la nueva LOTTT se suman a una serie de aspectos desarrollados en estos 13 años de gobierno bolivariano, siendo los más resaltantes:

  1. El decreto de inamovilidad que se ha mantenido desde 2003 y que protege al trabajador de ser despedido injustificadamente.
  2. La considerable modernización llevada a cabo en el Ministerio del Trabajo, en donde se ha ampliado el personal de cada Inspectoría y se ha fortalecido la capacidad de asistencia a los trabajadores a través de las Procuradurías del Trabajo, de los desempleados que son atendidos en las Agencias de Empleo, y de la seguridad laboral a través del INPSASEL. Otras políticas contra el desempleo han sido la misión Vuelvan Caras, y actualmente la misión Saber y Trabajo.
  3. El aumento del número de trabajadores sindicalizados y de sindicatos y federaciones ([9]).

Además, la nueva LOTTT ha creado la figura de los Consejos de Trabajadores, los cuales tendrán atribuciones propias distintas a los sindicatos, y su organización y funcionamiento se establecerá en leyes especiales.

La definición contemplada en el artículo 25 de la LOTTT, que dice: “El proceso social de trabajo tiene como objetivo esencial superar las formas de explotación capitalista”, constituye un aspecto que además de novedoso es radicalmente avanzado con respecto a toda la anterior legislación laboral venezolana, la cual, como ya dijimos, siempre se limitó a regular las formas de explotación del trabajo asalariado por el capital.

Son una serie de aspectos reivindicativos unos y políticos otros (en el sentido de propuesta de transformación política y socio-económica), que reunidos constituyen un avance histórico formidable con relación a lo que venían siendo las conquistas de los trabajadores venezolanos desde que comenzaron sus primeras formas de organización en los albores del siglo XX.

Ya quedó como cosa del pasado la simple lucha por reivindicaciones económicas que caracterizó al sindicalismo venezolano desde sus orígenes a comienzos del siglo XX. Por primera vez en la historia, los trabajadores venezolanos han asumido como norte político inmediato la superación de las relaciones capitalistas de producción y el avance hacia un nuevo modelo productivo socialista.

 

5)    LOS DELEGADOS DE PREVENCIÓN Y LOS CONSEJOS DE TRABAJADORES

A lo largo del proceso bolivariano han surgido dos nuevas expresiones organizativas del movimiento de trabajadores: los Delegados de Prevención, y los Consejos de Trabajadores. Los primeros derivados de la reforma de la LOPCYMAT en 2005, y los segundos contemplados en la recién aprobada Ley del Trabajo en mayo de 2012 (LOTTT). Aunque los Consejos de Trabajadores no tuvieron existencia jurídica hasta mayo de 2012, los mismos comenzaron a constituirse desde el 2003, como expresión de grupos de trabajadores que deseaban mantener en funcionamiento empresas paradas por los patronos durante el paro de 2002-2003, o empresas que habían sido abandonadas por esos mismos patronos y que se encontraban sin actividad. Posteriormente, los Consejos de Trabajadores comenzaron a ser promovidos desde el mismo Estado, por el Ministerio del Trabajo y otros ministerios ligados a la administración de fábricas recuperadas, aunque sin responder a una política única y coherente (la nueva LOTTT establece que se elaborará una ley especial para los consejos de trabajadores).

En el caso de los Delegados de Prevención y los Comités de Seguridad y Salud Laboral (CSSL), la promoción de los mismos ha corrido por cuenta del INPSASEL, instituto adscrito al Ministerio del Trabajo, y su expansión por todo el país y por diversas empresas e instituciones públicas y privadas los ha convertido en una herramienta organizativa casi tan generalizada como los propios sindicatos.

Aunque sectores sindicales oposicionistas consideran que tanto los delegados de prevención como los consejos de trabajadores son estrategias políticas del gobierno bolivariano destinadas a debilitar la capacidad de representación y lucha de los sindicatos, en la realidad estas formas de organización han fortalecido la capacidad de los trabajadores para hacer valer sus derechos constitucionales y legales, a la vez que han permitido configurar nuevas propuestas de transformación hacia el modelo económico imperante en el país, al proponer por ejemplo el Control Obrero como un escenario de reorganización democrática de las empresas del Estado.

 

6)    RENACIMIENTO DE UN MOVIMIENTO OBRERO COMBATIVO

Un último aspecto no menos significativo de los cambios suscitados en el movimiento de trabajadores venezolano ha sido su considerable movilización y confrontación contra las políticas de corte neoliberal que permanecían en la gestión del gobierno bolivariano (y que en algunos casos todavía se mantienen). Un ejemplo resaltante lo fue la movilización de los trabajadores de Sidor por lograr la renacionalización de esta empresa, privatizada en la década de los 90 en el marco de los paquetes neoliberales aplicados por Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera. Luego de varios años de masivos y violentos conflictos, en 2008 el gobierno de Chávez finalmente accedió a nacionalizar a Sidor, a pesar de los problemas internacionales que esto traía debido a los acuerdos económicos existentes entre el gobierno bolivariano y Argentina.

Fue un considerable y significativo triunfo de los trabajadores, el cual abrió paso al posterior proceso por el Control Obrero que ha abarcado a todas las empresas básicas de Guayana (el denominado Plan Guayana Socialista).

Otro ejemplo de significación ha sido la promulgación definitiva de la nueva Ley del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores (LOTTT) en mayo de 2012; es de resaltar que en los años 2009. 2010 y 2011 se realizaron varias y masivas movilizaciones de trabajadores exigiendo al gobierno la aprobación de la nueva ley (marchas convocadas principalmente por la UNETE y los promotores del Control Obrero). Aunque el gobierno retardó por más de una década esta nueva ley del trabajo, finalmente aceptó promulgarla, echando para atrás todas las medidas neoliberales que promulgara Rafael Caldera en 1997 al reformar la LOT (principalmente lo referido al cálculo de las prestaciones sociales y la indemnización por despido).

El movimiento de trabajadores venezolano del 2013, constituido a lo largo del proceso bolivariano, contrasta con el movimiento de trabajadores que en la década del 90 no pudo realizar jornadas de lucha que detuvieran las reformas laborales neoliberales, pues en la actualidad se ha logrado enfrentar victoriosamente aspectos fundamentales de las reformas neoliberales impuestas por Pérez y Caldera.

 

7)    CONTINUIDADES EN EL MOVIMIENTO OBRERO DEL PERÍODO BOLIVARIANO

En cuanto a las continuidades presentes dentro del movimiento de trabajadores venezolano, enumeramos en forma sistemática una serie de expresiones negativas que lamentablemente se han mantenido y desarrollado en las formas de organización de los trabajadores surgidas en la última década:

  • Aunque la nueva dirigencia de los trabajadores ha reivindicado una democracia participativa y protagónica como bandera de acción, en el escenario concreto de las organizaciones sindicales (salvo excepciones) se mantienen las prácticas “dirigentistas”, el accionar unilateral de los directivos y la ausencia de mecanismos de participación democrática que permitan hacer valer la opinión de las bases de trabajadores. Escasas asambleas, casi inexistentes referéndums consultivos, ausencia de equipos de trabajo, esta es la realidad que impera dentro de los sindicatos, federaciones, e incluso en los consejos de trabajadores y delegados de prevención.
  • La motivación principal de las luchas obreras sigue siendo el “economicismo” (lucha por reivindicaciones económicas) y el localismo (lucha exclusiva por sus propios intereses sin tomar en cuenta al resto de la clase trabajadora). A pesar del discurso socialista de los dirigentes, en su práctica cotidiana los movimientos de trabajadores expresan considerables limitaciones políticas en sus plataformas de lucha, repitiendo en muchos casos las viejas tendencias reformistas que caracterizaron al modelo cetevista.
  • El paralelismo sindical, llevado a niveles extremos, se ha fortalecido en este proceso bolivariano. Si inicialmente pudiera tener justificación el que los trabajadores abandonaran los sindicatos de la CTV y conformaran sindicatos “bolivarianos”[10], este proceso se ha extendido al extremo que cada dirigente bolivariano que pueda tener diferencias con otros, procede a constituir su propio sindicato. Sectores de la FSBT promovieron estas prácticas en años recientes como mecanismo de confrontación y debilitamiento hacia los sindicatos afiliados a la UNETE. Esta situación ha debilitado considerablemente la capacidad de lucha de la clase trabajadora. Tal vez el consenso creciente hacia la nueva CBST como central de trabajadores mayoritaria, pueda contribuir a desmontar las prácticas del paralelismo sindical y contribuir a la unificación organizativa de los obreros venezolanos.
  • El sicariato dentro de las pugnas intersindicales se ha manifestado particularmente en el sector construcción. Los sindicatos y federaciones de la construcción, de organizaciones de trabajadores han pasado a perfilarse como mafias delictuales que controlan violentamente los centros de trabajo y aterrorizan a los trabajadores. Poco ha hecho el gobierno bolivariano por enfrentar esta situación. La recién aprobada LOTTT, al suprimir la posibilidad de que los sindicatos incorporen trabajadores en las empresas, pudiera comenzar a vislumbrar salidas a esta grave situación.
  • La corrupción en el movimiento de trabajadores sigue estando presente, tal vez no tan descarada como lo fue en el período hegemónico de la CTV. Las prácticas de corrupción son promovidas por la patronal, tanto del sector privado como del público. Los patronos “compran” a los directivos sindicales para evitar situaciones conflictivas y garantizar así una “paz laboral”, ofreciéndoles vehículos, viviendas, préstamos y otras facilidades para mejorar sus condiciones personales de vida. La escasa formación de estos nuevos directivos sindicales, y la ausencia de mecanismos democráticos en los sindicatos que faciliten el desarrollo de una contraloría social, favorece que sucumban ante las prebendas que les ofrecen los patronos. En la medida en que mejore la formación de los líderes obreros y avance la unificación de sus organizaciones, existirán condiciones más favorables para derrotar estas prácticas de corrupción[11].
  • Existen prácticas neoliberales por parte del gobierno bolivariano que aún no han sido enfrentadas victoriosamente por el movimiento de trabajadores. Una de estas cuestiones es la negativa del gobierno a la discusión de contrataciones colectivas en algunos sectores de la administración pública, como el de empleados públicos, el universitario (recién discutida en 2013) y el sector salud. Es de esperar que la progresiva consolidación de la nueva central socialista de trabajadores (CBST) permita organizar con mayor efectividad las luchas por lograr la discusión de estas contrataciones colectivas y otros derechos que han venido siendo desconocidos por el gobierno bolivariano.

 

CONCLUSIONES

La realidad del movimiento obrero venezolano no ha estado exenta de contradicciones, tropiezos y conflictos. La política del gobierno bolivariano hacia el movimiento de trabajadores se caracterizó desde un comienzo por la ausencia de definiciones claras y de propuestas organizativas unificadas.

Fue la circunstancia del golpe de estado de abril de 2002 y el paro patronal-petrolero de diciembre 2002/febrero 2003, la que aceleró procesos de transformación en el seno del movimiento de trabajadores. La conformación de la Unión Nacional de Trabajadores en abril de 2003 fue una consecuencia directa del paro petrolero y del rechazo de amplios sectores sindicales a la conducta asumida por la CTV. A partir de allí, la lucha interna dentro del chavismo por alcanzar la hegemonía del movimiento de trabajadores ha caracterizado la última década.

En una situación general en la que hace peso el desconocimiento que tenía Hugo Chávez con relación al movimiento obrero y sus tradiciones de lucha en Venezuela y el mundo, y el carácter aluvional del MVR-PSUV, en donde sus dirigentes tampoco responden en su gran mayoría a una práctica político-organizativa que se relacione con el mundo laboral-sindical, las políticas del gobierno bolivariano hacia este sector se fueron desarrollando como reacción a las luchas y propuestas de los mismos trabajadores, en ausencia de una perspectiva clara que orientara el rumbo gubernamental en esta esfera política.

Este desconocimiento del mundo laboral llevó al propio presidente Chávez a pronunciarse en contra de la autonomía sindical (marzo de 2007) y solicitar que los sindicatos se subordinaran a las directrices del PSUV y las líneas del Estado, opinión repetida en ese momento por buena parte del tren directivo gubernamental. La reacción interna e internacional que dentro del mundo sindical se generó en contra de estas opiniones llevó a que pocos años después el presidente terminara reconociendo la legitimidad histórica de la autonomía sindical[12] (julio de 2010), reivindicada incluso en la recién promulgada LOTTT (art. 354).

Estas circunstancias de confusión sobre qué política laboral desarrollar pudieran explicar la razón de que la nueva LOTTT se haya retrasado por más de una década, cuando el mandato de la Constituyente era de que se promulgara en el plazo de un año, es decir, en el trascurso del año 2000[13].

No obstante, el rumbo general que ha mantenido la acción gubernamental bolivariana hacia el movimiento de trabajadores no confirma sino desmiente las acusaciones que desde el campo de la oposición se han hecho al gobierno de Chávez. Mientras los voceros del oposicionismo sindical al gobierno de Chávez, y ahora al de Nicolás Maduro, insisten en calificarlo de antiobrero y represivo, el avance sustancial y progresivo de las legislaciones y normas  laborales por una parte, y el respaldo prácticamente masivo de los trabajadores venezolanos a las ejecutorías que en materia laboral ha adelantado el proceso bolivariano, señalan una realidad que descalifica a quienes parecen colocarse al margen de los procesos históricos que se vienen sucediendo en el país.

El accionar del movimiento obrero venezolano a lo largo del proceso político bolivariano (1999-2013) se ha desarrollado trasgrediendo las tradicionales formas de representación y participación política que habían ejercido los trabajadores durante las cuatro décadas anteriores (1958-1999). Ocupando la escena política como un movimiento social que se desplegaba al margen de los sindicatos, federaciones y centrales existentes hasta ese momento, los trabajadores venezolanos se han constituido en actores políticos por medio de luchas y formas organizativas que no han surgido de directrices partidistas o estatales, sino del propio crecimiento contradictorio de sus organizaciones sindicales y políticas.

Desde la aparición del Frente Constituyente de Trabajadores (FCT, año 1998), pasando por la fundación de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores (FBT, año 2000), el movimiento de trabajadores identificado con el chavismo ha generado multitud de corrientes político-sindicales, siendo las más significativas la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores (FSBT), Marea Socialista (MS), el Colectivo de Trabajadores en Revolución (CTR), la Corriente Cruz Villegas (CCV), la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR), los Educadores Bolivarianos (EB), y Trabajadores por la Patria (TPP).

La existencia de estas corrientes ha estado atravesada por la circunstancia que en todo este período el gran convocante de los trabajadores fue el presidente Chávez, y el crecimiento y predominio de una de estas tendencias (la FSBT) se debe precisamente al mayor acercamiento de sus líderes al entorno presidencial. Nicolás Maduro, fundador y dirigente principal de la FSBT, permaneció desde incluso antes de llegar Chávez al gobierno como parte del círculo más cercano al presidente, y sus funciones como Presidente de la Asamblea Nacional primero y luego como Ministro de Relaciones Exteriores contribuyeron a que la tendencia sindical que representa se constituyera progresivamente en la que domina la esfera sindical del chavismo organizado.

La realidad del movimiento de trabajadores en Venezuela durante el proceso de la llamada Revolución Bolivariana ha replanteado las viejas discusiones que desde el siglo XIX y XX se desarrollaron sobre las formas de lucha y de organización de los trabajadores y sobre el concepto mismo de clase obrera. En un contexto mundial de auge de poderosos movimientos sociales que derriban viejas dictaduras en el llamado Tercer Mundo (como en Túnez y en Egipto) o generan conflictos de relevancia en los propios países industrializados (como los Indignados en España y los Ocupas en los Estados Unidos), las luchas desarrolladas por los trabajadores venezolanos en estos últimos 13 años han reabierto un rico debate teórico que considera la vigencia de viejas tesis organizativas o la necesidad de asumir nuevas perspectivas de análisis para entender y actuar ante una realidad variable y compleja, considerablemente distinta a la que enfrentaron los clásicos del marxismo.

El mismo concepto de clase obrera ha sido puesto en cuestionamiento, así como el pretendido “carácter dirigente” de esa clase obrera al momento de asumir propuestas de revolución social. Al incorporar a las organizaciones de desempleados como actores políticos relevantes dentro de los procesos orgánicos suscitados en los últimos 13 años en Venezuela, al considerar como trabajadoras a las amas de casa, al considerar como sujetos de las leyes laborales y de la seguridad social a los trabajadores informales, y al convocar políticamente a todos los sectores desposeídos para que acompañen el proceso de cambios sociopolíticos que se desarrolla en el país, se ha ampliado el concepto de clase trabajadora y se ha incorporado una visión que asume a los diversos movimientos sociales como la verdadera expresión de la lucha de clases en el siglo XXI.

En este debate se han incorporado aspectos que teniendo un considerable desarrollo en el movimiento obrero de los países europeos de hace un siglo (durante la Primera Guerra Mundial y posteriormente a ella), como lo son los Consejos Obreros o Consejos de Trabajadores como formas de organización para llevar a cabo la transición al socialismo, nunca se habían tratado con anterioridad en nuestro país (y por tanto, nunca se habían intentado experiencias prácticas de consejos obreros), e incluso habían quedado olvidados en el debate marxista y socialdemócrata desde hace ya medio siglo.

El proceso político vivido en Venezuela desde 1999 no ha hecho más que reafirmar la justeza de las elaboraciones teóricas que se fundamentan en una concepción ampliada de lo que se entiende por clase trabajadora y en la consideración de los movimientos sociales, diversos y heterogéneos, como centro principal de la lucha de clases mundial que se desarrolla en pleno siglo XXI.

Pero a pesar de la amplitud del debate realizado en estos años, y de las múltiples experiencias de organización asumidas por los trabajadores venezolanos, la realidad actual de sus expresiones orgánicas no constituye reflejo adecuado del rico proceso vivido. Pese a la existencia de una central obrera mayoritaria, que reúne a las principales federaciones sindicales del país, y que tiene una considerable potencialidad si consideramos la enorme marcha realizada el 1º de mayo de 2012, las estructuras de base de esta central sindical no poseen mayor organicidad y perviven en ellas numerosos vicios que amenazan su desarrollo inmediato.

Considerando el relativo crecimiento de las experiencias de Control Obrero y de organización de Consejos de Trabajadores, y el amplio desarrollo de los Delegados de Prevención, las formas de organización del movimiento de trabajadores en Venezuela implican hoy una complejidad que aún no es asimilada por sus principales dirigentes. Se manifiestan recelos y conflictos entre los trabajadores ubicados en cada una de estas tres formas de organización: Sindicatos, Consejos y Delegados de Prevención. Si bien las leyes laborales (LOTTT y LOPCYMAT) integran las tres expresiones organizativas enfatizando sus funciones complementarias y específicas, en los hechos son vistas cada una como competidoras de los espacios ocupados por las otras, y el escenario político inmediato augura posibles conflictos por la preeminencia de una u otra forma organizativa, lo que sumado a los vicios y deficiencias prevalecientes, configura un futuro inmediato bastante contradictorio y exigente para el movimiento de trabajadores en su conjunto.

En los inicios de la segunda década del siglo XXI, los trabajadores venezolanos debaten todavía si sus organizaciones deben estar subordinadas al Estado y al partido (o partidos) de gobierno, o si deben actuar manteniendo su autonomía de clase. También debaten sobre si el proceso de transformación social anticapitalista se puede desarrollar a partir de las verdades esclarecidas aportadas por un grupo de “revolucionarios profesionales” (el “partido de vanguardia”), o si ese proceso de cambios sólo podrá desarrollarse a partir de la propia acción autónoma de los trabajadores como clase. Es una vieja discusión que proviene del siglo XIX, pero que pareciera que aún no está saldada ni en Venezuela ni en el resto del mundo[14].

Resaltando en este proceso de organización, movilización, lucha y reflexión teórica del movimiento de trabajadores suscitado en Venezuela durante la última década, destaca la mayoritaria voluntad de la clase trabajadora decidida a transitar los caminos de profundas transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales, afirmando que su norte es la construcción de un nuevo modelo productivo socialista que acabe con la explotación del trabajo asalariado por el capital y siente las bases de una verdadera justicia social.

Pero la actual hegemonía de tendencias políticas que no respaldan la “autonomía sindical” y que en contrario promueven la subordinación de las organizaciones obreras ante el Estado y el partido dirigente, pudiera convertirse en un elemento que entrabe el futuro crecimiento del movimiento de trabajadores o que lo desvíe hacia caminos burocráticos que repetirían la experiencia de la vieja CTV durante el período de democracia representativa (1958-1999).

Ante esta realidad, al propio movimiento de trabajadores le corresponde reivindicar la autonomía de clase y promover escenarios de intervención sociopolítica que mantengan la confrontación simultánea contra las manifestaciones de explotación capitalista y contra las expresiones de burocratización “socialistoide”.

Para los trabajadores venezolanos, el camino a recorrer no puede ser ni el que vive hoy la vieja Europa, con sus medidas desconocedoras de los derechos laborales y sociales, ni tampoco el de la burocratización estalinista que se observó en la URSS y que condujo a su colapso político hace dos décadas.

El Socialismo del Siglo XXI como norte de las luchas de los trabajadores implica una ruptura radical con muchos dogmas fosilizados que debilitaron las experiencias socialistas del siglo XX. Una clase trabajadora en donde entran no sólo los obreros fabriles, sino en general todos los trabajadores asalariados de la ciudad y el campo, los desempleados, las amas de casa, las mujeres, los jóvenes, los estudiantes, los campesinos, los indígenas, los afro descendientes, los inmigrantes, los comunicadores de medios alternativos, los activistas culturales, incluso los pequeños productores y pequeños empresarios que también sufren y se rebelan contra la opresión del capital.

Un modelo económico alternativo que se distancia tanto del capitalismo neoliberal que hoy se derrumba en Europa y los Estados Unidos, como del capitalismo de estado que colapsó hace 20 años en la Europa del Este, y que se fundamenta en la economía social, el cooperativismo, el crecimiento de los órganos de poder popular y el control obrero de la producción. Un concepto de vanguardia política que rompe con el viejo concepto de “partido dirigente” e incluso se distancia de esa pretendida cualidad innata y predeterminada de “clase dirigente” que se le atribuía a los sectores obreros. Una visión de la democracia que enfatiza en la participación y el protagonismo popular más que en la conducción mesiánica de determinadas individualidades.

Entrada ya la segunda década del siglo XXI, los trabajadores han vuelto al escenario político venezolano como actores clave que influyen y determinan el rumbo de los procesos en curso, un escenario del cual se habían alejado considerablemente desde hace más de medio siglo, y cuyo desenvolvimiento actual expresa nuevamente los riesgos de recorrer experiencias que impidan el cumplimiento de las expectativas que hoy movilizan a centenares de miles de compatriotas.


[1] Artículo publicado en Taller (Segunda Época). Revista de Sociedad, Cultura y Política en América Latina. Vol. 3, N° 3 (enero de 2014). http://www.tallersegundaepoca.org/taller/issue/view/3/showToc.

[2]Historiador. Profesor Titular de la Universidad del Zulia. Facultad Experimental de Ciencias. Departamento de Ciencias Humanas. Correo: cruzcarrillo2001@yahoo.com.

[3] Abogada Laboralista. Correo: carmenaliciahr@yahoo.com.

[4] Confederación de Trabajadores de Venezuela, central mayoritaria en el período 1958-2002.

[5] Unión Nacional de Trabajadores y Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, respectivamente.

[6] Declaración publicada en la página web: http://www.aporrea.org/contraloria/n200777.html. Fecha de consulta: 14/03/12.

[7] http://www.chavez.org.ve/temas/noticias/nace-central-bolivariana-socialista-trabajadores-trabajadoras-2/. Nace la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores y Trabajadoras. 11/11/2011.  Consultado el 09/03/12.

[8] Llamado de la Corriente Cruz Villegas a la camarada Marcea Máspero. Página web www.luchadeclases.org.   http://www.luchadeclases.org.ve/venezuela/colaboraciones/7444-llamado-de-la-corriente-cruz-villegas-a-la-camarada-marcea-maspero-dirigente-de-la-unete.  Publicado el 11/07/2013.  Consultado: 02/12/13.

[9] Según información aportada por Ricardo Dorado, quien fuera Ministro del Trabajo en 2005-2006. Entrevista, 07/05/12.

[10] La CTV nunca facilitó la realización de prácticas democráticas en su seno cuando estaba en disputa su control hegemónico sobre el movimiento obrero. Recordemos la intervención por la CTV del sindicato de Sidor en 1981 luego del triunfo de la Causa R en dicho sindicato.

[11] En esa dirección hemos desarrollado desde el 2005 tres Cursos de Formación Sindical y Sociopolítica (en 2005, 2006 y 2011) y cinco cohortes del Diplomado en Formación Sindical, Consejos de Trabajadores y Prevención Laboral (en 2009, 2010, 2012 y dos en 2013), con el aval de la Universidad del Zulia. En lo organizativo, contribuimos a la constitución de la Unión Nacional de Trabajadores en el Zulia, en 2006, y fuimos parte de su comité ejecutivo hasta 2012. Antes de eso, entre 1998 y 2000, fundamos y actuamos en el Zulia en el Frente Constituyente de Trabajadores, vinculado al proceso de la Asamblea Nacional Constituyente y a los derechos laborales allí contemplados.

[12] En su intervención ante el Encuentro Sindical Nuestra América, celebrado en el Hotel Alba Caracas, julio de 2010.

[13] El mandato constitucional se refería específicamente a una “Reforma” de la vigente Ley Orgánica del Trabajo (Punto nro. 3 de la Disposición Transitoria Cuarta de la CRBV).

[14] En los debates surgidos en las recientes luchas sociales tanto en Grecia como en España se ha replanteado este tema de las vanguardias dirigentes versus la autodeterminación de los movimientos sociales. Las diferencias existentes en este terreno limitan incluso la posibilidad de acuerdos unitarios para el desarrollo de conflictos, luchas y hasta participaciones electorales (Carcione, 2012). 

 



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Roberto López Sánchez y Carmen Alicia Hernández Rodríguez


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